El escándalo por las fiestas de Sanna Marin encendió el debate: ¿puede un líder llevar una “vida normal”?
La filtración de los videos de la primera ministra de Finlandia disfrutando de una noche con amigos y en un boliche causó un gran revuelo en el país nórdico
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“Solo hice cosas legales”, afirmó la primera ministra de Finlandia luego de que se filtrara un video de hace unas semanas en el que se la veía “de fiesta, bastante salvaje”, en sus propias palabras. Lejos de disculparse, sin embargo, Sanna Marin, de 36 años, defendió su derecho a divertirse, como lo hizo en repetidas ocasiones.
“No tengo nada que ocultar”, aseguró la joven mandataria en un contacto con la prensa el jueves antes del inicio de la reunión de verano del grupo parlamentario del Partido Socialdemócrata en Kuopio, y aclaró: “No consumí ninguna droga”, luego de que la prensa sugiriera que en el video se escuchaba a alguien decir “una línea de harina”, en una supuesta alusión a la cocaína.
Marin también manifestó su disconformidad con la publicación. “Estos videos son privados”, zanjó.
Finland’s Prime Minister @MarinSanna is in the headlines after a video of her partying was leaked today.
— Visegrád 24 (@visegrad24) August 17, 2022
She has previously been criticized for attending too many music festivals & spending too much on partying instead of ruling.
The critics say it’s not fitting for a PM. pic.twitter.com/FbOhdTeEGw
Sus palabras, no obstante, no lograron evitar la indignación de sus opositores ni frenar un enardecido debate en torno a la actitud de la líder finesa, que se vio fogoneado este viernes por la filtración de un segundo video, que capturó a la primera ministra en un boliche en Helsinki bailando muy de cerca con un popular cantante.
A new video of Prime Minister Sanna Marin’s “party scandal” appeared in Finland today.
— Visegrád 24 (@visegrad24) August 19, 2022
Seiska writes that Marin, who is married and has been in that relationship for 18 years, was seen in many questionable situations.
Iltalehti has a sound expert confirming “flour-gang”. pic.twitter.com/Nj5A71R8Rd
En el caso del partygate, en Reino Unido, condenar al primer ministro Boris Johnson por sus actitudes era más sencillo porque había incumplido sus propias órdenes de quedarse en casa y mantenerse aislado en plena pandemia. De hecho, su obrar lo llevó a enfrentarse a una moción de censura en junio de este año. Lo mismo ocurrió con la celebración del cumpleaños de la primera dama argentina, Fabiola Yánez, en la quinta de Olivos, en pleno confinamiento.
No obstante, en esta ocasión, pareciera que Marin no rompió ninguna regla, si se confirma que no consumió drogas. De hecho, la líder finesa accedió a someterse a una prueba este viernes frente a los pedidos miembros de la oposición y de partidos de la coalición de gobierno. Los resultados se publicarán la semana que viene.
“El pueblo tiene derecho a esperar esto de su primer ministro”, había tuiteado el legislador de la coalición oficialista Mikko Karna al exigir el test.
En contra
Más allá de las especulaciones sobre el consumo de drogas, la declaración del político finlandés suscitó una pregunta más importante: ¿Qué debería esperar un pueblo de su líder? ¿Dónde está la línea entre lo público y lo privado para un presidente o un primer ministro? ¿Debería moderar sus salidas debido a la crisis energética que está sufriendo Europa a raíz de la invasión rusa de Ucrania?
Las opiniones son múltiples. Algunos usuarios de las redes sociales calificaron a Marin de “incompetente” e “irresponsable”.
“Esta es la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin. Algunos han dicho que es genial... quizás entre otros adolescentes. ¿Pero una líder responsable para un país en crisis? Es de lejos la PM más incompetente que hemos tenido. No sabe nada. Por favor, tome su chaqueta de cuero y renuncie. Gracias”, tuiteó el presentador de televisión Aleksi Valavouri.
This is the Prime Minister of Finland Sanna Marin. Some been saying she’s cool... maybe among other teenagers. But a responsible leader for a country in crisis? She is by far the most incompetent PM we ever had. Knows nothing. Please take your leather jacket and resign. Thanks. pic.twitter.com/tHLhdEKEa8
— Aleksi Valavuori (@Valavuori) August 17, 2022
Otro usuario se hizo eco de la noticia publicada por el medio local Iltalehti, y cuestionó: “Totalmente increíble. La primera ministra está haciendo el ridículo. Después de todas las críticas que ha recibido su comportamiento y abandono del deber...”.
En Finlandia, el primer ministro siempre tiene una llamada “tarea relacionada con el trabajo” en el desempeño de sus funciones, para estar disponible las 24 horas y ser capaz de tomar decisiones si no se ha designado a un adjunto.
Por su parte, el periódico Helsingin Sanomat publicó una editorial en la que escribió que el episodio planteó dudas sobre su juicio. “Puede que Marin haya actuado de buena fe, pero tan crédula no debería ser”, señaló. “La primera ministra puede, en una situación delicada, poner armas para la guerra de la información en manos de quienes quieren hacer daño a Finlandia”, añadió.
A favor
Otros, sin embargo, defendieron el derecho de Marin a divertirse con amigos, su privacidad y tacharon a sus críticos de “sexistas”. Este último es un punto que Eugenia Michtelstein, experta en comunicación política y directora del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de San Andrés, destaca en diálogo con LA NACION. “Sanna Marin, a pedido de la líder de la oposición, se tuvo que hacer un test antidoping después de que circularan videos de ella bailando con amigos... esto me genera varias preguntas: ¿se lo hubieran pedido a un primer ministro varón? ¿se lo pidieron a Boris Johnson después de sus bailes con sables de la Guerra de las Galaxias? ¿no opera un doble estándar ahí?”.
Y sigue con una reflexión sobre el rol de las redes sociales: “Suponemos que la mayoría de las personas, incluso quienes ocupan puestos de responsabilidad en el gobierno, se toman momentos de relax y dispersión. Pero antes no eran grabados en video de manera habitual, se supone que el video circuló en redes sociales. Hace 20 años ni nos hubiéramos enterado (...) ahora sabemos hasta cómo baila”.
El diputado socialdemócrata Antti Lindtman expresó su “simpatía y apoyo” hacia la primera ministra. Hubo “baile en un evento privado”, señaló. “No veo nada sobre lo que escribir”.
En tanto, la líder del grupo parlamentario de los Demócrata Cristianos, Paivi Rasanen, indicó que la primera ministra tiene derecho a la vida privada, siempre que se haga dentro de los límites de la ley. Sin embargo, apuntó: “Lo que me sorprendió fue que estaba claramente grabado en video. No era un video críptico, salían personas. Es bastante descuidado cuando algo así se propaga fácilmente”.
Marin, que fue la primera ministra más joven del mundo en 2019 con 34 años, se ha ganado elogios generalizados por su gestión de la pandemia de Covid, en la que Finlandia salió mejor parada que la mayoría de los Estados miembros de la Unión Europea (UE), y por su férrea postura en la guerra en Ucrania.
Finlandia no se independizó de Rusia hasta 1917 y comparte una frontera de 1300 kilómetros con su poderoso vecino del este, cuyas fuerzas repelieron en dos ocasiones durante la segunda guerra mundial, pero este año Marin logró allanar el camino para salir de décadas de neutralidad y no alineamiento y solicitar el ingreso en la OTAN.
“Generación cool”
Su estilo personal también le ha hecho ganar admiradores fuera de Finlandia. El periódico alemán Bild describió esta semana a Marin como la política “más cool del mundo”, una mujer “relajada, moderna y segura de sí misma”, comentando una fotografía en la que aparecía en el festival Flow de Helsinki con un vestido brillante de segunda mano.
Marin, elegida como una de las 100 personas más influyentes por la revista Time, es un miembro de “la generación cool”, decía el periódico, “la política más importante de su país, que lo conduce a través de una de las crisis más peligrosas de su tiempo, y que aún encuentra tiempo para celebrar”.
Sin embargo, no es la primera vez que sus fiestas la meten en problemas. En diciembre de 2021 se vio obligada a disculparse cuando fue a una discoteca de Helsinki tras entrar en contacto con su ministro de Asuntos Exteriores, que había dado positivo por Covid.
Dijo que en un principio le habían dicho que no necesitaba autoaislarse porque estaba vacunada, pero que luego no vio un mensaje de texto que le aconsejaba hacerlo porque se lo habían enviado a su teléfono del gobierno, que había dejado en su casa.
Los críticos afirmaron que el hecho de no haber comprobado las directrices era una prueba de falta de juicio, mientras que la decisión de dejar su teléfono oficial en casa era una potencial violación de la seguridad nacional. Más tarde, Marín dijo que “lamentaba mucho” el error.
Otro evento que generó polémica en Finlandia fue una sesión de fotos de la primera ministra para la revista Trendi, en la que Marin posó en blazer pero sin camisa debajo.
Estos episodios, sin embargo, fueron tan sólo “una minúscula mancha en su historial”, según dijo a LA NACION el analista político Teivo Teivanen hace unos meses. “Ella es joven, se divierte, sale a bailar, se pone su chaqueta de cuero, toma cerveza, eso es parte de su carisma”, señaló. Esta vez, no obstante, Marin podría no librarse tan fácilmente del escrutinio del público.
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