El escándalo del avión: Irán, una potencia regional con múltiples tentáculos en América Latina
La región siempre es una zona de interés estratégico para Irán, especialmente desde su quiebre con Estados Unidos; Venezuela desplazó a Cuba como cabeza de puente de la influencia del régimen en el continente
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BARCELONA.- A pesar de que la República Islámica de Irán es una potencia regional, el estudio de su política exterior puede ser tan compleja como el de una superpotencia en el escenario global. Esto es así por su ideología revolucionaria y por el complejo diseño institucional del Estado, que su fundador, el ayatollah Khomeini, quería que combinara a la vez una legitimidad teocrática y democrática. Por encima incluso del gobierno y el Parlamento, sobresalen dos actores en la esfera internacional: el líder supremo, Ali Khamenei, y los Guardianes de la Revolución.
Sin duda, Khamenei, el clérigo que sustituyó a Khomeini tras su muerte en 1989, es la figura más poderosa. Él tiene la última palabra en todas las cuestiones claves para el Estado iraní, incluida su política exterior y de seguridad. En este ámbito, Khamenei es quien marca las orientaciones generales, y luego hay diversas instituciones que las ejecutan. Entre ellas, obviamente, el Ministerio de Asuntos Exteriores, encargado sobre todo de los asuntos de cooperación económica, política y cultural. Sin embargo, en el ámbito de la seguridad, son los Guardianes de la Revolución quienes desempeñan un papel dominante, por delante del propio Ejército regular.
Los Guardianes de la Revolución, popularmente conocidos en Irán como los pasdarán, es un cuerpo paramilitar que tiene como función velar por el mantenimiento del sistema político del país. Sus miembros son adoctrinados en la fidelidad al régimen y, por ejemplo, son los principales encargados de reprimir cualquier revuelta interna. Con el paso de los años, los Guardianes de la Revolución han ido creciendo en número -se calcula que sus miembros hoy son más de 200.000- y poder, sobre todo económico. Algunos analistas incluso los han calificado como un “Estado dentro del Estado”.
Su acción exterior está dominada por la ya célebre Fuerza Quds (Jerusalén, en árabe), que se encarga de labores de inteligencia y de gestionar las relaciones con las milicias que son afines a la República Islámica en Oriente Medio, como la libanesa Hezbollah, o la iraquí Kataib Hezbollah. También se encargaría de las operaciones de tipo militar o terrorista fuera de sus fronteras.
Por ejemplo, este cuerpo desempeñó un papel clave para la victoria de Bashar al-Assad en la guerra civil siria, pues envió miles de soldados de diversas nacionalidades a Siria. Este cuerpo saltó a los titulares de la prensa internacional tras el asesinato con un misil estadounidense de su carismático líder, el general Qassem Soleimani.
Objetivo: América Latina
Desde su creación, la República Islámica ha intentado extender su modelo político islamista por toda la región. Más recientemente, y ante el temor a una acción estadounidense en busca de un cambio de régimen, el apoyo a las milicias en otros estados de la región es vista como una estrategia de supervivencia.
A pesar de estar separada por miles de kilómetros, varios mares y un océano, América Latina siempre ha sido una zona de interés estratégico para Irán, sobre todo después del advenimiento del régimen de los ayatollahs. La tormentosa relación que ha mantenido con Estados Unidos desde la toma de la embajada en Teherán cerró las puertas del régimen al mundo occidental, que había sido su principal socio económico y político durante décadas. Entonces, tuvo que buscar relaciones alternativas, y enseguida buscó trabar relaciones con aquellos Estados y movimientos con los que había una afinidad ideológica anti-imperialista y una hostilidad hacia Washington.
En las últimas décadas, Venezuela ha desplazado a Cuba como cabeza de puente de la influencia iraní en el continente. Las relaciones entre ambos países, siempre estrechas al ser ambos fundadores de la OPEC, dieron un salto de calidad con la llegada al poder de Hugo Chávez. Irán vio en el proyecto del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) una oportunidad de oro para proyectar su influencia a nivel económico y político en una amplia franja del continente. Es en aquella época cuando lanza el canal de televisión global en español Hispan TV, destinado a promover una visión del mundo acorde con una ideología anti-imperialista y hostil al liderazgo mundial de Washington.
La inversión económica en el ALBA, que se concentró sobre todo en el ámbito de las infraestructuras y la minería, se reveló un auténtico fracaso entrada la segunda década del siglo XXI a causa de la mala gestión y los vaivenes políticos, incluidas las renovadas sanciones de Washington por el programa nuclear iraní. No obstante, Teherán mantuvo las buenas relaciones políticas con el régimen de Maduro, pues considera fundamental su supervivencia para sus intereses en América Latina. De ahí, que se haya mantenido la cooperación económica, como demuestra el actual incidente con el avión de Emtrasur varado en Ezeiza.
Una pata también importante de la presencia iraní en América Latina, aunque sea de forma indirecta, es a través de Hezbollah, muy activa en la zona de la triple frontera aprovechando el establecimiento de una nutrida comunidad de origen libanés. Aunque el principal interés de la milicia libanesa en la región ha sido la captación de fondos y el desarrollo de actividades comerciales, el atentado a la AMIA en 1994 demuestra que también puede tener una vertiente de tipo militar y de inteligencia.
En la prensa israelí, se ha especulado sobre la existencia de miembros de la Fuerza Quds en América Latina, sobre todo después de saberse que en 2021 se abortó en Colombia un intento de asesinato de un diplomático iraní. Estos operativos habrían recibido pasaportes venezolanos a través de la legación diplomática de este país en Bagdad. Aunque estas informaciones todavía no se pudieron confirmar, no es descabellado pensar que Teherán podría escoger América Latina como el escenario en el que vengar el reciente asesinato por parte de Israel de diversos científicos implicados en el desarrollo de su programa nuclear iraní o de altos responsables de la Fuerza Quds implicados en la planificación de operaciones terroristas en el exterior.
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