El escándalo de la foto de Kate y la tensión entre los medios y las celebridades que buscan verse siempre perfectas
Los famosos aspiran a tener un look perfecto y el periodismo aspira a contar la verdad, dos estándares que chocaron con la difusión de la foto de la princesa
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LONDRES.- El domingo, mientras el veterano fotógrafo Paul Clarke practicaba remo bajo la lluvia en el río Támesis, su teléfono empezó a sonar.
La familia real acababa de difundir una foto de Kate, princesa de Gales, y sus tres hijos: oficialmente, se trataba de un saludo por el Día de la Madre en Gran Bretaña, aunque el mensaje también llegaba en medio de frenéticas especulaciones sobre la extraña desaparición de la escena pública de la futura reina desde la cirugía abdominal a la que fue sometida en enero.
Clarke es un experto en el arte de editar y retocar fotografías, y ahora varios de sus amigos le pedían su opinión sobre la imagen difundida por palacio. Casi de inmediato, Clarke notó, digamos, algunas inconsistencias…
¿Qué era eso en la mano de la princesa Charlotte, que parecía distorsionada por el puño de su sweater? ¿Por qué ahí los dedos de su madre parecían tan borrosos en comparación con la detallada imagen del sweater del príncipe Louis? ¿Y esos brillos tan profesionales en los ojos de la familia, en una foto supuestamente tomada por el príncipe Guillermo?
La foto, según señaló Clarke en un posteo en las redes sociales que se viralizó de inmediato, contenía “numerosas manipulaciones, evidentes a simple vista”. Y agregó: “¡Cómo se les ocurre!”
Pocas horas después, los principales servicios de noticias que habían hecho circular las fotos de palacio —como Getty Images y las agencias France-Presse y Associated Press— les pedían a sus clientes que dejaran de usar las imágenes por temor a que hubiesen sido alteradas, violando sus estándares éticos. Y el lunes llegaron las disculpas de Kate, que “como muchos aficionados a la fotografía”, según explicó en un comunicado oficial, había estado “experimentando con la edición”.
El incidente dejó expuesto el creciente choque entre dos conjuntos de estándares mediáticos. Por un lado, las cada vez mayores expectativas de perfección que tienen las celebridades: piel lisa y glúteos sin celulitis que se logran más fácilmente con un poquito de Photoshop. Del otro lado, están los ideales de transparencia e integridad periodísticas, cada vez más asediados por las imágenes deepfake o ultrafalsas producidas con inteligencia artificial y por los gritos de “fake news!” que se han infiltrado en la cultura.
Muchos también se preguntaron si no se había tratado de una torpe movida de relaciones públicas del Palacio de Kensington para enfrentar las descabelladas teorías conspirativas sobre la salud de Kate, cuyo único resultado había sido exacerbar la situación.
“¡Cómo se les ocurre!”, se hizo eco Sally Bedell Smith, biógrafa de la realeza británica. “Si la foto fue muy manipulada, tal como se especula, se genera un problema de credibilidad muy grave”.
Pero Clarke, que no cree que haya ninguna conspiración, sino simplemente “ineptitud”, considera que los cuestionamientos a la “credibilidad” están fuera de lugar. ¿Por qué la familia real no podría querer retocar una imagen? “Todos queremos que en las fotos nuestros hijos salgan sonriendo”.
La pregunta, apunta Clarke, es si los medios de comunicación no se apresuraron a difundir la imagen a la opinión pública: en otras palabras, si no estuvieron demasiado dispuestos a presentar como noticia una imagen demasiado linda.
La ética periodística exige que las imágenes publicadas en los medios de comunicación representen la realidad, sin manipulaciones de postproducción, como Photoshop u otro software de edición. Los medios periodísticos también deben garantizar la veracidad de las fotos tomadas en circunstancias inciertas. Imágenes de la guerra en Ucrania, por ejemplo, se analizan píxel por píxel en busca de evidencias de posible desinformación.
Pero en el mundo VIP que habitan los miembros de la realeza, el “photoshopeo” de las imágenes no sólo es aceptado: es lo que se espera de ellos.
En lo referido a las imágenes, las revistas de moda y de celebridades no se ciñen a los mismos estándares que los medios de recopilación de noticias, y suelen retocar las fotos de tapa y de los informes de las figuras con el objetivo de vender un estilo de vida aspiracional.
Manipulación
Algunas celebridades han criticado a las revistas por manipular excesivamente sus fotos: en 2003, Kate Winslet le dijo a la BBC que la foto de tapa de la edición británica de la revista GQ “redujo el tamaño de mis piernas en aproximadamente un tercio”.
Hoy, sin embargo, el usuario promedio de Facebook que simplemente quiere una foto de perfil más favorecedora, cuenta con tecnología similar y de fácil manejo en su celular o en su computadora. Ese fue el pecado muy humano que confesó la princesa y que un miembro de palacio calificó como “un error ingenuo e inocente” que la gente rápidamente sabrá perdonarle.
“Ella lo admitió, y es mucho más que lo que hicieron las agencias de fotografía”, señala Dickie Arbiter, exvocero de la reina Isabel II. “Fue genuinamente un error, que fue perpetuado por agencias que no verificaron: difundieron la foto y horas más tarde la tuvieron que eliminar”.
La agencia AP publicó una extensa explicación de su orden de “dar de baja” la imagen, donde dice que sus reglas prohíben imágenes alteradas o manipuladas digitalmente más allá de una edición fotográfica menor, como algún recorte o ajuste de color, pero nada que pueda alterar la escena original de la fotografía.
“No se aceptan cambios en los niveles de densidad, contraste, color y saturación que alteren sustancialmente la escena original”, explicó AP. “Los fondos no deben eliminarse ni difuminarse digitalmente, quemándolos o aplicando colores agresivos”. La AP tampoco permite la eliminación de “ojos rojos”.
En consonancia, Reuters explicó que su Manual de Periodismo sólo permite un uso limitado de Photoshop. “Usamos una pequeña parte de su potencial, solo para formatear nuestras imágenes, recortarlas, dimensionarlas y equilibrar el tono y el color”, manifestó el servicio de noticias.
Susan Keith, profesora de periodismo y estudios de medios en la Universidad de Rutgers, celebra la aplicación de esos estándares periodísticos.
“En esta época de bombardeo de desinformación y noticias falsas, entiendo perfectamente que quieran asegurarse de que la opinión pública sepa lo que está viendo”, señala Keith. “Esa es la razón central de lo que están haciendo las agencias de noticias”.
Al dar de baja la foto, agrega Keith, los servicios de noticias le enviaron al Palacio de Kensington un serio mensaje sobre su compromiso con la transparencia y la precisión.
Estándares
Pero en un momento en que gran parte del periodismo enfrenta fuertes recortes presupuestarios, muchas redacciones ya no tienen los recursos ni el personal para detectar todas las infracciones a sus estándares, señala Keith.
Además, en este caso no se trata de imágenes provenientes de una zona de guerra: era la foto de unos niños con su mamá, y por eso la manipulación es un poco absurda y al mismo tiempo simpática, sobre todo para quienes saben lo difícil que es lograr que los chicos se queden quietos y sonrían para la foto.
Los estándares de perfección de las celebridades son aún más exigentes para los miembros de la realeza, de quienes no sólo se espera que se vean bien, sino que proyecten las aspiraciones e ideales de toda una nación.
En una sesión de fotos en el hospital, apenas horas después de dar a luz al príncipe George, la princesa lució impecable junto al próximo heredero al trono. Por eso cualquier foto de Kate con un aspecto menos que inmaculado después de la cirugía abdominal a la que fue sometida en enero habría desatado tantas especulaciones y comentarios por lo bajo como la ausencia total de imágenes.
“Tal vez el impacto haya sido tan fuerte por los estándares poco realistas que ella tiene que cumplir”, apunta Bedell Smith. La biógrafa de la realeza agrega que para tranquilizar a la opinión pública británica sobre la salud de Kate habría sido mejor que el Palacio de Kensington publicara la foto original de la princesa y sus hijos, en todo su esplendor sin editar.
“Es buen momento para que entiendan que no tienen que ser perfectos”, señala. “No tiene nada de malo salir medio desarreglado en una foto, como nos pasa a todos”.
Maura Judkis, Janay Kingsberry, Herb Scribner y Karla Adam
Traducción de Jaime Arrambide
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