El escalador más solitario del Everest que va por una conquista inédita
Hasta ahora nunca nadie llegó a la cima en invierno, sin oxígeno y sin compañía; el alemán Jost Kobusch, de 29 años, busca esa meta
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NUEVA YORK.- Los restos de una tienda de campaña naranja se agitan con el viento. Una sola cuerda cuelga de una pared de roca de 90 metros. El sonido de los crampones chirriando sobre la nieve y el hielo rompe el silencio. Solo aparece una mochila, que pertenece a Jost Kobusch, un alemán que ahora mismo podría describirse como el escalador más solitario del mundo.
Kobusch está en el Monte Everest, en pleno invierno, intentando llegar a la cima de la montaña más alta del mundo durante una temporada en la que casi nadie se atreve a escalarla. No se ve a nadie más en kilómetros a la redonda, solo a Kobusch y un reto de 8849 metros: convertirse en la primera persona en escalar el Everest en solitario en invierno, sin oxígeno suplementario.
En una llamada de WhatsApp desde Nepal, Kobusch describió la soledad surrealista del paisaje. “Tienes que imaginarte esto: solo hay una tienda en el campamento base”, dijo. Es la suya, por supuesto. Tosió en el teléfono; el aire gélido -que puede descender a -60°C en la cumbre en invierno- ha sido duro para sus pulmones, dijo.
Si lo consiguiera, Kobusch, de 29 años, inscribirá su nombre en la historia de la escalada en el Everest de forma importante. Incluso él reconoce que es un gran “si”, pero su intento refleja el impulso por dejar una marca en la montaña más famosa del mundo.
Desde que Edmund Hillary y el sherpa Tenzing Norgay fueron los primeros en llegar a la cumbre, en 1953, más de 6000 personas han sido reconocidas por alcanzar la cima.
Hoy en día se ha puesto de moda ser cumplir algún récord en la cima -el jugador de la NFL más viejo en llegar a la cima, la cena más alta del mundo-, dejando de lado las hazañas verdaderamente notables en el Everest.
“Cada vez es más difícil hacer algo sobresaliente en las cumbres de 8000 metros, porque ya se ha hecho mucho, sobre todo en el Everest”, afirma Billi Bierling, director gerente de la Base de Datos del Himalaya.
Sin embargo, alcanzar la cumbre de cualquiera de los 14 picos de 8000 metros del mundo en el inhóspito frío y los vientos huracanados del invierno sigue siendo una hazaña monumental. El K2, el segundo pico más alto del mundo, aún no había tenido a nadie que alcanzara la cumbre en invierno, hasta que finalmente sucumbió el año pasado ante un equipo nepalí, dirigido por Nirmal Purja, conocido como Nims, y Mingma G.
El K2 puede ser más frío que el Everest en invierno, pero Purja dijo en un correo electrónico desde la Antártida, donde estaba guiando una expedición: “Desde el punto de vista del invierno, si se quita toda la mano de obra y se va allí sólo con un equipo pequeño, el Everest sería mucho más difícil y peligroso porque está a casi 9000 metros”.
“Hay que saber sufrir”
Krzysztof Wielicki, de 72 años, realizó la primera ascensión invernal al Everest el 17 de febrero de 1980, junto con otro montañista polaco, Leszek Cichy, después de que un equipo de 16 escaladores lo intentara durante dos meses.
“Hay que saber sufrir. Es el arte del sufrimiento”, dijo en una llamada telefónica desde su casa en el sur de Polonia.
Incluyendo a Wielicki y a Cichy, solo 15 personas han estado en la cima del Everest en invierno meteorológico (que comienza el 1 de diciembre), cuando los vientos pueden alcanzar los 320 km/h. Pero todos subieron con compañeros, y sólo uno, Ang Rita Sherpa, en 1987, subió sin oxígeno suplementario.
Kobusch, con su afición a las escaladas largas, solitarias y atrevidas, está intentando subir la apuesta aún más. No sólo está escalando en invierno y en solitario sin oxígeno suplementario, sino que está intentando alcanzar la cima del Everest por el lado oeste, un camino mucho más formidable que las dos rutas más comunes, que utilizan casi el 98% de los que buscan la cumbre. Kobusch debe enfrentarse a paredes escarpadas, hielo azul duro y un barranco final de hielo, roca y nieve -llamado Hornbein Couloir- en el que solo unas pocas personas han puesto el pie.
“Hacer una ruta que no se ha hecho antes en invierno es otra forma de hacer algo por primera vez”, dijo Bierling. “Lo que está haciendo Jost, es muy desafiante técnicamente, y lo está haciendo completamente solo. Si lo consigue, estará en la misma cima en la que está todo el mundo. Pero la forma en que llega allí, no se puede comparar, es muy diferente”.
Escalar el Everest en solitario no es un cambio para Kobusch, sino una continuación de su estilo característico. En 2016, después de escalar el Annapurna I (8090 metros) en solitario, decidió que buscaba una experiencia aún más monástica y remota.
“Otras personas estaban escalando la montaña el mismo día”, dijo sobre el Annapurna. “Yo buscaba la verdadera naturaleza salvaje”.
En 2017, lo encontró. Kobusch escaló en solitario el Nangpai Gosum I (7321 metros), que entonces era el cuarto pico más alto del mundo sin escalar. “Lo siguiente que hice fue buscar ese espacio en bruto en los picos de 8000 metros, para el proyecto más duro y más grande que pudiera imaginar”, dijo. “Y era bastante obvio. Era el Everest”.
Esta es la segunda vez que intenta escalar el lado oeste del Everest en solitario en invierno, después de un primer intento en la temporada 2019-20, cuando alcanzó una altura de 7366 metros antes de darse la vuelta. Esas experiencias solitarias son muy diferentes del Everest convencional.
En primavera, el Campo Base del Everest se convierte en un bullicioso pueblo que se extiende a lo largo de 2 kilómetros por el glaciar del Khumbu. En 2021, la población del lugar superaba las 1000 personas. En 2019, la última temporada de escalada que no se vio afectada por la pandemia de coronavirus, más de 1240 personas estuvieron por encima del campo base, según la Base de Datos del Himalaya.
Por Michael Levy
The New York Times
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