El enemigo en casa: EE.UU. pone la mira en el terrorismo doméstico
WASHINGTON.– Durante las últimas dos décadas, los norteamericanos asociaron el terrorismo con nombres como Osama ben Laden, Al-Qaeda, Hezbollah o Estado Islámico (EI). La amenaza –el miedo– provino siempre desde fuera de las fronteras del país. Pero ahora, y, sobre todo, después del ataque al Congreso que tiñó el cierre de la presidencia de Donald Trump a principios de este año, el foco giró hacia el enemigo en casa: el terrorismo doméstico.
El Departamento de Seguridad Interior de Estados Unidos emitió esta semana una inusual advertencia en un sistema diseñado para alertar al país sobre posibles amenazas terroristas. La administración del presidente Joe Biden indicó que "grupos extremistas violentos" alentados por "falsas narrativas" podrían llegar a movilizarse para "incitar o cometer violencia". El sistema había sido utilizado por última vez luego del asesinato del general iraní Qassem Soleimani, ante el temor de un ciberataque ordenado por Teherán.
Esa alerta fue una de las novedades que dejó el inicio del gobierno de Biden, que ya en su discurso inaugural prometió enfrentar el terrorismo doméstico, el extremismo político y el supremacismo blanco, un flagelo atado al racismo que lleva presente más de un siglo en Estados Unidos, y que cobró tal relevancia durante la presidencia de Trump que terminó por eclipsar al terrorismo internacional.
Ya a fines del año anterior, el gobierno federal de Estados Unidos dijo que los grupos supremacistas blancos eran la amenaza doméstica más peligrosa en el país. Un estudio del Centro para Estudios Internacionales Estratégicos indicó que entre 1994 y 2020 hubo 893 ataques terroristas en el país, de los cuales la mayoría, un 57%, fueron perpetrados por terroristas de ultraderecha.
Los atentados del 11 de Septiembre fueron los más letales de la historia, pero, desde entonces, en los últimos años los supremacistas blancos han provocado muchas más víctimas que los jihadistas.
"No hay duda de que el aumento del extremismo de derecha siguió el camino y el ascenso de Trump. Envalentonó a estos grupos. Lo vieron como un líder y un partidario en la Casa Blanca, que es algo que no habían tenido antes", dijo a LA NACION Stephen Piggot, un investigador de los grupos de ultraderecha del Western States Center.
"Muchas de sus políticas fueron apoyadas por la extrema derecha. El veto musulmán. Sus políticas antiinmigrantes. Y su agenda anti-LGBTQ también. Estos grupos están envalentonados y son más prominentes de lo que eran hace cinco años", resumió el experto.
El asalto al Congreso, el peor ataque a la democracia en la historia, que fue tildado por Biden como un acto de terrorismo doméstico, dejó cinco muertos. La protesta y la invasión al Capitolio mostró varios símbolos asociados con la ultraderecha, incluida la bandera confederada, asociada al racismo, aunque en el sur muchos la reivindican como un símbolo patrio.
La amenaza doméstica abre una nueva grieta en el país. Mientras que los ataques terroristas del 11 de Septiembre forjaron una unidad a prueba de todo para enfrentar al terrorismo y encumbraron a George W. Bush como un líder popular, la amenaza de la ultraderecha divide más a la política. Los demócratas denuncian y atacan ese extremismo, pero algunos republicanos, sobre todo, los republicanos trumpistas, minimizan la amenaza o miran hacia otro lado, o incluso sostienen que existe un intento por censurar voces de la derecha.
Abordaje
"No es una amenaza nueva en Estados Unidos", dijo Leah Polk, directora de RAND Corporation. "Durante los últimos 20 años, el enfoque desde los ataques del 11 de Septiembre se ha centrado en el terrorismo extranjero, específicamente Al-Qaeda y luego EI, y eso le dio algo de espacio a este problema para que creciera y no se enfrentara adecuadamente".
Polk dijo además que el terrorismo doméstico es un problema más difícil de abordar entre otros motivos porque está rodeado de "sensibilidades políticas", algo que quedó claro, dijo, en "la falta de voluntad" de políticos para despegarse del ataque al Congreso. A eso se suman "la politización en torno a la retórica extrema" y las discusiones respecto de qué es cierto y que no durante los últimos cuatro años, que a su juicio han acelerado y exacerbado el problema. Y, en última instancia, la perdurabilidad del flagelo del racismo.
"Va a la historia de Estados Unidos. Siempre hemos tenido un problema con la equidad racial. No hemos resuelto ese problema", indicó.
Piggot cree que el problema perdurará, y, de hecho, dijo que ahora existe el potencial para más violencia en los próximos años por el malestar que genera en los grupos de ultraderecha la partida de Trump, quien nunca admitió su derrota.
A eso se suma que, según Andrew Selepak, coordinador del programa de redes sociales de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Florida, los grupos extremistas han aprendido a esquivar la regulación de redes sociales como Facebook o Twitter, plataformas que antes no existían, y que ahora usan estos grupos.
"Las redes sociales son más accesibles que un periódico, y tenemos más grupos", dijo Selepak. "El KKK existe desde hace 150 años, no ha desaparecido. No sé por qué alguien pensaría que alguno de estos grupos se iría. Al final del día, a menos que lleguemos a un punto en el que todas las personas estén de acuerdo en todo, algunas personas serán más extremistas en estar en desacuerdo. La pregunta es si está en el sistema o no, y, si está afuera, si se vuelve violento", cerró.
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