El eje revolucionario se apropia del triunfo de la izquierdista Xiomara Castro en Honduras
Los líderes de Venezuela, Cuba y Nicaragua celebraron la victoria de la candidata socialista, que ven afín a sus intereses geopolíticos
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CIUDAD DE PANAMÁ.- El primero en celebrar fue el expresidente Manuel Zelaya, el marido de la ganadora. Le siguieron Nicolás Maduro, Daniel Ortega y Miguel Díaz-Canel, en ese orden. El contundente triunfo de la izquierdista Xiomara Castro, con el 53,61% de los votos con el 50% del escrutinio y con casi 20 puntos de ventaja sobre el nacionalista Nasry Asfura, avizora que Honduras se convertirá en un nuevo aliado del eje revolucionario en la región. Al menos en la pelea por el tablero geopolítico.
“El pueblo ha hecho justicia, revertimos el autoritarismo y el continuismo. Vamos a formar un gobierno de reconciliación nacional, de paz y de justicia. Vamos a construir una nueva era”, clamó Castro en su primera aparición ante el país.
La realidad es que el eje revolucionario se ha apropiado de un triunfo que no es suyo, ya que fue el voto castigo el que dio vuelta la historia en Honduras, llevando por primera vez a la presidencia a una mujer y a una candidatura de izquierda, con el partido Libertad y Refundación (LIBRE).
Entre “narcos” y “zurdos”, como se dice en las calles, la mayoría de los votantes se decantaron por la izquierdista Castro, a la cabeza de Alianza de Oposición. Pero más que el voto ideológico, pesaron las ansias de cambio de un país harto de los continuos escándalos de corrupción y narcotráfico luego de tres legislaturas bajo el gobierno del derechista Partido Nacional.
El pozo social cavado por el oficialismo, sumado a las heridas abiertas desde el golpe de 2009, han provocado que por primera vez en diez elecciones no ganase uno de los partidos tradicionales. Los liberales, ante el silencio de los oficialistas, sí reconocieron a Xiomara como presidenta electa, al igual que el empresariado.
Vendetta
Este triunfo electoral también supone una vendetta política tanto para el expresidente Zelaya, derrocado en 2009, como para su estrecho aliado Maduro, principal apoyo del exmandatario durante su odisea. “¡Se van, se van!”, cantó y bailó el domingo por la noche el exmandatario, buscando un medido segundo plano, pero presente, muy presente, en la larga travesía del desierto.
“La patria grande celebra el triunfo de la democracia y la paz en Honduras”, celebró Maduro nada más conocer los resultados, abriendo el escenario para las reacciones del eje revolucionario, que gana un nuevo aliado para su geopolítica internacional. En la última votación en la Organización de Estados Americanos (OEA), la dictadura de Nicaragua no cosechó ni un solo voto favorable más allá del propio.
“En nombre del pueblo nicaragüense y de las mujeres en particular, expresamos nuestra alegría ante esta histórica elección”, destacó Ortega. “América Latina y el Caribe también celebran con Honduras”, añadió Díaz-Canel.
A falta de conocerse el reparto de escaños entre los libres y sus aliados, el Partido Salvador (liderado por el vicepresidente electo, Salvador Nasralla), los socialdemócratas del PINU y un grupo de dirigentes liberales disidentes, se especula sobre cuál será la postura internacional que adopte Castro en el futuro: si plenamente entregada al eje Caracas-La Habana-Managua o más cercana a las tesis del populista mexicano Andrés Manuel López Obrador.
La tarea por delante es hercúlea y parece requerir todos los esfuerzos: reducir la pobreza del 70%, la emigración continua de sus jóvenes y los efectos económicos de la pandemia y de los huracanes. Al menos esa es la teoría oficial.
Queda por ver hasta qué punto gobernará la ganadora o lo hará Zelaya, un terrateniente de Olancho devenido en líder revolucionario. Quienes los conocen aseguran a LA NACION que “Xiomara no es la misma que en 2009 y ha madurado mucho. Pero Mel está al lado, son la pareja y han construido juntos este proceso. Tiene capacidad y criterio. Y toma decisiones”.
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