Así opinó Denise Garrey, vicepresidenta del Instituto de Vacunas Sabin, sobre la situación crítica que está atravesando el país de Jair Bolsonaro en la segunda ola
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“Brasil es el ejemplo de todo lo que podía salir mal en una pandemia. Tenemos un país con unos dirigentes que, además de no implementar medidas de control, minaron las medidas que teníamos, como la distancia social, el uso de mascarillas y, durante mucho tiempo, también las vacunas. Nos convertimos en una amenaza global”.
Esta es la opinión de Denise Garrett, epidemióloga que trabajó durante más de 20 años en el Centro para el Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) del Departamento de Salud de EE.UU. y ahora es la vicepresidenta del Instituto de Vacunas Sabin (Washington).
Garrett no escatima en críticas al gobierno brasileño por su manejo de la pandemia de covid-19. “Un año después, estamos en el peor lugar en el que podríamos estar, con una transmisión altísima, con una variante extremadamente alarmante y con un sistema de salud al borde del colapso”, dijo.
En el CDC, la experta se desempeñó como asesora del Programa de Capacitación en Epidemiología de Campo (FETP) en Brasil, como líder del equipo en el Consorcio de Estudios Epidemiológicos de Tuberculosis (TBESC) y como asesora de la Iniciativa Presidencial contra la Malaria en Angola.
Los expertos consideran que Brasil atraviesa el peor momento de la pandemia. Según los datos oficiales, Brasil registró su récord diario de muertes el martes, con 3251. Este miércoles se registraron 2.009 muertos, con lo que el país ya superó los 300.000 muertos desde el inicio de pandemias (300.685 víctimas).
El país sudamericano es el segundo país del mundo con más muertos por covid, por detrás de EE.UU., con 545.282), según datos de la Universidad Johns Hopkins.
Garrett realizó esta entrevista con BBC News Brasil.
Pasó un año desde que la OMS decretó la pandemia de covid-19 en el mundo. ¿Cuál es tu análisis de la situación en Brasil?
Brasil es un ejemplo de todo lo que podía salir mal en una pandemia. Tenemos un país con unos dirigentes que, además de no implementar medidas de control, minaron las medidas que teníamos, como la distancia social, el uso de mascarillas y, durante mucho tiempo, también las vacunas.
La situación actual es sumamente preocupante. Tenemos una población agotada. E hicimos un confinamiento a medias. Un año después, estamos en el peor lugar en el que podríamos estar, con una transmisión altísima, con una variante extremadamente alarmante y con un sistema de salud al borde del colapso.
Brasil parece vivir en un universo paralelo. Si bien todos los países avanzan en una dirección, nosotros vamos en la dirección opuesta. Un factor decisivo para ello, además de los que ya he mencionado, fue el fomento del uso de medicamentos sin ninguna evidencia científica, que la población creyó que eran una medida de protección.
Es decir, en lugar de practicar el distanciamiento social y usar mascarilla, mucha gente creyó en el presidente (Jair Bolsonaro) y pensó la ivermectina y hidroxicloroquina los protegería. No vi a ningún otro país del mundo haciendo eso.
Aquí en Estados Unidos, el expresidente Donald Trump también llegó a recomendar este medicamento en un momento determinado. Pero, en Brasil, había un protocolo recomendado por el Ministerio de Salud. El impacto de estas noticias falsas es inmenso, y hace que incluso los colegas médicos sufran la presión del propio paciente.
Además de todo esto, no tenemos vacuna. El gobierno no llegó a acuerdos cuando se suponía que debía hacerlo. El presidente dijo que no sería vacunado. Las dosis que tiene Brasil ahora no provienen del gobierno federal.
Muchos expertos, dentro y fuera de Brasil, dicen que el país se convirtió en una amenaza global. ¿Estás de acuerdo con esta afirmación?
Claro. Brasil se convirtió en una gran amenaza mundial. El país se convirtió en un hervidero de nuevas variantes.
Los virus siempre están mutando. Las mutaciones que le sean favorables, cuando no existen restricciones a la transmisión, serán seleccionadas y predominarán. Eventualmente, y esto aún no sucedió, dado que las nuevas cepas están respondiendo a las vacunas, que protegen contra la forma más severa de la enfermedad, podemos tener variantes que comprometan la efectividad de las vacunas.
Por supuesto, en un entorno donde la tasa de vacunación es baja y la tasa de transmisión es alta, como en Brasil, este riesgo es mucho mayor. Nadie está a salvo hasta que todos estén a salvo. Ningún país se sentirá seguro mientras exista un país como Brasil, donde no hay ningún tipo de control.
Todos los esfuerzos loables de otros países, que están funcionando, pueden simplemente perderse debido a un país que no se preocupa por la pandemia. Y donde los dirigentes no tienen sensibilidad por la vida.
En este sentido, ¿crees que los brasileños pueden ser mal vistos e incluso que se les impida entrar en otros países?
Esto es algo que ya está ocurriendo. Y creo que se intensificará aún más. Existen restricciones a la entrada de ciudadanos brasileños en todo el mundo. Cualquier país con sentido común haría eso. Cualquier país que se preocupe por la salud de su población.
Es obvio que otros países se van a proteger. Las medidas que Brasil no tomó, el resto del mundo sí las tomó. Cuando dices que vas a Brasil ahora, es un riesgo. Antes era el riesgo de violencia, tardamos mucho en cambiar esta imagen, ahora es el covid-19.
¿Qué crees que debería hacer Brasil en este momento?
Dos cosas. Brasil necesita un confinamiento estricto a nivel nacional. Pasó el momento de un cierre a nivel municipal o estatal. Y cuando hablo de confinamiento, me refiero a no salir de casa, solo en caso de urgencia. Vaciar las calles de verdad, que solo operen los servicios esenciales.
Hubo un momento en el que podíamos hacer confinamientos a nivel municipal o estatal, cuando la pandemia en Brasil era aún “muchas pandemias”. Me explico: somos un país enorme y hubo un momento en que tuvimos diferentes etapas de la pandemia en diferentes lugares. Es decir, se podían tomar medidas localizadas.
En esta etapa, esta posibilidad ya no existe. Todo el país está al borde del colapso. No tiene sentido cerrar un estado y que otros permanecen abiertos. Y la gente moviéndose de uno a otro. Brasil necesita recuperar el control del virus. El virus está desatado, y esto es urgente. Solo así reduciremos los casos y, en consecuencia, las muertes.
Otra cosa es vacunar a la población. Necesitamos planificación y estrategia. Pero, desafortunadamente, no tengo ninguna esperanza sobre el gobierno federal al respecto.
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