El drama de las "chicas de Chibok": casi mil días bajo el terror jihadista
Dos años y medio después del secuestro de 276 estudiantes secundarias por miembros de la milicia islamista de Boko Haram, crece el clamor por traerlas de vuelta
El 14 de abril de 2014 el mundo se volvió tortuoso y oscuro para 276 estudiantes nigerianas que, gracias a los infinitos esfuerzos de sus padres campesinos, estaban por rendir los exámenes finales del secundario en una escuela del poblado de Chibok, una aldea ignota del corazón africano que saltó a la fama mundial de la peor de las maneras posibles.
Pasaron casi mil días desde que esas "chicas de Chibok", como se las conoce desde entonces, fueron secuestradas por una de las fuerzas criminales más retrógradas y abyectas de las que se tenga noticia, el grupo terrorista Boko Haram. Su pecado fue aspirar a tener una educación, a superarse, ampliar su visión del mundo, abrirse camino en la vida. Ser independientes.
Nada de eso querían los terroristas, más cómodos con las armas que con los libros, a pesar de su constante alusión al Corán como fórmula mágica que brinda las respuestas de la vida. Amparados en una interpretación reducida y arbitraria del islam, los miembros de Boko Haram se declaran contrarios a lo que llaman "educación occidental", esto es, a pensar libremente.
"Hubo una chica que esa noche llamó a su papá y le dijo que estaban bajo ataque. «Ellos vinieron», dijo. «¿Quiénes son ellos?», preguntó el padre. «Esos de los que no se puede decir el nombre». Así se vive en el nordeste de Nigeria. Están petrificados de miedo. Nadie puede decir «Boko Haram». Si alguien lo hace, incluso entre amigos, la noche siguiente lo buscan, lo sacan a la calle y lo degüellan", dijo a LA NACION la activista nigeriana Aisha Yesufu.
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Aisha y su colega Chinwe Madubuike son miembros de la fundación Bring Back Our Girls (Devuelvan a nuestras chicas), y viajaron a Buenos Aires para recibir el premio a los derechos humanos Emilio Mignone, que otorga la cancillería argentina, por el incesante trabajo de esa organización por recuperar a las estudiantes cautivas.
Cincuenta y siete chicas saltaron de los camiones que las llevaban la misma noche del secuestro y se pusieron a salvo en el bosque. Según una rápida evaluación de los riesgos, o por instinto de supervivencia, las fieras y alimañas que se escondían en esa espesura no les parecieron una amenaza tan grave comparado con la crueldad de los terroristas.
Dos chicas más se escaparon mucho más adelante, otra vez a riesgo de morir. Y otras 21 fueron liberadas hace dos meses, luego de largas negociaciones con el gobierno, en un probable mano a mano por comandantes detenidos. El resto sigue en los campamentos que Boko Haram tiene repartidos en la tierra sin ley que consideran sus dominios.
La milicia era conocida por un bombazo contra los cuarteles de la ONU en Nigeria y, sobre todo, por la brutalidad con que arrasaban los poblados a su paso en tres estados del noreste, su zona de influencia, allí donde manda el más fuerte, el que dispone de más y mejores bazookas, granadas o explosivos.
En esas aldeas desprotegidas, donde no hay presencia militar ni dios al que encomendarse, los terroristas aplicaban, y siguen aplicando, una regla de tres: matar a los hombres, reclutar a los chicos para la milicia y esclavizar a las mujeres.
"Lo que les pasó a las chicas no es un asunto local. Ellas son ciudadanas globales: están en cautiverio porque decidieron educarse. Se las llevaron por animarse a ir a rendir los exámenes aún sabiendo que los terroristas podían venir. Si no hacemos nada por ellas, la señal que se envía a otros grupos es que se puede hacer lo que quiera contra la civilización y salir impune", señaló Aisha.
Poco se sabe de la vida que llevan las chicas de Chibok, más allá de unas escasas apariciones en videos que divulgaron los jihadistas. Otras ex rehenes que escaparon de Boko Haram dijeron que al menos están sanas y salvas. Para los mandos terroristas, la notoriedad internacional de las estudiantes les dio un valor añadido para intercambiar por sus líderes más valiosos en poder del gobierno o incluso por efectivo. Mucho efectivo. Los secuestros son una de sus mayores fuentes de financiación, además de los saqueos en poblados o en las rutas.
Tierra, poder y dinero
¿En manos de quién están exactamente las chicas de Chibok? ¿Son fanáticos, ignorantes, sociópatas o todo eso a la vez? Aisha y Chinwe creen que la ausencia absoluta del Estado, la falta de agua corriente, de servicios de salud, de trabajo, de seguridad y otras necesidades elementales, permitió el crecimiento sostenido de esta banda criminal hasta volverse incontenible, fuera de control y sólo fiel a sus propios intereses de tierra, poder y dinero.
"Al principio vivían abiertamente. En esas zonas no hay presencia estatal y te solucionaban problemas que el gobierno no resolvía. Era un sistema tipo Robin Hood, robaban bancos y se lo daban a los pobres. Tenían seguidores. Después se fueron poniendo violentos, cada día un poco más", recordó Aisha, en una especie de prólogo sobre la secta que fue equiparada con Estado Islámico por su salvajismo.
Aisha se llevó a vivir con ella a la ciudad de Abuja a una de las 57 chicas que lograron escapar la noche del secuestro. Sus padres siguen en el norte del país, en las inmediaciones de Chibok, mientras ella busca volar de la mano de la educación de la que quiso privarla Boko Haram.
"Aunque lo de Chibok sólo fue una experiencia de una noche, fue traumatizante y al día de hoy sigue con pesadillas -contó Aisha-. Pero nosotros no le hacemos un favor, ella nos hace un favor a nosotros. La motivación que le pone al estudio motiva también a mis hijos." Ya de vuelta a la luz del día, Rebecca, que así se llama la chica que se salvó del infierno, retomó los estudios. Su meta es la universidad.
Un doble ataque dejó 30 muertos
- Dos chicas en edad escolar mataron a 30 personas e hirieron a otras decenas ayer en un ataque suicida coordinado con bombas en un mercado atestado de gente en la ciudad de Madagali, en el nordeste de Nigeria. El ataque tiene el sello del grupo militante Boko Haram, que busca establecer un Estado con una estricta interpretación de las leyes del islam en el nordeste del país. Por el momento nadie se había adjudicado el nuevo asalto.