Ximena Suárez relató la crisis que atraviesa desde que regresó a Bolivia; contó que la empresa y el seguro sólo le cubrió los gastos médicos
Sobrevivir a la caída de un avión es un milagro para muchos. Pero para Ximena Suárez, ese milagro "también es una cruz" por las dificultades que sufrió después. La boliviana, de 28 años, era la asistente de vuelo en el avión que cayó el 28 de noviembre pasado en Colombia y en el que viajaba Chapecoense. De las 77 personas que viejaban, sólo salieron con vida seis: una fue ella.
La noche del accidente, Suárez se encontraba en la parte trasera del avión, que quedó completamente despedazado al caer sobre una montaña cercana a Medellín, Colombia, a pocos kilómetros de llegar al aeropuerto de destino.
Al llegar a mi país, sumé más problemas y más problemas. Es increíble"
"Yo sentí que Dios me dijo 'te saco y después luchamos'. Así lo sentí. Luchar por mis hijos, por mi familia, por volver a verlos. Es una situación que nadie se puede imaginar", dice la ahora ex azafata de LaMia, la empresa que operaba el vuelo, en diálogo con BBC Mundo. "Y al llegar a mi país, sumé más problemas y más problemas. Es increíble", agrega.
Y todo se convirtió en un drama más grande para ella. A los problemas físicos y emocionales, se sumaron las múltiples dificultades para pagar los gastos médicos, ya que la aseguradora de la aerolínea LaMia sólo cubrió una parte de los tratamientos. Por eso, Suárez abrió una petición en internet para recibir ayuda económica y para poder pagar las cuentas médicas, pero eso también se transformó en parte de su calvario.
Pesadillas
Para los tripulantes del avión, la póliza de seguro que tenía LaMia con la compañía boliviana Bisa cubría hasta US$25.000 para gastos médicos. Y la clínica colombiana en la que Suárez recibió atención de emergencia y los primeros tratamientos cobró US$12.700, dijo el abogado de Suárez, Carlos Subirana, a BBC Mundo.
"Ella tuvo que gastar de sus propios recursos y llevar las facturas para que le pagaran el tratamiento. Pudimos conseguir judicialmente que la aseguradora pague parte del tratamiento", explica. Sin embargo, una vez que alcanzó el límite de la cobertura, costear el resto de los medicamentos y de las terapias se convirtió en una gran carga para la azafata.
Tengo dolores en la espalda. Tienen que hacerme una cirugía de nariz. Están terminándome los dientes, porque perdí los frontales
"En este momento, estoy realizando fisioterapia en el tobillo y en el cuello. Tengo dolores en la espalda. Tienen que hacerme una cirugía de nariz. Están terminándome los dientes, porque perdí los frontales", describe Suárez. Y hay más: afirma que le es muy difícil mantenerse sentada o de pie por periodos prolongados.
Además, aún está tratando de superar emocionalmente las secuelas que deja un accidente de estas dimensiones. "Ahora necesito medicamentos para dormir. Se me vienen imágenes a la cabeza del accidente. Me levanto con pesadillas, me vienen imágenes del equipo, de los pasajeros que iban tan felices", explica la joven desde Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
¿Por qué pedir dinero?
LaMia operaba con números negativos desde antes del accidente. Y desde el incidente de noviembre, ya no volvió a funcionar. Sus directivos fueron puestos bajo proceso judicial. En este contexto, Suárez asegura que no cobró el sueldo de los meses en los que tuvo incapacidada y que tampoco lo había hecho los tres meses anteriores al accidente.
Además de las terapias físicas, psicológicas y psiquiátricas que tiene que pagar, es madre soltera de dos niños, uno de 2 y otro de 6 años. Entonces, abrió cuenta de ayuda para poder terminar con su tratamiento y regresar lo antes posible a trabajar.
Sin embargo, en redes sociales, recibió mensajes en los que la acusan de utilizar la tragedia de forma oportunista. "Decían que era mejor que me hubiera muerto, que me estaba aprovechando de la gente de buen corazón, que por qué no me ponía a trabajar", lamenta Suárez.
Otros en cambio le han hecho llegar mensajes de aliento y han aportado en 22 días cerca de US$2.900 a través de su petición en línea.
Volver a trabajar
Otro problema para la asistente de vuelo es que LaMia rechazó ofrecer una reparación económica de daños a la que tendría derecho. "Fue un accidente laboral, yo estaba cumpliendo con mi trabajo. Es increíble cómo me van a negar eso", dice Suárez.
El abogado Subirana dice que está en proceso de demandar un "resarcimiento civil" ante la negativa de la empresa de pagar una indemnización. Consultada al respecto, la aseguradora Bisa dijo a BBC Mundo que su póliza cubría los gastos médicos, pero una indemnización por daños psicológicos requiere un daño de por vida. "La compañía ha requerido la evaluación médica/psicológica que corresponde para justificar una indemnización por invalidez total permanente".
No murió en el accidente, no tiene derecho
Por su parte, el abogado de los directivos de la aerolínea, Néstor Higa, considera que no le corresponde ninguna indemnización debido a que "no murió en el accidente". "No tiene derecho. De los US$25.000, se sacaron para pagar los gastos en Colombia y el resto se lo dieron", dijo Higa a BBC Mundo.
Esto fue un problema adicional a Suárez. Entre lágrimas, dice que sólo quiere cerrar este capítulo y poder retomar el trabajo que realiza desde hace ocho años.
"Lo que yo quiero es salir de todo esto, terminar mis terapias y ponerme a trabajar. Mi sueño siempre fue volar. Eso es lo que estamos trabajando con mi psicólogo, porque yo no sé si puedo volverme a subir a un avión. Pero esa es mi pasión".
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