El dictador sangriento y oscuro que cobijó a Ben Laden
Accedió al poder en 1989, tras un golpe de Estado, para imponer un régimen en el que prevalecieron las guerras y los crímenes de lesa humanidad
KHARTOUM (AFP).- El presidente sudanés, Omar al-Bashir, de 75 años, objeto desde hace una década de dos órdenes de captura de la Corte Penal Internacional (CPI), fue derrocado por el Ejército ayer, tras una inédita protesta popular que pone fin a 30 años de gobierno.
En estas tres décadas, Al-Bashir gobernó su país con mano de hierro tras llegar al poder por un golpe de Estado, en 1989.
La movilización de miles de sudaneses, desencadenada por la decisión del gobierno de aumentar el precio del pan el 19 de diciembre en un país en plena crisis económica, constituyó el mayor desafío desde su llegada al poder.
Al-Bashir desafiaba ya desde hacía tiempo a la CPI, con sede en La Haya. En 2009, la CPI lanzó una orden de captura por "crímenes de guerra y contra la humanidad" en Darfur, región del oeste de Sudán afectada por la violencia, antes de agregar en 2010 la acusación de "genocidio". El conflicto en Darfur causó más de 300.000 muertos y 2,5 millones de desplazados, según la ONU.
En diciembre pasado, viajó a Damasco para entrevistarse con el presidente Bashar al-Assad, convirtiéndose en el primer jefe de Estado árabe en visitar Siria tras el inicio del conflicto, en 2011.
Bajo su presidencia, Sudán ingresó a una coalición encabezada por Arabia Saudita, que interviene desde 2015 en Yemen contra los rebeldes. Criticado por la mala gestión de la economía, Al-Bashir prometió en varias oportunidades desarrollar el país, sin convencer a los manifestantes.
Sudán está fragilizado por el embargo económico impuesto por Estados Unidos en 1997 por las presuntas violaciones de los derechos humanos y "terrorismo". El embargo fue levantado en 2017, pero no trajo los beneficios esperados.
Desde la independencia del sur, en 2011, el país sufre la pérdida de las tres cuartas partes de los ingresos petroleros y además enfrenta una inflación de casi 70% al año y un grave déficit de divisas extranjeras.
Nacido en 1944 en una familia de Hosh Bannaga, ciudad situada unos cien kilómetros al norte de Khartoum, Al-Bashir fue fascinado desde muy temprano por la carrera militar.
El 30 de junio de 1989, el general Al-Bashir y un grupo de oficiales derrocaron al gobierno elegido democráticamente de Sadek al-Mahdi.
El golpe fue apoyado por el Frente Islámico Nacional, partido de su mentor, Hassan al-Turabi, quien murió en 2016 después de convertirse en uno de sus peores opositores.
Bajo la influencia de Al-Turabi, orientó a Sudán hacia el islam radical. Sudán está compuesto por múltiples tribus y estuvo dividido entre el norte, de mayoría musulmana, y el sur, poblado por cristianos.
Sudán se convirtió en centro de la internacional islamista y acogió al jefe de Al-Qaeda, Osama ben Laden, hasta 1996, cuando lo expulsó tras la presión de Estados Unidos.
Luego trató de alejarse del islamismo radical y congraciarse con adversarios y vecinos.
En 2005, firmó un acuerdo de paz con los rebeldes del sur que abrió la vía a compartir el poder y a un referéndum de independencia de esa región. En 2011, el sur logró la independencia y así se creó Sudán del Sur.
Al-Bashir tiene dos mujeres, pero no tuvo hijos.
Tras ser elegido dos veces presidente en elecciones boicoteadas por la oposición, en 2010 y 2015, Bashir esperaba buscar un mandato más en 2020.
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