Una huelga masiva ocurrida en octubre de 1975 hizo que se paralizaran los bancos, fábricas, escuelas y tiendas de ese país; las concurrentes se manifestaron por la igualdad de género
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El martes 24 de octubre pasado, decenas de miles de mujeres en Islandia - incluida la primera ministra Katrín Jakobsdóttir-, se negaron a trabajar. Fue una huelga masiva que hizo eco de la que ocurrió en 1975, cuando el 90% de las mujeres de ese país paralizaron bancos, fábricas, escuelas y tiendas para manifestarse por la igualdad de género. Se le llamó “El Día Libre de las Mujeres”. En este artículo, te contamos su historia.
Cuando Ronald Reagan se convirtió en presidente de los Estados Unidos, un joven islandés se mostró muy indignado. “¡No puede ser presidente, es hombre!”, le exclamó a su madre, al conocer la noticia en televisión. Era noviembre de 1980 y Vigdis Finnbogadottir, una madre soltera divorciada, había ganado las elecciones presidenciales de Islandia ese verano. El chico no lo sabía, pero Vigdis era la primera mujer presidenta en Europa y la primera en el mundo elegida democráticamente como jefa de Estado.
Muchos otros niños islandeses seguramente crecieron dando por hecho que presidir un país es cosa de mujeres. Vigdis ocupó el cargo durante 16 años -que sembraron el camino para que Islandia llegara a ser conocido como “el país más feminista del mundo”.
El “día libre” de las mujeres
Pero, Vigdis insiste en que jamás hubiera llegado a la presidencia de no haber sido por los eventos que tuvieron lugar un soleado 24 de octubre de 1975. Ese día, el 90% de las mujeres del país estaba en huelga.
En lugar de ir a la oficina, dedicarse a las labores del hogar o a cuidar de sus hijos, tomaron las calles de Islandia para manifestarse por la igualdad de género. Fue un evento que cambió la percepción sobre las mujeres en el país y ayudó a situarlo a la vanguardia de la lucha feminista. Vigdis aseguró que fue un momento decisivo.
“Lo que ocurrió ese día estableció el primer paso para la emancipación de las mujeres en Islandia. Paralizó el país por completo y abrió los ojos de muchos hombres”, le contó a la BBC en 2015.
Un “viernes largo” para los padres
Bancos, fábricas y tiendas tuvieron que cerrar, al igual que las escuelas y las guarderías, dejando a muchos padres sin más remedio que llevar a sus hijos al trabajo. Fue una prueba de fuego para algunos de ellos, lo que explica que también se le conozca como el “Viernes Largo”.
“Escuchábamos a los niños jugar mientras los locutores leían las noticias en la radio. Era bueno escucharlos, pues sabíamos que los hombres tenían que estar a cargo ese día”, recordó Vigdis. Cuando los presentadores de radio llamaban a los hogares de zonas remotas del país, en un intento de averiguar cuántas mujeres se estaban tomando el día libre, quienes atendían el teléfono eran, la mayoría de las veces, los maridos que se habían quedado en la casa cuidando a los niños.
Un evento sin precedentes
Cuando la periodista de BBC, Kirstie Brewer, le hizo la entrevista a Vigdis en 2015, ella estaba en su casa y en su regazo sostenía una fotografía en blanco y negro del mitin en el centro de la plaza principal de la ciudad, el mayor de los más de 20 que tuvieron lugar en todo el país.
Vigdis, su madre y su hija de 3 años estaban entre la multitud de más de 25.000 mujeres que se reunieron para cantar, escuchar arengas y discutir ideas. Fue un gran evento para una isla de tan solo 220.000 habitantes.
En esa época, ella era la directora de arte de la Compañía de Teatro de Reikiavik y abandonó los ensayos generales para unirse a la manifestación, al igual que sus colegas femeninas. “Había un gran sentimiento de solidaridad y fuerza entre todas esas mujeres que estaban en pie, en la plaza, bajo el sol”, explicó Vigdis.
Las mujeres en Islandia obtuvieron el derecho a voto hace 108 años, en 1915 -tan solo por detrás de Nueva Zelanda y Finlandia. Sin embargo, en los 60 años que siguieron, solo nueve mujeres ocuparon asientos en el Parlamento. En 1975 había solamente tres mujeres diputadas, el 5% del Parlamento. En comparación con el porcentaje de otros países nórdicos -entre el 16% y el 23%- la cifra de Islandia provocaba gran frustración.
La idea de la huelga fue una propuesta de las Red Stockings (medias rojas), un movimiento radical femenino fundado en 1970, que algunas mujeres islandesas consideraban demasiado confrontacional.
“El movimiento de las Red Stockings causó un gran revuelo por sus ataques contra la visión tradicional hacia las mujeres, especialmente por parte de generaciones anteriores, que siempre trataron de ser las perfectas amas de casa”, le contó a la BBC Ragnheidur Kristjansdottir, profesor de Historia de la Universidad de Islandia.
Pero, cuando la huelga fue rebautizada como “El Día Libre de las Mujeres” consiguió un apoyo casi total. “El programa reflejaba el énfasis que se puso en la unidad de las mujeres de todos los estratos políticos y sociales”, dijo Ragnheidur.
¿Y los hombres?
Pero, ¿cómo se sintieron los hombres al respecto? “Creo que lo encontraron divertido, no recuerdo a ningún hombre enojado”, aseguró Vigdis. “Los hombres se dieron cuenta de que si se oponían a ello o se negaban a dejar que las mujeres hicieran la huelga, perderían su popularidad”.
Pero, hubo uno o dos casos reportados de hombres que no se comportaron tal y como describe Vigdis. Al parecer, al marido de una de las principales oradoras le preguntó un compañero de trabajo: “¿Por qué dejas que tu mujer aúlle así en lugares públicos? Yo nunca dejaría que mi mujer hiciera ese tipo de cosas”. Pero, el interpelado le respondió: “Ella no es el tipo de mujer que se casaría con un hombre como tú”.
Styrmir Gunnarsson era en esa época el redactor jefe de un periódico conservador, Morgunbladid, pero no tuvo ninguna objeción a la idea. “Creo que jamás he apoyado una huelga, pero yo no vi esa acción como una huelga”, le dijo a BBC. “Era una petición de igualdad de derechos. Fue un acontecimiento positivo”.
Ninguna mujer trabajó en el periódico ese día. Y, de acuerdo con Styrmir, ninguna dejó de cobrar o fue obligada a gastar un día de sus vacaciones. Regresaron a medianoche para ayudar a terminar el número del periódico del día siguiente, que se publicó con menos páginas de las habituales (16 en lugar de 24).
“Probablemente, la mayoría de la gente subestimó el impacto de este día en aquella época; más tarde, tanto hombres como mujeres comenzaron a darse cuenta de que marcó un hito”, comentó Styrmir. “Muchas empresas e instituciones se detuvieron y mostró la fuerza y la necesidad de las mujeres. Cambió por completo la forma de pensar”.
Cinco años más tarde, Vigdis venció a tres candidatos masculinos en las presidenciales. Se hizo tan popular que fue reelegida sin oposición en dos de las tres elecciones que siguieron. Además, en la parlamentaria de 1983 aparecieron las primeras listas compuestas solo por mujeres y un nuevo partido, el Women’s Alliance (Alianza de Mujeres), ganó sus primeras diputadas.
En el 2000 se introdujo el permiso de paternidad remunerado, y en el 2010 una mujer, Johanna Sigurdardottir, asumió como primera ministra de Islandia -y fue la primera líder gubernamental en el mundo abiertamente homosexual.
Islandia fue calificado como el mejor país del mundo en igualdad de género por el Foro Económico Mundial (FEM) durante 14 años consecutivos. Pero la realidad es que no es completamente igualitario: el FEM le asigna una puntuación general del 91,2%.
Hoy, la isla volcánica, que es uno de los países menos poblados del mundo, ocupa el puesto 14 en el mundo en participación económica de las mujeres, por debajo de países como Liberia, Jamaica y Noruega.
“Queremos llamar la atención sobre el hecho de que nos llaman un paraíso de la igualdad, pero todavía hay disparidades de género y una necesidad urgente de actuar”, dijo Freyja Steingrimsdottir, una de las organizadoras de la huelga que se realizó este martes, citada por la agencia de noticias Reuters.
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