El deterioro socioeconómico de Brasil apaga la estrella de Bolsonaro
Los alarmantes índices económicos se traducen en un creciente malhumor social; el presidente había empezado el año como favorito, pero según las encuestas hoy sería derrotado
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RÍO DE JANEIRO.- El título de tapa del diario Extra del miércoles pasado causó impacto en un Brasil arrasado socialmente por la pandemia y en el cuál crecen las dudas sobre las reales posibilidades de reelección del presidente Jair Bolsonaro. “El dolor del hambre”, resumió el periódico popular carioca, ilustrando lo que algunos analistas ya llaman crisis humanitaria con una foto de personas que acuden a camiones que distribuyen huesos de cortes de carne tirados por supermercados de Río para tener algo que comer.
Los datos socioeconómicos son alarmantes: la tasa de desempleo alcanzó 14,1% en el segundo semestre de este año (14,4 millones de personas), la inflación subió 10,05% en los últimos 12 meses (superó los dos dígitos por primera vez desde 2016) y, según datos de la Red Brasileña de Investigación en Seguridad Alimentaria y Nutricional, 116,8 millones de habitantes del país no tienen acceso pleno y permanente a alimentos. De ese total, 19,1 millones (9% de la población) pasan hambre y presentan un cuadro de inseguridad alimentaria grave. Entre 2018 y 2021, el número de brasileños que sufren escasez de alimentos aumentó 54%.
La macroeconomía tampoco anda bien. Aún habiendo conseguido crear 376.000 empleos formales en el último mes y 1,4 millón de pequeñas empresas en los últimos cuatro meses, las proyecciones de crecimiento para este año bajaron, en promedio, de 5,22% para 5,04% el último mes. Y lo que más preocupa al gobierno es que la previsión para 2022, año en que Bolsonaro pretende disputar su reelección, cayó de 2% para apenas 1,53%.
Si en 2018 el ministro de Economia Paulo Guedes era visto como uno de los grandes garantes de la candidatura de Bolsonaro, el pilar confiable que daba tranquilidad a inversores y al mercado, hoy muchos en el Palacio del Planalto lo consideran el principal responsable de una crisis que amenaza transformar el jefe de Estado en el primero de la historia de Brasil que no logre reelegirse (la reelección fue aprobada en 1997 e implementada por primera vez en 1998).
Cuando es consultado sobre proyecciones económicas, el ministro responde que eso es “blablablá… fake news”. Pero en la calle, los brasileños están molestos. El mal humor social es cada vez mayor y se explica, según analistas, principalmente por la disparada de la inflación y su impacto en precios sensibles, entre ellos, el de los combustibles y el gas. Como si todo esto fuera poco, Brasil vive su peor crisis hídrica en 91 años (las hidroeléctricas son la principal fuente de energía en el país) y el presidente ya pidió públicamente que la población evite usar ascensores cuando sea posible, y se bañe con agua fría. El riesgo de apagones en los meses de verano preocupa a muchos.
Si hasta principios de este año el consenso generalizado entre analistas era de que Bolsonaro era favorito para las elecciones de octubre de 2022, hoy el panorama cambió radicalmente. La campaña de vacunación contra el coronavirus avanzó rápidamente en los últimos meses y hubo algunas señales tímidas de reactivación, pero la economía no despegó como Guedes y Bolsonaro esperaban. Según recientes encuestas, hoy el presidente sería derrotado en segunda vuelta contra cualquiera de los precandidatos que ya expresaron su deseo de dar la pelea.
La famosa frase “Es la economía, estúpido”, de James Carville, asesor del expresidente norteamericano Bill Clinton en la campaña de 1992, podría perfectamente ser aplicada al Brasil de 2021. Para el abogado y politólogo Rafael Favetti, hay tres cosas que deben pensarse sobre las próximas elecciones: la economía será el tema central para la mayoría de los electores; el PT, como ocurre desde 1998, estará probablemente en segunda vuelta, y desde 1998 todos los presidentes que buscaron reelegirse lo lograron.
La primera premisa, enfatizó el analista, es la más importante de todas. “Hoy, Paulo Guedes es el principal obstáculo para que Bolsonaro logre la reelección. Tenemos inflación alta, dólar que sube, aumentos de precios de alimentos, combustibles, gas que se usa para cocinar, el enojo de la población es muy grande”, comentó Favetti.
El año pasado, cuando la pandemia empezaba a causar estragos entre los sectores más humildes, el gobierno creó el llamado Auxilio Emergencial, que fue una inyección de dinero esencial para contener el avance de la pobreza y el hambre. Pero en 2021 se suspendió y Guedes viene haciendo malabares para no perforar el llamado techo de gastos del gobierno, lo que sería una pésima señal para los mercados. La estrategia del ministro choca con los intereses del presidente y de sus aliados del centrão (partidos de centro y derecha), que temen una catástrofe electoral en 2022. “Brasil ya vive una crisis humanitaria. Hace siete años que la economía no crece con fuerza, y hoy es el principal obstáculo para que Bolsonaro logre la reelección”, opinó Mauricio Santoro, profesor de la Universidade Estadual de Río de Janeiro (UERJ). Para él, aún con casi 600.000 muertos por la pandemia, Bolsonaro sería favorito si Guedes hubiera conseguido entregar buenos resultados.
“Hoy el proyecto de reelección del presidente está comprometido. Si la elección fuera este año, tal vez siquiera lograra pasar a segunda vuelta”, dijo el profesor de la UERJ.
Nadie se atreve a decir que Bolsonaro, finalmente, no logrará su objetivo. Falta un año exacto para que los brasileños decidan quién los va a gobernar a partir de enero del 2023, y en la política brasileña eso es mucho tiempo. Considerado uno de los analistas políticos más bien conectados en Brasília, Paulo Kramer sostiene que “no se puede olvidar la fuerza que tiene la máquina estatal en una elección. La reelección está amenazada, pero todavía es posible”.
Mientras el panorama político no se aclara, el hambre se expande. En el barrio carioca de Glória, la ya llamada fila de los desesperados es mayor a cada semana que pasa. Muchas personas caminan kilómetros para acceder a huesos que antes eran usados por fábricas de jabones y de alimentos balanceados para perros. Es su única salida para escapar del hambre.
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