El “cuarto frente de guerra” de Israel: la pesadilla que sufren los árabes-israelíes tras el ataque de Hamas
Representantes de un quinto de la población del país, denuncian que aumentó la persecución y discriminación tras el 7 de octubre y que aquel que “no respalda la guerra en Gaza es considerado un subversivo”
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NAZARET.- Desde el 7 de octubre -el día del feroz ataque de Hamas, el peor atentado en la historia del Estado judío- la vida cambió para todos los israelíes. Pero aún más para ese 20% de la población que es árabe-israelí, es decir, que tiene ciudadanía israelí, pero que es árabe. De repente, para esta categoría, desde siempre discriminada y tratada como “ciudadanos de segunda”, comenzó una pesadilla.
“Aunque somos parte del Estado israelí, siempre hubo una brecha entre nosotros y los judíos, hay desigualdad. Pero hasta el 7 de octubre, salvo algunos estallidos, no había problemas. Ahora todo cambió y la tensión es muy alta. Tengo dos hijos de 17 y 19 años y ya no los dejo viajar en el transporte público judío porque tengo miedo, hay muchos racistas que son parte de la extrema derecha judía que son muy agresivos y prefiero llevarlos yo a dónde tengan que ir. También les pedí que tuvieran cuidado con sus posteos en redes sociales porque todo lo que es escrito en árabe ahora es sospechoso”, dice a LA NACION Nadira Saadi, activista de Women against violence (Mujeres contrala violencia), una asociación que defiende a las mujeres víctimas de violencia de Nazaret, ciudad de unos 80.000 habitantes en el norte de Israel, famosa porque aquí se cree que creció Jesús y donde mayoritariamente viven árabes-israelíes.
La mayoría de ellos son musulmanes -de hecho, hay varias mezquitas-, aunque también hay una minoría cristiana, presente aquí desde hace al menos dos milenios.
Impresionante: Basílica de la Anunciación de #Nazareth, normalmente repleta de turistas y peregrinos, desierta #IsraelHamasWar pic.twitter.com/z8Q2odrFZE
— Elisabetta Piqué (@bettapique) October 26, 2023
“Es una verdadera cacería: quien no respalda la guerra en curso en Gaza, como gran parte de los árabes-israelíes, quien postea una foto de destrucción en Gaza junto a un emoji llorando, es considerado un subversivo”, denuncia Aida Touma-Sliman, diputada árabe-israelí. “Ya hubo 110 personas arrestadas, hubo árabes-israelíes que fueron echados del trabajo, estudiantes acosados y puestos en listas de sospechosos”, agrega.
“Los árabes-israelíes estamos todos horrorizados por lo que pasó el 7 de octubre, un ataque espantoso que por supuesto condenamos con firmeza, pero tampoco podemos legitimar lo que está sucediendo ahora en Gaza y nadie nos callará”, destaca.
Preocupada por una situación que desde el 7 de octubre ha empeorado, Touma-Sliman participó este jueves junto a otras 40 personas, árabes-israelíes y judíos, en una conferencia de prensa organizada en la sede del Comité Nacional para las Autoridades Locales Árabes de Israel de Nazaret. La diputada explicó que decidieron convocar a una conferencia de prensa para denunciar que la policía les impidió tener este jueves una reunión en la que juntos, judíos y árabes-israelíes, iban a reclamar un cese del fuego en Gaza. “El dueño del salón donde íbamos a hacer la reunión recibió un llamado de la policía, que lo amenazó con que podían llegar a cerrarle el lugar o quitarle su licencia si no cancelaba”, contó.
“Tendríamos que haber tenido otra reunión el sábado en Shefaram y la policía también amenazó al dueño del lugar que habíamos alquilado ahí, así que estamos acá porque decidimos que nadie nos iba a callar: son políticas fascistas que tratan de silenciar a las fuerzas democráticas judías y palestinas”, denunció.
Muhammad Barakeh, exdiputado árabe-israelí, al margen de reclamar un cese del fuego en Gaza, condenar la muerte de “inocentes civiles en ambos lados” y reclamar la liberación de los rehenes capturados por Hamas, en la conferencia de prensa también manifestó su preocupación. Coincidió en denunciar esta nueva y alarmante persecución de árabes-israelíes, que hasta consideró el “cuarto frente de guerra” de Israel, después del de Gaza, la frontera norte (blanco de ataques desde el sur del Líbano por parte del grupo pro-iraní Hezbollah); y Cisjordania.
“Estamos en contra de todas las guerras, pero declaramos que esta guerra contra los palestinos en represalia por el 7 de octubre es una locura, es inmoral. El número de víctimas es horrible y no vamos a aceptarla”, clamó , al destacar que tampoco iban a aceptar la nueva “persecución” en contra de los árabes-israelíes, de la que responsabilizó a las fuerza de extrema derecha del gobierno de Benjamin Netanyahu.
Uno de los casos más patentes en los últimos días fue el arresto de Maisa Abd Elhadi, estrella de cine árabe-israelí, que fue arrestada el lunes por una serie de posteos en redes sociales considerados pro-Hamas. “Son mensajes aptos para crear un clima de odio e incitar a la violencia”, consideró la policía de Nazaret. La actriz e influencer había posteado imágenes de una anciana tomada como rehén junto a un emoji riendo y otra imagen de los terroristas de Hamas que violaban una barrera de seguridad israelí junto a la leyenda en inglés “Vamos, estilo Berlín”, en aparente alusión a la caída del Muro de Berlín.
También estuvo tras las rejas dos días y ahora está bajo arresto domiciliario Dalal Abu Amneh, conocida cantante árabe-israelí, que subió a su Instagram, donde tiene más de 300.000 seguidores, un emoji con la bandera palestina junto a las palabras “No hay otra victoria que Dios”. El posteo que fue removido.
En la conferencia de prensa también participó un conocido político israelí: el expresidente de la Knesset -el Parlamento unicameral israelí- Avraham Burg, que condenó sin medias tintas al asalto sorpresa de Hamas que dejó 1400 muertos y más de 200 rehenes, pero también la guerra de retaliación en curso, por la que ya murieron unas 7000 personas en Gaza.
Dos frentes
“Hay dos frentes: uno militar y uno democrático. En el frente militar, hay objetivos legítimos, como eliminar a quienes cometieron esa masacre, pero hay otros sistemas para ello y no es legítimo arrasar la Franja de Gaza con un castigo colectivo en contra de toda la población, guste o no”, dijo a LA NACION Burg, al reflejar una posición totalmente contracorriente en este momento.
“En el frente democrático, espero que Dios no le permita a este gobierno extremista de derecha tener éxito en silenciar al debate democrático. El debate democrático es el espíritu de la democracia y quien intenta acallarlo se vuelve un adversario de la democracia”, agregó, al denunciar el ataque a la libertad de expresión en curso en un país que se jacta de ser la única democracia de Medio Oriente.
También participó del encuentro Luna, una árabe-israelí de 19 años que estudia en el Instituto Tecnológico de Haifa, que no ocultó su espanto por lo que está viviendo. “Desde el 7 de octubre, aunque las universidades no están funcionando porque al menos 70.000 estudiantes fueron llamados al frente, hay grupos universitarios de derecha que están persiguiéndonos por hablar entre nosotros en árabe o por postear en árabe en redes sociales críticas a la guerra”, denunció. “Hay un clima de terror, con grupos de estudiantes judíos de derecha extremista que nunca hicieron nada cuando protestábamos en contra de la reforma judicial impulsada por Netanyahu, pero que ahora armaron equipos que se la pasan controlando las redes sociales, hacen screen-shots de los posteos contrarios a la guerra, luego traducen al hebreo y arman listas con nombres y apellidos para acosarnos y denunciarnos”, agregó.
Luna contó que en la Universidad de Haifa fueron expulsados sin explicación cuatro alumnos árabes-israelíes que se solidarizaron con la población palestina civil muerta en las casi tres semanas de guerra. Hubo profesores que protestaron con el rector, pero no hubo vuelta atrás porque “quien postea algo en contra de la guerra se vuelve un ilegal, un sospechoso”, explicó.
¿Qué piensa del ataque del 7-O? “Por supuesto que lo condeno: asesinaron a gente inocente”, contesta. “Pero al mismo tiempo condeno la represalia en Gaza, donde también hay inocentes, entre ellos miles de mujeres y niños palestinos, que deberían ser considerados seres humanos con la misma dignidad que los israelíes y no seres de segunda, como los árabes-israelíes”, agrega.
En Nazaret, que es parte de Israel, se nota enseguida que hay una diferencia de trato de parte de los servicios israelíes hacia su población árabe-israelí: ya no se ve esa limpieza y orden que ostentan otras ciudades. Y llama la atención la falta de rotondas con flores y la basura tirada por allí, sobre todo fuera de su centro histórico.
Impacta ver lugares normalmente repletos de turistas y peregrinos totalmente desiertos, como la Basílica de la Anunciación, donde se encuentra la gruta en la que se cree un ángel le anunció a la Virgen María que esperaba al Mesías.
“Es una catástrofe”, comenta Hanan Salem, dueña de una de las pocas tiendas de objetos religiosos abierta, también árabe-israelí, pero cristiana. “La situación es un espanto en todo sentido, desde el 7-O no viene más nadie y tenemos miedo por nuestro futuro y por el de nuestros hijos”, confiesa. “Lo único que podemos hacer -suspira- es rezar para que esta guerra termine y por la paz”.
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