El cruel final del dictador Samuel Doe: lo asesinaron, lo desnudaron en la calle y grabaron todo en VHS
Instauró la primera dictadura militar en Liberia mediante un golpe sangriento; después de una década en el poder, fue cercado y mutilado
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A Samuel Kanyon Doe le espera una década de gloria. El golpe militar que encabezó junto a un grupo de soldados liberianos ha sido un éxito. Con el apoyo de la CIA, ha secuestrado al presidente constitucional, William Richard Tolbert, a su hermano y a buena parte del gabinete de gobierno, a quienes manda fusilar en una playa de Monrovia.
Es abril de 1980. Las fotografías de los fusilamientos dan la vuelta al mundo y, también, las imágenes de los funcionarios depuestos, desnudos, humillados, desfilando por las calles de la ciudad antes de ser ejecutados.
Pese a la condena internacional, los Estados Unidos avalan al primer gobierno militar de la historia de Liberia. Es la Guerra Fría y cualquier dictadura sangrienta puede aportar mejores resultados que un país alineado con la Unión Soviética.
Liberia, la Tierra de los Libres creada por la Sociedad Americana de Colonización a mediados del siglo XIX para devolver a los esclavos estadounidenses al África, ya no volverá a ser la misma, y ni el sargento Doe, ni quienes le devolverán las humillaciones diez años más tarde, lograrán frenar una guerra civil que se devorará al país cobrándose la vida de doscientas mil personas, entre las luchas tribales, los intereses del caucho y los diamantes.
Diamantes manchados con sangre que han sido obsequiados a supermodelos internacionales como Naomi Campbell.
Liberia, una Tierra de los Libres para pocos
Desde su fundación el 3 de enero de 1848, Liberia se convirtió en la primera república africana de la era moderna, con Joseph Jenkins Roberts, un millonario afroamericano nacido en Virginia, como su primer presidente.
La nueva nación de los negros americanos en África prospera como un democracia occidental, con una constitución inspirada en los valores republicanos y una elite afroamericana minoritaria que detenta el poder por sobre las etnias nativas, a quienes no se les pide opinión ni tienen el acceso al funcionariato público.
La minoría negra americana se consolida todavía más cuando, en 1926, el gobierno firma con la estadounidense Firestone un contrato de arrendamiento por 99 años por casi medio millón de hectáreas donde se sembrará el árbol de caucho sudamericano (Hevea brasiliensis) para abastecer la industria neumática americana.
Al año siguiente la minoría americana vuelve a consolidarse en el poder mediante elecciones que, por su carácter fraudulento, serán consideradas como las “más sucias de toda la historia de la Humanidad” de acuerdo con el Libro Guinness de los Récords.
Liberia era entonces, más allá de su máscara democrática, una colonia africana gobernada por una facción títere que respondía a los intereses estadounidenses. Una colonia de buenos modales.
Samuel Doe, el sargento indígena convertido en “chairman”
Es 1979, y mientras el precio internacional del caucho se derrumba, el presidente Tolbert, de la minoría negra americana, intenta un cambio de matriz económica, propone incentivar las plantaciones de arroz subiendo su precio en dólares, entre otras reformas, pero la propuesta se le vuelve en contra, mientras Firestone deja en la calle a 5000 empleados.
El rumor de que el presidente tiene inversiones en la industria arrocera comienza a circular por las calles. Las manifestaciones de protesta se multiplican, la represión se desata y de la noche a la mañana aparecen los guerrilleros comandados por Samuel Kanyon Doe, un sargento de 29 años nacido en un pueblo rural.
Doe pertenece a la etnia nativa Krahn, apenas ha terminado la escuela primaria y, como es el militar rebelde de mayor rango, luego de ejecutar a todo el gobierno depuesto, se autoproclama “chairman” de Liberia.
Doe encarcela a todos los miembros del gobierno anterior, prohíbe los partidos políticos, ejecuta opositores sin juicio previo y libera la economía, recibe inversiones chinas y le otorga al puerto de Monrovia un estatus internacional (del gobierno depuesto en 1980 se salvaron solo cuatro funcionarios, uno de ellos la ministra de Hacienda, Ellen Johnson Sirleaf, que partió al exilio y volvió en 2005 para convertirse en la primera presidenta mujer de Liberia).
Con Doe en el poder, por primera vez en la historia gobierna una etnia nativa. El país parece encauzarse. El sargento se convierte en el “chairman” mimado de los estadounidenses, emprende una gira internacional en 1982 y visita Corea del Sur donde le otorgan un doctorado honoris causa: desde entonces se hace llamar Doctor Doe.
Ronald Reagan lo elogia, lo pasea por los Estados Unidos, prefiere decirle “nuestro chairman”, y le dispensa recursos, como una forma de frenar cualquier avance soviético en el continente. Doe le retribuye gentilezas con una alineación automática, y un sello postal conmemorativo.
Hace bien los deberes. Frente a las denuncias por corrupción, Doe expulsa a su principal aliado, Charles McArthur Ghankay Taylor, un funcionario formado en Norteamérica que había vuelto al país para sumarse al gobierno y quien, pocos años más tarde, se convertirá en su principal opositor, junto con otro militar, también formado en las américas, Prince Yormie Johnson, el verdugo ebrio.
Para cambiar la imagen de dictadura, Doe reforma la constitución y llama a elecciones. Las gana, dicen, con fraude. Jura como nuevo presidente democrático en febrero de 1986, pero su régimen sigue siendo denunciado como una tiranía que somete a otros grupos étnicos de Liberia. El cruento final del chairman está cerca.
Taylor y Johnson: los verdugos se preparan
Mientras tanto, militares liberianos formados en los Estados Unidos como Prince Yormie Johnson, en principio aliado de Charles Taylor, urden un plan para sacar del poder al sanguinario Doe.
Esta vez no cuentan con el apoyo estadounidense, sino con los recursos de un líder socialista profundamente antiestadounidense: el libio Muamar Muhamad Abu-minyar el Gadafi.
La geopolítica impulsa el golpe de gracia. En noviembre de 1989, tras una revuelta popular en Alemania Oriental, cae el Muro de Berlín, que partía al país en dos desde 1945 y era ocupado por las potencias vencedoras en la Segunda Guerra Mundial.
La Cortina de Hierro, que dividía a Europa entre capitalistas y comunistas en un orden bipolar, se disuelve; la Unión Soviética, cuyas repúblicas socialistas crujen y claman por mayor apertura, sufre inestabilidad política, experimenta graves problemas internos, comienza a tambalear, y se retira de sus países satélites.
Cuando la amenaza rusa sobre África se diluye, los Estados Unidos le escatiman los recursos a Liberia. Doe queda aislado en Monrovia, dentro de su residencia presidencial, en medio de una guerra civil entre distintas facciones que no se ponen de acuerdo para nada más que para devorárselo.
El dictador de la etnia Krahn que los ha sometido durante diez largos años, el falso chairman de la redención, el cruel sargento mimado de Occidente sufrirá en carne propia todos los tormentos juntos, y su ajusticiamiento será televisado en todo el país.
Los rebeldes ingresan a Liberia desde Costa de Marfil. Un comando hasta entonces unido se divide en dos facciones antagónicas, la de Taylor y la de Prince Johnson; este último logra capturar al presidente Doe, luego de un ardid, una tregua inexistente y un falso alto el fuego.
La ejecución de Doe regada con cerveza
Es aquí cuando comienzan a registrarse las imágenes más aterradoras, revulsivas y surrealistas que todavía se ciernen sobre Liberia, grabadas el 9 de septiembre de 1990 con una cámara de video VHS.
El líder rebelde Prince Johnson está sentado en un escritorio, una mujer lo apantalla con un trapo, él bebe su tercera lata de cerveza americana. La habitación está llena de soldados enardecidos y en el piso, de rodillas, yace el depuesto presidente Dr. Doe, llora como un niño, clama por su vida.
Johnson echa un trago de cerveza. Doe, de rodillas, pide que lo liberen. Está desnudo, lleno de sangre. Johnson, como quien pide un café, ordena que le corten una oreja. El chairman, las manos atadas, se resiste. Lo tumban en el piso boca arriba, el cameraman graba la escena; le aplastan la garganta con la fuerza de un borceguí, lo mutilan: le cortan la oreja derecha con un cuchillo militar, le seccionan dos dedos; Doe grita como un chancho, y ya no volverá a emitir sonido alguno. Está grogui, fuera de sí, ha perdido la conciencia. Los verdugos se apiadan del moribundo y lo ejecutan de varios disparos. Su cuerpo paseará desnudo sobre una camilla por las calles de Monrovia.
Prince Johnson se convierte en un líder político liberiano, y más tarde es elegido senador. Viste túnicas, habla como un pastor religioso, dice que solo responde a Dios, tiene delirios místicos. Actualmente se prepara para enfrentar un juicio por crímenes de guerra.
Charles Taylor, el otro líder rebelde, bien educado y de buenos modales, se convierte en presidente de Liberia en 1997 pero, lejos de pacificar al país, financia la guerrilla en Sierra Leona, les otorga armas a cambio de diamantes, comienza la Segunda Guerra Civil de Liberia. Taylor es un señor de la guerra.
Durante una cena en la casa de Nelson Mandela en Sudáfrica, a la que asisten Mia Farrow, Quincy Jones y otras personalidades, Taylor le ha obsequiado a la modelo Campbell una bolsita con piedras preciosas. Son los famosos diamantes manchados de sangre.
Algunos años después, tras el testimonio de Campbell en un juicio, Taylor resulta condenado a 50 años de cárcel por un tribunal internacional. Se lo encontró culpable de asesinatos, violaciones, esclavismo, mutilaciones y uso de menores en la guerra.
Taylor cumple condena en una prisión inglesa, muy lejos de la Tierra de los Libres.
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