El costo de posponer las elecciones en Chile, Bolivia y otros países
Esta columna fue publicada originalmente en Americas Quarterly
NUEVA YORK.- En una región donde la gente no confía en sus gobiernos, realizar elecciones creíbles ya es un desafío, y si a eso se le suma una pandemia de coronavirus , los riesgos se multiplican. Y como el calendario electoral de América Latina durante este año y el próximo estaba cargado, ahora los funcionarios se preguntan cómo hacer para reprogramar los comicios y, sobre todo, para cuándo. Mientras tanto, la postergación de esas votaciones y el desaliento a las marchas de protesta que trae la pandemia dejaron a los latinoamericanos con menos herramientas para exigirles respuestas y resultados a sus funcionarios.
"El dilema fundamental es cómo proteger la salud de los ciudadanos sin desproteger la salud institucional de cada país", dice Jennie K. Lincoln, asesora del Centro Carter.
En América Latina pican en punta tanto el Covid-19 como el desencanto con la democracia. La última encuesta de Latinobarómetro revela que la confianza de los latinoamericanos en sus gobiernos cayó del 45%, en 2010, al 22%, en 2018. O sea que la decisión de cuándo celebrar elecciones implica mucho más que ponerles fecha.
Chile es un caso testigo. Las masivas protestas de 2019 le arrancaron al gobierno de Sebastián Piñera la promesa de celebrar en abril pasado un referéndum constitucional que para muchos era la esperanza de introducir los cambios sociales que reclamaban. Pero la consulta fue reprogramada para octubre, y las elecciones regionales fueron pateadas para abril de 2021. Eso podría reforzar entre los manifestantes la idea de que el gobierno no los toma en serio, dice María Victoria Murillo, de la Universidad de Columbia. "La gente creía que iba a tener su plebiscito, y ahora no puede ni salir a protestar, ni votar, ni esperar ningún cambio en el contexto actual. La postergación viene a sumarse a la crisis de legitimidad del actual gobierno chileno", señala.
La postergación de los comicios también preocupa en Bolivia , donde ya había una elección reprogramada como única manera de dar vuelta la página de la crisis democrática que arrancó en noviembre con la renuncia del presidente Evo Morales .La decisión de la presidenta interina Jeanine Áñez de suspender esa elección aduciendo riesgos sanitarios hace que algunos observadores se pregunten si pretende usar la pandemia para prolongar su estadía en el poder.
Ante esas dudas, el Parlamento boliviano, controlado por el MAS, el partido de Evo, aprobó una ley que exige que las elecciones se celebren antes del 2 de agosto. Áñez condenó de inmediato la decisión legislativa, pero desde entonces el tribunal electoral boliviano negoció una fecha electoral en septiembre que alcanzó consenso en el Congreso. De todos modos, esas postergaciones siguen enrareciendo el clima de desconfianza en el país.
Riesgos
Incluso en los lugares de la región donde no hay agitación política podría haberla si las elecciones no tienen lugar como estaba planeado, y los votantes podrían descreer del resultado. La asistencia a votar probablemente sea escasa, y quienes se acerquen a las urnas lo harán a riesgo de contagiarse el coronavirus. Las instituciones internacionales de monitoreo de elecciones, una presencia obligada en América Latina, tal vez determinen que no es sanitariamente seguro enviar a sus observadores, a pesar de que su misión en esta oportunidad podría ser más crucial y necesaria que nunca, según Ernesto Calvo, experto en elecciones del College Park de la Universidad de Maryland.
"Los observadores internacionales tendrán que controlar que no haya intentos de usar el distanciamiento social para sacar ventaja política", dice Calvo.
Para los funcionarios políticos no hay soluciones buenas: la postergación puede exacerbar el descontento social y la desconfianza en el gobierno, pero cumplir el calendario electoral los expone a un rebrote del virus. En promedio, los países latinoamericanos optaron mayormente por la primera opción. Uruguay , Perú , Paraguay,México y la Argentina han postergado elecciones provinciales o municipales. En Brasil , el presidente de la Cámara baja, Rodrigo Maia, dijo en mayo que había un consenso "casi unánime" entre los líderes parlamentarios sobre la necesidad de reprogramar las elecciones municipales de octubre.
Pero postergar una elección puede ser más fácil en algunos países que en otros, dadas las expectativas de los votantes y los desafíos logísticos. "El proceso electoral en su conjunto es una labor intensiva que lleva meses de organización", dice Lincoln. "En países con geografías complejas, como Ecuador y/o Bolivia , eso ya es un desafío en tiempos normales", añade.
Aunque el gobierno de Ecuador no dio señales de que intentará posponer las elecciones generales de febrero de 2021, los analistas tienen sus dudas, debido a la reciente agitación social. A finales de mayo, miles de personas rompieron la cuarentena obligatoria para manifestarse contra los recortes presupuestarios y las medidas de austeridad del presidente Lenín Moreno.
"Las elecciones serán complicadas. Ecuador es uno de los países más golpeados por el Covid-19 en toda la región, y es un país sumamente polarizado políticamente", dice Calvo.
En definitiva, la decisión de cada país de mantener o posponer su calendario electoral importa menos que los canales institucionales por los que lleguen a esa decisión, dice Calvo. "Hay que sortear la pandemia sin cambiar las reglas".
Toby James, especialista en elecciones de la Universidad de East Anglia, Inglaterra, dice que no hay soluciones fáciles en estos temas. "En estos casos, la democracia sufre si la elección se celebra, y sufre si no se celebra", advierte.
Traducción de Jaime Arrambide
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