El coronavirus hace trizas los grandes sueños de la India
SURAT, La India.- Para dimensionar el golpe que representa la pandemia para los grandes sueños de la India basta con recorrer las desiertas calles del parque industrial de la ciudad de Surat, importante foco comercial de la costa occidental del país.
Se nota en las fábricas de hilados que tardaron varias generaciones en crecer y que ahora trabajan a media marcha, produciendo un décimo de lo que solían fabricar.
También se nota en las caras demacradas de las familias que antes daban las puntadas finales a los tradicionales saris y que ahora, con tan poco trabajo, han tenido que recortar la lecha y las verduras de su alimentación.
Y queda claro al ver las peluquerías y los negocios vacíos, abandonados por sus clientes a medida que sus ahorros fueron menguando hasta la nada.
"¿Ven esas chimeneas?", dice Ashish Gujarati, dirigente de una asociación de empresarios textiles de Surat, parado frente a una fábrica desierta y con una mezcla de abatimiento y desesperación en la cara. "Antes salía humo, y ahora está todo muerto."
Hasta hace muy poco, el futuro de la India era otro. El país podía jactarse de tener una economía pujante que estaba sacando a millones de personas de la pobreza, capaz de construir megaciudades modernas y de acumular un importante poder de fuego geopolítico. El objetivo era brindarle a la gente un estilo de vida de clase media, modernizar sus obsoletas fuerzas militares y convertirse en una superpotencia política y económica regional para competir algún día con China, el caso más exitoso de Asia.
Pero la devastación económica en Surat y el resto del país amenaza todas esas grandes aspiraciones. La economía de la India se contrajo más rápidamente que la de cualquier otro país importante, y según algunos cálculos, hasta 200 millones de indios podrían caer nuevamente en la pobreza. Las populosas calles de la India están vacías: la gente tiene miedo y sale lo mínimo indispensable.
Gran parte de ese daño fue causado por la cuarentena que impuso el primer ministro Narendra Modi a causa de la pandemia, y que según los expertos resultó ser demasiado estricta y demasiado porosa a la vez, dañando la economía y permitiendo la propagación del virus al mismo tiempo. En este momento, la India tiene el aumento de casos más vertiginoso del mundo: más de 80.000 nuevos contagios por día.
Pero la India sigue teniendo sus puntos fuertes. Para empezar, tiene una inmensa y joven fuerza de trabajo, y montones de geniecillos de las nuevas tecnologías. Además, ahora que Estados Unidos y gran parte del mundo se están realineando para tomar distancia de Pekín, la India podría convertirse en una verdadera alternativa frente a China.
Pero su estatura internacional está en baja. El trimestre pasado, la economía india cayó un 24%, mientras que China ya está creciendo de nuevo. Y ahora los analistas dicen que la India podría perder su quinto puesto entre las mayores economías del mundo, detrás de Estados Unidos, China, Japón y Alemania.
"Es probablemente el peor momento de la India desde su independencia", dice Jayati Ghosh, economista especializado en países en desarrollo de la Universidad Jawaharlal Nehru, Nueva Delhi. "La gente no tiene plata, y sin mercado interno, nadie va a invertir. Además, los costos de producción aumentaron en gran parte de las industrias."
Muchos barrios de bajos ingresos de Nueva Delhi quedaron literalmente vacíos como una cáscara, y el viento tórrido se arremolina entre las casillas de chapa. Hace un par de años, cuando la economía crecía al 9% anual, era imposible encontrar una casilla en alquiler.
En 2014, cuando Modi llegó al poder montado en una ola de nacionalismo, muchos indios sintieron que finalmente habían encontrado a un líder enérgico a la altura de las aspiraciones del país.
Pero Modi concentró todas sus energías en proyectos ideológicamente divisivos para la sociedad, como la nueva ley de ciudadanía, que discrimina flagrantemente a los musulmanes, o el endurecimiento del poder del gobierno en la región de Cachemira, de mayoría musulmana.
El crecimiento económico de la India viene cayendo trimestre tras trimestre, desde el 8% de 2016 al 4% anterior a la pandemia. Un 4% de crecimiento sería un número respetable para un país desarrollado, como Estados Unidos. Pero en la India, donde anualmente se incorporan a la fuerza de trabajo millones de jóvenes ávidos de empleo, ese crecimiento no alcanza para nada.
Las quejas de los inversores sobre la India —política de tierras confusa, leyes laborales restrictivas, la burocracia— son problemas que preceden a Modi. Pero su seguridad y su absolutismo, esos mismos rasgos que convencen a muchos votantes, tal vez hayan profundizado esos problemas.
Hace cuatro años, Modi decidió eliminar de repente casi el 90% del papel moneda de la India, como forma de frenar la corrupción y fomentar los pagos digitales. Si bien los economistas aplaudieron ambos objetivos, dicen que la forma en que Modi aplicó esos cambios causó un daño económico duradero.
Esa impulsividad volvió a manifestarse con la llegada del coronavirus. El 24 de marzo a las 8 de la noche, después de ordenarles a los ciudadanos que se quedaran en sus casas, Modi ordenó también el cierre de la economía (oficinas, fábricas, carreteras, trenes, fronteras entre estados, casi todo) con apenas cuatro horas de preaviso.
Instantáneamente, decenas de millones de indios se quedaron sin trabajo. Muchos de ellos trabajaban en fábricas, obras en construcción o en casas de familia de las grandes ciudades, pero eran inmigrantes llegados de la India rural.
Temiendo morir de hambre en los barrios bajos de la ciudad, millones salieron de los centros urbanos y emprendieron el desesperado camino de regreso a sus pueblos, a pie o en bicicleta, una épica migración inversa de la ciudad al campo que la India nunca había visto. Y con ellos viajó el coronavirus hasta todos los rincones más remotos de este país de 1300 millones de habitantes.
En retrospectiva, muchos economistas identifican ese momento como la raíz de la actual doble crisis que enfrenta la India: espiralización de los contagios y derrumbe de la economía.
"La vergonzosa caída de la economía de la India en el segundo trimestre de 2020 se debe casi en su totalidad a la naturaleza del cierre impuesto sobre la economía", dice Kaushik Basu, execonomista en jefe del Banco Mundial y actual profesor de la Universidad Cornell. "Habría valido la pena si hubiese frenado la pandemia, pero no lo hizo."
Basu llama a ese enfoque "bloqueo y dispersión" y dice que las políticas de Modi fueron "un fracaso".
Jagdish Goyal está sentado con el ceño fruncido en su local de ropa en el mercado de telas de Surat, con montones de saris multicolores a precio popular, ahora apilados hasta el techo.
"Nadie compra nada, porque no hay actividades sociales. No hay casamiento ni fiestas de cumpleaños. La gente tiene miedo de salir", dice Goyal.
El miedo a contraer el virus parece ser un factor decisivo en la crisis económica de India, que se extiende más allá del bloqueo. Salir de compras implica arriesgarse a enfermarse, en momentos en que algunos enfermos son rechazados en los hospitales.
Según un reciente Informe de movilidad de Google, que rastrea los datos de los teléfonos celulares, los viajes a las áreas comerciales y de recreación se han reducido en un 39% en comparación con antes de la pandemia. En Brasil y Estados Unidos, los países con más casos de coronavirus que la India, la disminución de la movilidad fue de la mitad de esa cifra.
La ansiedad en la región es palpable, como la humedad del aire.
"Nadie viene a afeitarse", se lamenta Akshay Sen, un joven barbero al borde de la ruina.
Sus palabras resuenan entre los locales cerrados. Detrás de él, un grupo de hombres da vueltas alrededor de un puesto de venta de té, pero tampoco se piden un té.
Y más allá, como una señal de advertencia en el horizonte, otra inmensa chimenea de ladrillo, apagada.
The New York Times
(Traducción de Jaime Arrambide)
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