El consumo de drogas desplaza al Brexit en la batalla por suceder a May
MADRID.- La batalla del Partido Conservador británico por encontrar un sucesor a la primera ministra Theresa May acaba de sumar una nuevo arma arrojadiza: el consumo de drogas. Especialmente, cocaína.
Para los británicos, la pesadilla no parece terminar nunca. Luego de los tres años de inestabilidad con May se encuentran ahora con la posibilidad de que el futuro del país, de la salida de la Unión Europea (UE) y de paso, del Partido Conservador, se encuentren en manos de un adicto a las drogas.
Eso es, al menos, el último escándalo que estalló en la que promete ser una muy sangrienta batalla por elegir al sucesor de la saliente May.
Lo que sí parece evidente es que, con los trapos al sol de la droga consumida o no, el debate político parece alejarse de la espada de Damocles que tiene el país sobre su cabeza. Y que vencerá el próximo 31 de octubre, fecha límite de la última prórroga que le dio la UE para definir su salida del bloque.
Lejos de eso, la cuestión escaló hacia el consumo de estupefacientes.
Gove, el primero
Todo arrancó hace pocas horas con Michael Gove, uno de los posibles sucesores y exministro de Medio Ambiente, quien admitió haber consumido habitualmente cocaína. "Pero fue antes, en mi vida como periodista, y no cuando me dediqué a la política", aclaró el ambicioso político conservador.
Gove, quien figura entre los "top five" para quedarse con el puesto de May, hizo esas declaraciones en una entrevista con el Daily Mail que, obviamente, había recibido información sobre los hábitos del, nunca mejor dicho, aspirante.
Fue el primer paso para lo que luego fue un terremoto de acusaciones. De inmediato comenzaron a salir carpetas y archivos con datos sobre consumo de estupefacientes por parte de otros de los interesados en carrera.
Boris Johnson , el exministro de Relaciones Exteriores, también cayó en la redada de acusaciones. Aunque, con su campechanía habitual, matizó que, en realidad, la droga -cocaína, también- "no había subido" por la nariz.
"No me acuerdo bien. Ocurrió mientras estudiaba en la universidad. Aspiré coca, pero creo que estornudé o algo ocurrió, porque no llegó a subir por la nariz", señaló, quitándole importancia al asunto.
"Supongo que nadie me va a reprochar algo que ocurrió hace veinte años, cuando yo era otra persona", matizó el candidato, que viene de zafar de un proceso por mentiras durante la campaña que desembocó en el voto afirmativo al Brexit.
Opio y marihuana
El revoleo de archivos siguió durante todo el fin de semana. El ministro de Desarrollo Internacional, Rory Stewart, declaró haber consumido opio. Lo dijo en una entrevista con la cadena SkyNews, ante la que matizó que el episodio ocurrió "hace quince años" en una fiesta y que fue "un error estúpido".
También el actual ministro de Relaciones Exteriores, Jeremy Hunt, y el exministro encargado del Brexit , Dominic Raab admitieron haber usado marihuana. Una droga bastante más ligera que las dos anteriores para la concepción británica en la materia.
Mientras las miserias de los candidatos a sucederla se ventilaban ante los micrófonos, May comenzó el tramo final del Vía Crucis en que derivó su paso por Downing Street.
Ya no es líder del partido -renunció el pasado viernes con una carta interna- y sólo permanece como primer ministra "en funciones" hasta que los militantes conservadores elijan un nuevo jefe de partido.
La responsabilidad de la sucesión recae entonces sobre esos más de 100.000 militantes y no sobre el conjunto del electorado británico.
Serrucho
Próximo a cumplir los 55 años, Johnson es quien suena como el favorito absoluto. Pero eso no significa que sea quien vaya a quedarse con el puesto. Su figura, de infatigable serruchador del piso en el que se posaba May, es conflictiva para muchos.
Tal vez por eso ha redoblado su esfuerzo y no hace más que comparecer en los medios para dejar en clara su posición y hacer bandera, una vez más, con el Brexit.
Johnson asegura que, si llega a primer ministro, no piensa pagar la multa de más de 50.000 millones de euros que reclama la UE, salvo que le pongan sobre la mesa "un acuerdo mucho mejor" que el logró May y que jamás fue aprobado por el Parlamento. De lo contrario, dijo, nos vamos sin acuerdo.
Siempre, con la promesa de que el país "estará mucho mejor" de ese modo. Argumento que muchos contrastan con sus falsedades sobre el ahorro de dinero que para los británicos significaría salir de la UE.
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