El conflicto entre Israel y Hamas desnudó la grieta en el partido de Biden
Las diferencias entre las distintas alas demócratas ante la escalada recalibraron los mensajes de la Casa Blanca con el paso de los días; críticas de los republicanos
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WASHINGTON.- La última escalada de violencia entre Israel y Hamas, que llevó al peor conflicto en Medio Oriente desde la guerra de Gaza en 2014, dejó a la vista las diferencias entre Joe Biden y el ala progresista de los demócratas, que hasta ahora habían quedado maquilladas por el giro a la izquierda que propuso Biden con su agenda de reformas. Pero también reveló hasta qué grado el inquebrantable respaldo político a Israel en Washington se ha recalibrado hacia los palestinos, ampliando la grieta.
Una imagen que dejó la semana sintetizó ese giro político en Estados Unidos. Biden viajó a Detroit y al bajarse del avión presidencial lo estaba esperando Rashida Tlaib, una de las primeras mujeres musulmanas electas a una banca del Congreso, hija de inmigrantes palestinos, y una de las voces más mordaces de la izquierda demócrata. Biden y Tlaib, crítica acérrima de Israel, mantuvieron una larga conversación en la explanada del aeropuerto que fue capturada por las cámaras, la primera charla cara a cara entre ambos desde que Biden asumió la presidencia.
“Y Rashida Tlaib… ¿dónde está Rashida?”, la buscó Biden después, al dar un discurso sobre la economía en una planta de Ford en Dearborn, al lado de Detroit. “Te digo algo, Rashida, y quiero decirte que admiro tu intelecto, admiro tu pasión y admiro tu preocupación por tantas otras personas. Rezo porque tu abuela y tu familia estén bien. Te prometo, voy a hacer todo por ver que así sea en Cisjordania. Sos una luchadora. Y gracias a Dios por ser una luchadora”, la elogió.
Mientras Biden hablaba, miles de personas marchaban a favor de los palestinos en tres protestas en la ciudad, donde casi la mitad de la población es musulmana.
El gesto de Biden a Tlaid fue notable porque es, por lejos, la congresista más dura con Israel, y apenas unos días antes había acusado al gobierno de Biden de “seguir órdenes” del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y de actuar con “hipocresía” al promover la defensa de los derechos humanos, salvo para los palestinos. Tlaib ha acusado a Israel de aplicar políticas “racistas”, de operar un “Estado apartheid”, y, a contramano del resto del arco político de Washington, promueve abiertamente una solución de un solo Estado para el largo conflicto entre israelíes y palestinos.
Los 11 días de lluvias de misiles entre Israel y Gaza le dieron a Tlaib la mayor visibilidad desde que llegó al Congreso, en 2018, montada en la “ola azul” que otorgó a los demócratas el control de la Cámara de Representantes. Junto a ella llegaron Alexandria Ocasio-Cortez, Ilhan Omar –también musulmana, como Tlaib– y Ayanna Presley, integrantes del grupo conocido con el nombre de “el escuadrón”, progresistas y feroces críticas del gobierno de Netanyahu. Sus voces amplificaron posturas que, hasta estos años, solo sostenían figuras como el senador socialista Bernie Sanders.
Señales de cambio
Con el correr de los días, las señales de un endurecimiento demócrata hacia Israel se volvieron más notorias y extendidas junto con la creciente disparidad de víctimas: 237 entre los palestinos y 12 entre los israelíes, incluidos civiles y niños. Líderes del establishment demócrata en el Capitolio, como Nancy Pelosi, Chuck Schumer o Bob Menendez, todos considerados “halcones” de Israel, reclamaron un cese al fuego. Menendez incluso dijo estar “profundamente preocupado” por las víctimas civiles en Gaza, y el ataque a un edificio donde funcionaban las oficinas de la agencia AP y Al Jazeera. En el Senado, Jon Ossof, el joven senador judío de Georgia que contribuyó este año con su elección a que los demócratas alcanzaran la mayoría en la Cámara alta, reunió 29 firmas para un comunicado que exigió un cese al fuego para “evitar más pérdidas de vidas civiles”.
Los mensajes de la Casa Blanca también se recalibraron con el paso de los días. Biden, cuyas primeras reacciones al conflicto frustraron a los progresistas, pasó de expresar su “inquebrantable respaldo” a Israel y a condenar los ataques de Hamas, a pedir también que se garantice la protección de “civiles inocentes” y periodistas, y a respaldar en sus últimas llamadas con Netanyahu un cese al fuego y exigir una “desescalada significativa”, una presión que le valió furiosas críticas de los republicanos. La Casa Blanca le marcó a Netanyahu, quien gozó de un apoyo incondicional durante el gobierno de Donald Trump, el cambio en el entorno político en Washington.
Aunque nunca dejó de expresar su apoyo a Israel –de hecho, Estados Unidos bloqueó en las Naciones Unidas una resolución para exigir un alto al fuego–, la presión de Biden a Netanyahu replicó en parte la presión interna que sufrió el propio Biden.
Los republicanos denostaron este giro como una evidencia más de que los demócratas han adoptado una agenda radical que apunta a alejar al país de políticas históricas, como el apoyo inquebrantable a Israel, el principal aliado de Estados Unidos en Medio Oriente. El líder republicano del Senado, Mitch McConnell, rechazó por completo lo que a su juicio se planteó como una “obscena equivalencia moral” entre Israel y Hamas.
Un grupo de prominentes senadores republicanos, incluidos presidenciables como Marco Rubio o Ted Cruz, presentaron una resolución en la Cámara alta que condena los ataques de Hamas a Israel, se opone a sus “crecientes e indiscriminados” ataques, y reafirma un “compromiso inquebrantable a nuestro aliado, Israel, y su derecho a defenderse a sí misma y sus civiles contra el terror”. La resolución dejó afuera toda mención de los palestinos.
El creciente apoyo de los demócratas a los reclamos de los palestinos terminó por ampliar una grieta con los republicanos, y es, en última instancia, un reflejo de un cambio más profundo en Estados Unidos. Los evangélicos, un pilar del electorado republicano, respaldan sin fisuras a Israel, mientras que la coalición demócrata, más diversa y urbana, se ha vuelto más permeable a los reclamos de los palestinos. Una encuesta de Gallup de marzo último reveló que los norteamericanos siguen viendo a Israel mucho más favorablemente que a la Autoridad Palestina. Pero el respaldo a la organización que lidera Mahmoud Abbas alcanzó un pico del 30 por ciento. Y por primera vez una mayoría de los demócratas, el 53 por ciento, cree que Estados Unidos debe presionar más a Israel para resolver el histórico conflicto.
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