El conflicto diplomático con la Argentina, otro frente de tormenta para el debilitado presidente de Ecuador
Guillermo Lasso lucha por su supervivencia política luego de un fracaso en un referéndum clave y bajo amenaza de un juicio político
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CARACAS.- El último terremoto diplomático en América Latina resquebrajó las relaciones entre Quito y Buenos Aires, con Caracas a la expectativa. La expulsión de ambos embajadores llega en medio de la tormenta que rodea al presidente ecuatoriano, Guillermo Lasso, que lucha por su supervivencia política tras fracasar en un referéndum de enmiendas constitucionales de febrero pasado, mientras mide sus escasas fuerzas en la Asamblea Nacional bajo la amenaza de un juicio político.
De momento no se produjo la ruptura total entre dos países que tradicionalmente han mantenido buenas relaciones. Ecuador apoyó al gobierno argentino durante la Guerra de las Malvinas.
El “escape”, como se denomina en Ecuador a la sorprendente fuga de la exministra correísta María Duarte, es un nuevo golpe contra el debilitado gobierno conservador, pero también abre una ventana de oportunidad cuando Lasso ha depositado parte de su capital político en la “cruzada por la seguridad”, que imita políticas de mano dura parecidas a las empleadas en El Salvador por el presidente Nayib Bukele.
“Me parece que un llamado de atención al embajador era suficiente. Es desproporcionado, más aún si los que cuidaban que la señora Duarte no fueron efectivos para capturarla a su salida. Lo que dice la Argentina tiene sentido: no eran ellos los que tenían que evitar que no saliera, eran las autoridades las que debían estar atentas para evitar que no solo salga de la Embajada, sino del país”, explica para LA NACION Michel Leví, coordinador del Centro Andino de Estudios Internacionales.
Duarte huyó durante el pasado fin de semana del que fue su refugio durante casi tres años, tras ser condenada a ocho años de prisión por cohecho por el famoso Caso Sobornos. El mismo de Rafael Correa. Los jueces consideraron demostrada la trama de financiación ilegal del movimiento gubernamental, que incluía aportes de empresas nunca declarados.
Se trata de un capítulo trascendental para la política ecuatoriana, ya que Correa, apoyado por sus aliados de la Patria Grande, sostiene que es otra víctima del “lawfare” que también habrían sufrido Luiz Inacio Lula da Silva o Cristina Kirchner, según denuncian. Su plan para la absolución total pasa por el triunfo electoral de la Revolución Ciudadana, que vuelve a ser el partido más poderoso del país tras conquistar en los pasados comicios locales las alcaldías de Quito y Guayaquil, así como las prefecturas del Guayas y Pichincha.
La exministra de la Revolución Ciudadana eligió Caracas como su nuevo refugio, al ser el chavismo un estrecho aliado de su líder. Correa, que llegó a ser uno de los presentadores estrella de la televisión rusa del presidente Vladimir Putin, también ejerce como uno de los asesores principales de Nicolás Maduro.
Mano dura fuera y mano dura en casa. Lasso imita algunas de las políticas de Bukele a la hora de combatir la ola de violencia provocada por el narcotráfico. No duda en exhibir presos en posturas parecidas a los mareros salvadoreños, también en enfrentarse directamente a los jueces o en dirigir la lucha contra el crimen desde las redes sociales. Tampoco ha evitado ahora la pulseada de fuerza diplomática con la Argentina.
“No logran mucho con esto. Además ya mismo tenemos la plenaria Unión Europea-Celac [en julio próximo en Bruselas] y no valdría la pena estar mal con los argentinos hasta ese momento. Me parece que afuera no le va a funcionar la mano dura al presidente”, advierte Leví.
“El gobierno de Lasso no tiene la menor idea de relaciones internacionales. Ya está totalmente solo en Ecuador, ahora quiere estar solo en América Latina. Realmente son un mal chiste”, ironizó Correa, otro de los “protagonistas” del incidente diplomático.
El correísmo busca la destitución de Lasso a través del juicio político en el Parlamento, para lo que cuenta con el respaldo de los socialcristianos, antiguos socios de Lasso; los disidentes de Izquierda Democrática y los radicales del partido indígena Pachakutik.
La realidad es que la inseguridad es hoy un tema de suma importancia en el Ecuador. “Lasso está muy debilitado y le falta capital político. Por consiguiente, ha recurrido al tema de la seguridad y la retórica de la mano dura, al igual que otros presidentes en la región”, precisa a LA NACION el politólogo John Polga-Hecimovich.
“Creo que esta retórica es la única estrategia que le queda para generar apoyo en el contexto actual. No tiene otra manera de generar capital político en una situación en que corre el riesgo de un juicio político inminente”, confirma el analista.
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