El “chef de Putin”, el líder del temible grupo Wagner que se enfrenta al Kremlin por las derrotas militares en Ucrania
Según los informes de inteligencia estadounidenses, Yevgeniy Prigozhin le reprochó recientemente al presidente ruso la actuación militar de Moscú en Ucrania
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WASHINGTON.- El confidente que se desahogó recientemente con el presidente ruso Vladimir Putin sobre la gestión de su ejército en la guerra de Ucrania fue Yevgeniy Prigozhin, el fundador de un grupo de mercenarios rusos que está desempeñando un papel fundamental para Moscú en el campo de batalla, según revelaron dos funcionarios estadounidenses familiarizados con el asunto.
Las críticas de Prigozhin se hicieron eco de lo que ha estado diciendo públicamente durante semanas, afirmaron de forma anónima los funcionarios. Pero la revelación de que se sintió cómodo compartiendo un reproche tan duro del esfuerzo militar con Putin en un entorno privado muestra cómo su influencia está aumentando a medida que la guerra de Moscú se tambalea. También pone de relieve la inestabilidad de la dirección oficial de la defensa rusa, que ha sido ampliamente criticada tras meses de errores y pérdidas en el terreno.
La frustración de Prigozhin con el Ministerio de Defensa ruso y su creciente tensión con el titular de esa cartera, Sergei Shoigu, fueron objeto de un informe de inteligencia estadounidense que ha estado circulando entre los funcionarios en Washington.
Durante años, Prigozhin operó en las sombras del poder ruso, negando vínculos con el grupo mercenario Wagner y la fábrica de trolls de San Petersburgo que, según las autoridades estadounidenses, financió para inmiscuirse en la campaña presidencial de 2016. Ayudó a promover los objetivos exteriores del Kremlin al margen de las estructuras formales, y se ganó el apodo de chef de Putin debido a que era propietario de un restaurante de San Petersburgo que el presidente frecuentaba y de una empresa de catering que tiene lucrativos contratos con el Estado.
Pero en las últimas semanas, Prigozhin ha salido a la luz en un dramático debut en la vida pública rusa, admitiendo por primera vez su liderazgo de Wagner y atacando públicamente a la cúpula militar rusa por sus errores.
Según el informe de la inteligencia estadounidense, Prigozhin ha expresado su opinión de que el Ministerio de Defensa ruso depende demasiado de Wagner y no está dando al grupo mercenario suficiente dinero y recursos para cumplir su misión en el conflicto.
El informe también reveló que Prigozhin supuestamente escenificó un reciente video en redes sociales en el que aparecían soldados de Wagner quejándose de la falta de alimentos y provisiones básicas como medio para presionar al Kremlin a fin de que aumente la financiación. “La decisión de Prigozhin de enfrentarse a Putin es sólo la última señal de su descontento”, opinó una persona que leyó el informe.
Prigozhin negó los recientes contactos personales con Putin en declaraciones a The Washington Post realizadas a través de su servicio de prensa. “En primer lugar, no me he comunicado personalmente con Vladimir Vladimirovich Putin recientemente. No he criticado la gestión de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa durante el conflicto en Ucrania. Por lo tanto, no puedo comentar nada”, aseveró, añadiendo que no tenía derecho a criticar o alabar la labor de las fuerzas armadas ya que no era un experto militar. También negó la existencia del supuesto video en el que las fuerzas de Wagner se quejaban de la comida y las provisiones.
El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, declinó hacer comentarios sobre la interacción entre Prigozhin y Putin.
El grupo Wagner, formado por veteranos acusados de violaciones de los derechos humanos que operan al margen de la estructura militar formal, ha estado llevando a cabo una ofensiva para tomar Bakhmut, una ciudad de la región de Donetsk en manos de las fuerzas ucranianas. Algunos analistas lo ven como un intento de demostrar que sus soldados pueden progresar incluso cuando el resto del ejército está a la zaga.
El resultado es una aparente recuperación de su estatus en el círculo íntimo de Putin, que supuestamente había estado en peligro antes de la guerra por las disputas con altos funcionarios rusos.
“Ha estado realmente en alza todos estos últimos meses”, indicó Marlene Laruelle, directora del Instituto de Estudios Europeos, Rusos y Euroasiáticos de la Universidad George Washington. “La guerra le dio la posibilidad de acceder a Putin más que nunca”.
Con figuras como Prigozhin y el líder checheno nombrado por el Kremlin, Ramzan Kadyrov, expresando públicamente sus críticas a los militares rusos, “el aspecto en la sombra del Estado ruso es cada vez más visible”, añadió Laruelle.
Un enfoque más despiadado
A la interacción entre Putin y Prigozhin le ha seguido un enfoque ruso más despiadado de la guerra. Tras los repetidos reveses del ejército ruso, que han supuesto la pérdida de casi 5000 kilómetros cuadrados de territorio, Putin eligió por primera vez un comandante general para dirigir el esfuerzo bélico en Ucrania. El nombramiento de este mes llenó un vacío de liderazgo que los analistas militares habían citado como una de las razones por las cuáles Moscú había estado luchando con el mando y el control de sus fuerzas.
Prigozhin alabó la elección en un comunicado publicado por su empresa de catering en la red social rusa VK, en el que calificaba a Serguei Surovikin, el nuevo general al mando, de “personaje legendario” nacido para servir a la Patria y “el comandante más competente” del ejército ruso.
Surovikin se ganó el apodo de General Armagedón en Siria después de que el ejército ruso se hiciera conocido por sus ataques indiscriminados contra objetivos civiles.
En Ucrania, Rusia también ha pivotado recientemente hacia tácticas más duras que afectan a los civiles, especialmente tras el humillante bombardeo a principios de octubre del puente de Crimea. Moscú ha lanzado misiles en el centro de Kiev por primera vez en meses y ha apuntado a la infraestructura energética ucraniana. Y ha empezado a utilizar drones de combate iraníes para atacar infraestructuras críticas y aterrorizar a la población.
Los partidarios de la línea dura, incluidos los que apoyan a Prigozhin, llevaban tiempo instando al Kremlin a utilizar más tácticas de tierra quemada contra los centros urbanos.
“Cree que todavía puede ganar, y por eso está lanzando todo lo que puede”, señaló Fiona Hill, una exfuncionaria de alto nivel de la Casa Blanca. “Ahora estamos en ese periodo en el que está tratando de empujarnos a su versión del final del juego. El tipo cree que puede lograrlo”.
A principios de este mes, Prigozhin declaró en redes sociales que los altos mandos militares rusos estaban fuera de contacto con la situación en el terreno en Ucrania. “Creo que deberíamos enviar a todos estos bastardos descalzos al frente con ametralladoras”, dijo. No está claro si Prigozhin está centrado principalmente en conseguir más influencia dentro del sistema de defensa ruso o si alberga mayores ambiciones políticas para sí mismo o para sus allegados.
Dado que las críticas públicas a Putin siguen siendo un tabú, Shoigu ha soportado la mayor frustración por el conflicto y en los últimos meses ha sido “marginado dentro de la dirección rusa”, según una evaluación realizada por el Ministerio de Defensa británico en agosto.
Prigozhin, por su parte, se presenta como una alternativa más extrema y sin tapujos.
Un video que empezó a circular por las redes sociales en septiembre mostraba a Prigozhin reclutando a posibles combatientes en una prisión rusa, una estrategia que recibió múltiples críticas.
Sin embargo, Prigozhin respondió: “Aquellos que no quieren mercenarios o prisioneros para luchar... a los que no les gusta este tema, envíen a sus hijos al frente. Son ellos o sus hijos, ustedes decidan”.
Una semana después, Putin ordenó la movilización de 300.000 reservistas para reponer las fuerzas agotadas.
Antes de que la guerra empezara a ir mal para los militares rusos, “no era propicio” que los críticos acapararan el protagonismo. Pero “gente como Prigozhin ve ahora una oportunidad de agarrar el anillo de bronce”, advirtió Hill. “Esto demuestra realmente que el sistema está bajo tensión, cuando la gente empieza a impulsarse de esta manera”.
De los panchos a las armas
Prigozhin ha superado con creces sus humildes orígenes como vendedor de panchos en Leningrado, la ciudad natal del presidente. Pasó nueve años en prisión por robo y otros delitos, y luego cofundó casinos y un restaurante flotante, donde sirvió personalmente a Putin, así como al presidente George W. Bush. Más tarde abrió un negocio de catering que obtuvo contratos con el gobierno ruso.
Después de años de negaciones, hace poco admitió públicamente que fundó Wagner en mayo de 2014 para apoyar a los separatistas respaldados por Rusia en su esfuerzo por hacerse con el control de la región ucraniana de Donbass.
El Departamento del Tesoro de Estados Unidos impuso nuevas sanciones a Prigozhin en marzo debido a la participación del Grupo Wagner en la guerra. Antes de eso, ya había sido sancionado y acusado por financiar la Internet Research Agency, una fábrica de trolls rusos que, según las agencias de inteligencia, formaba parte de un esfuerzo del Kremlin para interferir en las elecciones de 2016.
Sus años en prisión y sus duros comienzos probablemente generaron resentimiento contra las élites políticas y los que gozaban de privilegios tras el colapso de la Unión Soviética, explicó Laruelle. La guerra ha contribuido a su ambición. “Quiere reconocimiento político”, dijo. “El dinero no es suficiente. Creo que le importa mucho tener un estatus oficial”.
El papel público cada vez más prominente de figuras como Prigozhin y Kadyrov en el esfuerzo bélico está irritando a algunos funcionarios rusos, que los ven como actores deshonestos que juegan con sus propias reglas. “Tener líderes como Prigozhin y Kadyrov... ellos [el establishment] no pueden vivir más con esto”, dijo un funcionario ruso en una entrevista. “Esto no es Rusia. Es una hermandad criminal basada en los principios de la Edad Media”.
Por Ellen Nakashima, John Hudson y Paul Sonne
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