El caso Lewinsky, el escándalo sexual que golpeó a Clinton y hundió a Monica en un mar de soledad
El 12 de febrero de 1999, Bill Clinton recobró el aliento. El entonces presidente estadounidense venía de 13 meses de investigación, procesamiento y juicio por haber protagonizado uno de los escándalos más resonantes de la política norteamericana, al mantener dos años de relación paralela con la pasante Monica Lewinsky.
Corría 1995 cuando la joven ingresaba a trabajar a la Casa Blanca sin probablemente imaginar que, tiempo después, su nombre se convertiría en los más pronunciados por la prensa y las conversaciones del país en torno a lo que sucedía en Washington D.C.
Que un presidente estuviera involucrado sexualmente con una mujer mientras estaba casado con otra no iba a pasar desapercibido ni para la sociedad ni para la Justicia. Clinton, de 49, y Lewinsky, de 22, mantuvieron una relación durante dos años y la primera dama, Hillary, no supo nada hasta que las evidencias se hicieron públicas.
Fue Linda Tripp, exempleada del Pentágono, quien sacó a la luz la relación existente entre Bill y Monica. Para eso, grabó 20 horas de conversaciones con su amiga, en las que ella relataba los detalles sexuales de lo que sucedía en una oficina contigua al Salón Oval. Esa batería de pruebas fueron entregadas en enero de 1998 al FBI.
En una entrevista en 2003, Tripp dijo que no se arrepentía de nada. “No sabía qué hacer, me aterrorizaba, me asustaba, me sentía totalmente culpable por tener que manipularla, pero estaba convencida en mi alma de que al final la beneficiaría. Que él ya no podría hacer esto para lastimar a nadie más”, confesó años después. Su intención era sacar a la luz lo que, en su visión, era un claro abuso de poder por parte de Clinton.
El hostigamiento y la soledad
Con 24 años y enamorada del presidente de los Estados Unidos, Lewinsky tenía mucho para perder. Es que cuando su affaire trascendió las paredes del Salón Oval, su nombre comenzó a aparecer en todos los titulares de los medios de comunicación y hasta empezó a ser señalada por lo sucedido. El Washington Post, por ejemplo, le dedicó al tema 125 artículos en diez días, según se quejó ella misma. A todo esto hay que sumarle el morbo con el que se hizo alusión a los detalles de la relación entre ambos, como el famoso vestido manchado.
Monica tuvo que soportar verse descripta como la “pasante depredadora de la Casa Blanca” o como una “joven vagabunda en busca de emociones”. “Hubo un momento para mí en el que estaba llorando histéricamente y luego me apagaba. Y en los períodos en los que estaba apagada recuerdo mirar por la ventana pensando que la única forma de arreglar esto era matándome, saltando por la ventana”, contó en una entrevista difundida por la cadena ABC.
El hostigamiento que la llevó a plantearse acabar con su vida la inspiró años después a militar contra el acoso en Internet y a doctorarse en Psicología Social en la London School of Economics. Con el surgimiento del movimiento Me Too en 2017, la mujer de ahora 47 años volvió a reflexionar acerca del episodio que la ubicó en el centro de la escena y recordó lo desamparada que se había sentido. En un artículo que escribió para Vanity Fair, agradeció las palabras que le envió entonces una de las propulsoras del movimiento feminista. “Disculpanos por haberte dejado sola”, decía el mensaje que emocionó a Monica.
“En general, estuve sola. Públicamente sola; abandonada sobre todo por la figura clave de la crisis, que me conocía muy bien e íntimamente [Clinton]. Que tuve mis errores, en eso podemos coincidir. Pero nadar en el mar de la soledad fue aterrador”, consignó Lewinsky en la misma columna.
Juicio político
Al momento de enfrentar el escándalo por su relación con Lewinsky, el presidente demócrata cargaba sobre sus espaldas otra fuerte acusación. Paula Jones, una exsecretaria de Arkansas, lo había denunciado en 1994 por acoso sexual. La mujer alegaba que, mientras Clinton era gobernador del estado, el 8 de mayo de 1991 la había hecho subir a su habitación para obligarla a practicarle sexo oral.
El problema se acrecentó cuando, durante su declaración en el caso Jones -cargo por el que fue exonerado el 1° de abril de 1998-, el exmandatario negó haber tenido relaciones sexuales con Lewinsky. Todo esto le valió ser acusado de 11 delitos y lo llevó al “impeachment” por perjurio, abuso de poder y obstrucción de la justicia.
“Mantuve una relación con la señorita Lewinsky que no fue apropiada y que, de hecho, estuvo mal. Constituyó un error de juicio y un fallo personal por mi parte; soy el único responsable, pero en ningún momento he pedido a nadie que mienta o que oculte o destruya pruebas”, confesó entonces el mandatario, pero su esfuerzo por sincerarse no fue suficiente para evitar un juicio político.
El proceso se inició el 19 de diciembre de 1998 en la Cámara de Representantes y, después de 13 meses de investigación, terminó en el Senado el 12 de febrero del año siguiente. El contexto y la cantidad de demócratas en la Cámara Alta fueron grandes factores para que Clinton saliera políticamente ileso de tal escándalo. Para destituir a un presidente en Estados Unidos se necesitan dos tercios de los miembros, es decir, 12 senadores de su partido debían ponérsele en contra. Ninguno lo hizo.
En el documental Hillary, donde participa el círculo íntimo de la exprimera dama, su marido manifestó, en relación al escándalo que protagonizó: “La vida de todos tiene presiones y decepciones, terrores, miedos a lo que sea (...). Cosas que hice para controlar mis ansiedades durante años. Soy una persona diferente, totalmente diferente de la que era”. Asimismo, reflexionó acerca de, quizás, la mayor víctima de su affaire: “Me siento terrible por el hecho de que la vida de Monica Lewinsky fue definida por eso, injustamente creo”.
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