El “cardenal poeta” José Tolentino de Mendonça: “Pienso que el papa Francisco viaja a la Argentina todos los días”
El prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, considerado “papable”, habló de los desafíos de la Iglesia y de la asignatura pendiente del Pontífice con su madre patria; este mes viaja a Buenos Aires
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ROMA.- Lo llaman el “cardenal poeta” porque escribe versos y tiene una prolífica obra poética, literaria y teológica. Está ligado al mundo intelectual y algunos lo consideran “papable”.
El cardenal portugués José Tolentino de Mendonça, en efecto, como prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, que encabeza desde hace casi dos años, se ha destacado. Su último éxito fue el pabellón de la Santa Sede en la Bienal de Arte de Venecia, que decidió montar en un lugar inesperado: una prisión femenina, que convirtió en una experiencia inmersiva única que fundió el arte con el mundo carcelario, una realidad dura, difícil, que pocos quieren ver, que se ha vuelto una de las grandes metas de este evento.
Experto en la relación entre literatura y teología y siempre activo en el mundo de la cultura y la universidad, en 2014 representó a Portugal en la Jornada Mundial de la Poesía y dese hace años escribe en el diario Expresso una columna semanal titulada “Qué son las nubes”.
En febrero de 2018, siendo consultor del Pontificio Consejo de Cultura, el papa Francisco lo llamó a Roma para predicar los ejercicios espirituales para la curia romana. Esto le representó un trampolín hacia el Vaticano: en junio de ese mismo año fue nombrado Archivero y Bibliotecario de la Santa Romana Iglesia, al año siguiente, cardenal, y en septiembre de 2022, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación.
En una entrevista con LA NACION en una sala con vista espectacular sobre la Plaza de San Pedro, este teólogo y biblista nacido hace 58 años en la isla de Madeira, habló de su vida y contó que de pequeño vivió junto a su familia en Angola, experiencia que lo marcó a fuego por “los espacios sin límites” de África, un continente que lo cautivó y con el cual hoy trabaja asiduamente. Comenzó a ser un lector “omnívoro” a los 11 años, cuando entró al seminario menor de Funchal, que tenía “dos bibliotecas enormes” y a escribir poesía, durante la adolescencia. Se trata de una pasión que sigue cultivando y que es el motivo por el cual fue apodado “el cardenal poeta”.
-Usted está en el Vaticano desde hace seis años: ¿es compatible ser escritor, poeta, intelectual y al mismo tiempo, cardenal de curia? ¿No siente un contraste?
-No, yo aprecio mucho mi libertad interior. Es más, siento como un deber seguir escribiendo, pensando y tener una presencia en la cultura también como creador y seguir mi camino. El hecho de ser cardenal no es un motivo para obstaculizar, sino, al contrario, un motivo más para continuar esto, que es, también, una vocación.
-No siente entonces que le cortaron las alas…
-No, absolutamente no. En esto me ayudó mucho el papa Francisco, que siempre me dio toda la libertad en este aspecto. Después de nombrarme cardenal, que fue una sorpresa, cuando nos reunimos y le dije “Santo Padre ¿qué hizo?” (risas), él me contestó “porque vos sos la poesía”… No es que yo soy la poesía, pero en su mente represento esa cuota de poesía que debe tener la vida, como San Francisco, que les decía a sus frailes que debían tener una huerta para la subsistencia de la comunidad, pero que tenían que dejar una pequeña parte para plantar flores. Entonces, lo útil y lo inútil... y la poesía es lo inútil que perfuma la vida.
-¿Como puede conjugarse esta poesía con un Vaticano con muchos conflictos internos, intrigas y tensiones entre los que siguen al papa Francisco y los que se resisten?
-Todos padecemos los sufrimientos, los interrogantes, los dramas. Nadie puede sentirse indiferente y me siento parte de este tiempo de la Iglesia, como servidor de la visión del papa Francisco. Estamos hablando de poesía porque es parte de mi biografía, pero la Iglesia tiene todos los recursos espirituales para vivir este tiempo. Un tiempo que yo no veo de modo pesimista, sino con esperanza, porque veo muchos hombres y mujeres disponibles a darle una segunda oportunidad a la Iglesia.
- ¿Para usted cuál es hoy el desafío más importante de la Iglesia?
-Para mí el desafío más importante es la traducción de la experiencia cristiana al lenguaje de nuestro tiempo. La experiencia cristiana no puede quedar anclada en un tipo de lenguaje heredado del pasado, sino que el desafío misionero del que habla el papa Francisco es el sueño misionero de llegar a todos. Este es el gran desafío.
-¿Qué piensa de la decisión del Dicasterio para la Doctrina de la Fe de excomulgar al arzobispo Carlo María Viganò?
-Una decisión de esta naturaleza es siempre un drama, no es un gesto que pueda hacerse sin un dolor, sin un discernimiento grave. Por otro lado, hay que decir que monseñor Viganò, que seguramente hizo mucho bien en su vida, en sus últimas posiciones, él mismo se declaró fuera de la Iglesia. Entonces es una decisión que fue consecuencia de sus posiciones sobre el rol del Santo Padre, sobre el Concilio Vaticano II y sobre la Iglesia contemporánea.
-¿Qué significa para usted el sínodo sobre sinodalidad que tendrá en octubre su segunda sesión?
-Es un sínodo muy importante y pienso que la cuestión de la sinodalidad marcará la Iglesia del futuro. El papa Francisco tuvo una gran visión al promover este sínodo, porque la Iglesia debe crecer. Pero para crecer, debe hacerlo a través de un diálogo consigo misma, activando todas las mediaciones y la participación de los bautizados. Es de esta participación que nacerán muchas otras cosas, pero debemos hacer del estar juntos un recurso y debemos ver a la Iglesia no de modo piramidal, sino como un cuerpo. El sínodo nos ayudará a ver esto claramente. Más que una temática u otra, es justamente la participación y la vocación de los bautizados lo que le da a la Iglesia un rostro sinodal, que pienso que tendrá una gran consecuencia en el futuro.
-Cuando usted dirigió el retiro espiritual de la curia romana, en Ariccia, en 2018, también habló de la importancia de que los sacerdotes vean cine. ¿Por qué?
-Un cura tiene que ser un experto en humanidad. Y las experiencias de humanidad nuestras son limitadas. Nosotros tenemos una vida, no tenemos otras, y el cine permite crear relaciones de empatía, de escucha, con figuras y situaciones muy distintas de las nuestras. Y esto es absolutamente necesario para un cura que debe ser como un obstetra: tiene que ayudar a hacer nacer la vida, debe asistir al parto y si no tiene la manualidad, es decir, la capacidad de entender la complejidad del ánimo humano que Fernando Pessoa decía que era el abismo de los abismos de la complejidad, si no tenemos esta mirada hacia la complejidad y diversidad humana, no podemos realmente servir, como el papa Francisco repite siempre.
-Estando desde hace ya seis años en el Vaticano, usted ve seguido al papa Francisco. ¿Qué es lo que más le impacta de él?
-Es una buena pregunta. Me impacta mucho su inteligencia: es fulgurante. Cuando responde lo hace con inteligencia, con profundidad. Muchas veces, de modo sorprendente, lleva las cuestiones mucho más allá. Esto es algo que me fascina y que intento aprender. Después, me impacta su simplicidad evangélica. En ese hombre hay olor a Evangelio. Es conmovedor. Uno dice: “estoy enfrente a alguien que cree que la verdad es la verdad”. Y esto no es muy común.
-¿Ha estado alguna vez en la Argentina?
-Sí, estuve una vez y viajaré nuevamente en agosto para visitar la Universidad Católica Argentina.
-La Argentina, como sabe, es una asignatura pendiente del papa Francisco, que nunca viajó a su tierra. Es más, verá que todo el mundo allá le va a preguntar por el tema. ¿Usted piensa que va a ir?
-Yo pienso que él va allá todos los días, que él viaja a la Argentina todos los días, seguramente. Como yo, aunque no es deliberado, voluntario, viajo a mi país de origen todos los días. Todo hombre es así. Él viaja siempre…
-Última pregunta: ¿es consciente de que algunos lo consideran “papable”?
-(Risas) Pienso que la Iglesia en este momento tiene un Papa extraordinario que todos debemos apoyar en todas las formas y agradecer por todo lo que hace para ayudar a la Iglesia a ser más misionera y más profética.
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