El candidato inesperado que se convirtió en la voz de los rusos anti-Putin para las elecciones
El exlegislador Boris Nadezhdin, que se opone a la guerra en Ucrania, busca juntar firmas para enfrentar al presidente en las elecciones
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BERLÍN.– Su apellido deriva de la palabra “esperanza” en ruso, y eso es lo que ha pasado a ser, de manera inesperada, para centenares de miles de rusos que se oponen a la guerra.
Boris B. Nadezhdin es el único candidato con una plataforma antiguerra que tiene chances de competir contra el presidente Vladimir Putin en las elecciones rusas previstas para marzo. Y para que sea posible, los rusos que se oponen a la guerra dentro y fuera del país firmaron el petitorio de Nadezhdin, con la esperanza de alcanzar firmas suficientes antes de la fecha límite del 31 de enero.
En la ciudad siberiana de Yakutsk, los firmantes soportaron temperaturas bajo cero, en Ekaterimburgo hicieron filas interminables, y en San Petersburgo saltaban en su puesto en la fila para aliviar el frío. Los rusos en el extranjero también se presentaron masivamente en ciudades como Berlín, Estambul y Tiflis, capital de Georgia.
Todos ellos saben que las autoridades electorales rusas podrían proscribir a Nadezhdin, y también saben que aunque le permitan presentarse no tiene ninguna chance de ganar. Pero no les importa.
“Boris Nadezhdin es nuestro ‘no’ colectivo”, dice Lyosha Popov, un joven de 25 año que junta firmas para Nadezhdin en Yakutsk, al sur del círculo polar ártico. “Es simplemente nuestra forma de protestar y de demostrar que estamos en contra de lo que está pasando.”
La movilización de las bases en un país autoritario, donde las elecciones nacionales son una farsa desde hace mucho tiempo, fue una inyección de adrenalina para una oposición rusa prácticamente extinta: sus líderes más prometedores se exiliaron, fueron encarcelados o asesinados, en medio de una represión generalizada de la disidencia que con la guerra no hizo más que acelerarse.
En Rusia, donde la protesta está prácticamente prohibida y criticar a las fuerzas militares es un delito, las largas filas de apoyo a la candidatura de Nadezhdin dieron muestra de una comunión pública poco frecuente entre los rusos antiguerra y aquellos cuyas voces están acalladas desde hace casi dos años por una ola de patrioterismo y de brutalidad estatal.
Muchos de los votantes no conocen a Nadezhdin, un médico de 60 años que fue miembro del Parlamento ruso entre 1999 y 2003, y quien reconoce abiertamente que carece del carisma de otros cruzados anti-Kremlin como Alexei Navalny, el líder opositor que se encuentra encarcelado.
Pero debido a una draconiana ley de censura que penaliza las críticas a la guerra, quienes se oponen al conflicto apoyan a Nadezhdin como único recurso legal para demostrar su oposición a la invasión de Ucrania decretada por Putin. Además, a los votantes les gusta lo que dice el candidato: que este conflicto dejó a Rusia al borde del precipicio, que hay que liberar a los presos políticos, repatriar a las tropas y hacer la paz con Ucrania, y que las leyes contra los gays son “una idiotez”.
“Mi objetivo para participar de la elección es oponerme al enfoque de Putin, que está llevando al país a un callejón sin salida, por un sendero de autoritarismo, militarización y aislamiento”, respondió Nadezhdin por escrito a The New York Times.
“Cuantos más votos reciba un candidato contrario a la visión de Putin y su ‘operación militar especial’, mayores serán las chances de paz y cambio en Rusia”, agregó Nadezhdin, utilizando el eufemismo del Kremlin para referirse a la guerra y así evitar contravenir las leyes rusas.
La mirada del Kremlin
El Kremlin controla férreamente el proceso electoral para asegurar una victoria inevitable de Putin, pero permite que se presenten opositores a los que no considera una amenaza, para darle un tinte de legitimidad, manejar la participación en las elecciones y darles a los opositores a su gobierno una válvula de escape para su descontento. Hasta ahora, 11 personas, incluidos Nadezhdin y Putin, fueron habilitadas para registrarse como potenciales candidatos y juntar firmas.
Muchos de los flamantes partidarios de Nadezhdin aceptan que al principio podría haber sido visto como una herramienta funcional al Kremlin: un progresista de la década de 1990 con un aire de abuelo campechano dispuesto a jugar el juego del Estado. Una sospecha particular despierta su trabajo en la década de 1990 como asesor de Sergei Kiriyenko, primer ministro bajo Boris Yeltsin y actual responsable oficial del Kremlin en la fiscalización de políticas internas.