El calentamiento global impacta en las billeteras: las compras de supermercado ya son más caras por el cambio climático
Los derivados agrícolas, como el aceite de oliva y el cacao, dan señales de alza en el precio debido a las grandes olas de calor; “un mundo más caluroso también será un mundo más caro”, advierten
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WASHINGTON.- Los miembros de r/Costco, el grupo de la red social Reddit dedicado a la cadena de compras mayorista Costco, no lograban digerirlo: los pesados botellones de aceite de oliva de marca propia de la empresa que venían comprando desde hace años, ese que todos coincidían que tenía la mejor relación calidad-precio del mercado, de repente habían pasado a costar el doble que de costumbre.
“¡Una locura el aceite de oliva!”, comentó un usuario a fines del año pasado. “¿Por qué está tan caro?”, preguntó otro miembro del grupo en marzo.
La disparada del precio de un básico de las alacenas podría parecer simplemente otro ejemplo indigesto de la inflación. Pero los economistas dicen que detrás de ciertos aumentos puede haber otro culpable, que en los próximos años influirá cada vez más en los costos: el cambio climático. En el hemisferio norte, por ejemplo, en lo que va del año todos los meses han sido los más calurosos de todos los tiempos, y es probable que junio, marcado por una ola de calor sofocante en gran parte de Estados Unidos, establezca un nuevo récord.
Un estudio realizado en marzo por científicos del Banco Central Europeo y el Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático reveló que para el año 2035 el aumento de las temperaturas podría sumar hasta 1,2 puntos porcentuales a la inflación global anual. Y los efectos ya se están manifestando: la sequía en Europa está achicharrando los olivares, las fuertes lluvias y el calor extremo en África Occidental están pudriendo las plantas de cacao, y los incendios forestales, las inundaciones y los desastres climáticos, cada vez más frecuentes, también empujan al alza el costos de los seguros.
Mientras las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por la actividad del hombre siguen causando un caos planetario, los investigadores anticipan otras consecuencias económicas, como aumentos temporales de precios e incremento de la inflación a largo plazo, sobre todo si los picos de calor se vuelven más frecuentes.
El aumento de las temperaturas impondrá condiciones insuperables para los cultivos y los trabajadores. Los temporales y las sequías prolongadas afectarán las cadenas de suministro y generarán disrupciones en el flujo del comercio internacional. El aumento del riesgo y la incertidumbre encarecerán las pólizas de seguro de todo, desde una casa hasta un nuevo negocio.
“Se trata de efectos realmente importantes... y van a empeorar”, advierte Max Kotz, economista climático del Instituto Potsdam y autor principal del estudio de marzo. “La forma más clara de limitar esto es simplemente intentar desacelerar el cambio climático en sí mismo.”
Según los expertos, por ahora es difícil precisar el efecto del cambio climático en los precios generales más allá de unos pocos productos, porque en este momento hay varios otros factores que están empujando los costos, incluidas las guerras en curso y las disrupciones en las cadenas de suministro.
Sin embargo, entre los economistas casi no hay dudas de que un mundo más caluroso también será un mundo más caro.
En las góndolas
Según datos del FMI, este año el precio mundial del aceite de oliva alcanzó un máximo histórico.
Los expertos dicen que esa marca de referencia está indisolublemente ligada a otro récord indeseable: 2023 fue el segundo año más caluroso que se haya registrado en Europa.
A principios de 2023, la inusual calidez del invierno en Europa interfirió con la capacidad de los olivos para dar frutos. Y en el verano, cuando las temperaturas alcanzaron los 43,3°C, las pocas aceitunas que crecieron se cayeron antes de madurar. El aire abrasador drenó la humedad de la vegetación y de los suelos, hundiendo a gran parte del continente en una sequía inédita y haciendo que las plantas marchitaran y murieran.
Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, esas temperaturas tan altas -que según muestran los estudios habrían sido “prácticamente imposibles” sin el cambio climático causado por el hombre-, redujeron la producción de aceite de oliva de Europa a casi la mitad de sus niveles habituales. Y como la Unión Europea produce más del 60% del aceite de oliva del mundo, esa escasez se hizo sentir en los supermercados de todo el planeta.
Los alimentos son los productos más vulnerables al aumento de precios provocado por el clima, señala Kotz. Las plantas pierden más agua a través de sus hojas, dejan de echar flores y frutos, y finalmente no logran realizar la fotosíntesis. Los cultivos, la ganadería y la pesca son muy sensibles a los cambios en sus entornos, y se sabe que durante las olas de calor, las criaturas marinas mueren directamente cocinadas por la temperatura del agua.
Por lo general, los productores logran absorber los aumentos de precios inducidos por el clima, minimizando el efecto en los precios de góndola. Pero el economista agrícola profesor emérito de la Universidad de Illinois, Jerry Nelson, dice que esas estrategias de adaptación serán menos efectivas a medida que los efectos del cambio climático se vuelvan más frecuentes y severos.
Nelson señala que el cacao, que este año también alcanzó precios récord, es un cultivo que podría ser muy vulnerable a futuros aumentos de temperatura. La mayoría de las plantas de cacao son genéticamente muy similares, o sea que es menos probable que tengan mutaciones que las ayuden a afrontar un cambio en las condiciones ambientales. Además, las altas temperaturas y la humedad extrema en África Occidental también hacen que el trabajo de los agricultores sea cada vez más peligroso para su salud y sus vidas.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático -una coalición de las Naciones Unidas formada por los principales climatólogos del mundo- proyecta que cada vez más los desastres afectarán a varias regiones agrícolas al mismo tiempo, generando escasez de alimentos en todo el mundo. Un estudio reveló que si el mundo se calienta 1,5°C por encima de la temperatura global preindustrial -un umbral que el planeta probablemente supere en los próximos diez años-, la probabilidad de pérdida simultánea de cosechas en las principales regiones productoras de maíz podría aumentar del 6% anual de las últimas décadas al 40% anual.
De todos modos, Nelson señala que es difícil predecir sus consecuencias económicas exactas, porque los precios de los alimentos se ven afectados por otros factores, además de la oferta.
“Se pueden hacer modelos predictivos de la fisiología de los cultivos en regímenes climáticos cambiantes en todo el mundo, pero en la demanda también están ocurriendo cambios de todo tipo, poblacionales, de ingresos, de preferencias culturales, que en realidad no están incorporados en ninguno de esos modelos predictivos”, apunta Nelson.
Pero estudiar el comportamiento de los precios de los alimentos durante eventos de clima extremo ayuda a los investigadores a empezar a desentrañar el vínculo entre el cambio climático y el ticket del supermercado. Para realizar su estudio, Kotz y sus colegas hicieron un relevamiento de los cambios en los índices de precios al consumidor en 121 países, comparándolos con los datos mensuales de temperatura de las últimas tres décadas. Después de ajustar sus cálculos en función de otros factores -recesiones globales, conflictos internos en esos países-, los investigadores descubrieron que por cada aumento de 1°C en las temperaturas de un mes determinado, la inflación del precio de los alimentos aumenta aproximadamente un 0,2% en el transcurso del año siguiente.
Según ese mismo estudio, para el año 2035 el cambio climático podría impulsar la inflación anual del precio de los alimentos hasta en un 3,2%, una cifra que excede la meta de inflación general del 2% establecido por muchos bancos centrales, incluida la Reserva Federal de Estados Unidos, donde los funcionarios norteamericanos todavía luchan por controlar la escalada de precios tras dos años de altas tasas de interés.
“Desde la perspectiva del jefe de un banco central, es una presión inflacionaria realmente grande”, dice Kotz.
Por Sarah Kaplan y Rachel Siegel
The Washington Post
(Traducción de Jaime Arrambide)
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