El brutal terremoto golpea a Turquía en medio de su campaña electoral más decisiva
El sismo se ha colado subrepticiamente en la contienda electoral más importante para el presidente Recep Tayip Erdogan y su efecto es imprevisible
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BARCELONA.- El caprichoso destino ha querido que el temblor de tierra más bárbaro que ha sacudido Turquía en las últimas décadas suceda a apenas tres meses antes de las elecciones más decisivas en la historia reciente del país. Y además, lo ha hecho en una atribulada región, el sureste, fronterizo con Siria y habitado por la minoría kurda, que los expertos creen que podría tener la llave de cuál es el futuro del país y de su inefable presidente, Recep Tayip Erdogan.
Hace un par de semanas, Erdogan anunció su intención de adelantar las elecciones presidenciales y legislativas para fijarlas el próximo 14 de mayo. El dirigente islamista aspira a ser reelegido después de más de dos décadas y cinco mandatos en el poder en los que ha transformado de forma sustancial el sistema político turco. Sin embargo, según las encuestas, se enfrenta a su desafío electoral más complicado hasta la fecha. La popularidad del líder del partido AKP ha experimentado un notable desgaste, sobre todo por la crisis económica que padece el país, con una inflación reciente de las más elevadas del mundo entero de alrededor del 85%.
En los últimos meses, Erdogan había recuperado la iniciativa política, sobre todo a base de otorgar prebendas a sectores clave del electorado que ponen en riesgo la estabilidad futura de las finanzas públicas. Por ejemplo, a finales de diciembre aumentó el salario mínimo un 55%, las retribuciones de los funcionarios un 30% y eliminó la edad mínima de jubilación, permitiendo a 1.5 millones de personas abandonar su trabajo y empezar a recibir su pensión.
El terremoto de anoche se ha colado subrepticiamente en la campaña electoral, y su efecto es imprevisible. Un despliegue efectivo de las servicios de rescate en las próximas horas, cruciales para encontrar supervivientes entre los escombros, podría ayudar a Erdogan a recuperar la imagen de buen gestor de sus primeros años, en los que la economía del país creció a un ritmo vertiginoso. En los últimos sondeos, Erdogan ya volvía a superar el 40% de aprobación.
En cambio, si la percepción pública es de ineficiencia o negligencia de los poderes públicos a la hora de proporcionar ayuda, daría una estocada al intento de remontada en las encuestas del veterano mandatario, de 68 años. El hecho de que la región damnificada sea una de las más pobres del país, y con unas precarias infraestructuras no augura nada bueno para el AKP, el partido de un presidente que parece más bien un sultán.
Después de años de agrias divisiones, el histórico Partido Republicano del Pueblo (CHP) ha logrado fraguar una heterogénea coalición de seis partidos opositores que abarca desde a islamistas moderados, progresistas y nacionalistas de derechas. Sin embargo, la cuestión de quién debe ser el candidato a la presidencia todavía suscita discrepancias. El principal favorito es Ekrem Imamoglu, el alcalde de Estambul, que ya derrotó a los islamistas en las últimas municipales, en 2019, en uno de sus feudos.
El problema es que Imamoglu fue recientemente condenado a una pena de más de dos años de cárcel por calificar de “estúpidos” a los miembros de la Junta Electoral que obligaron a repetir los comicios, una decisión que ha sido muy controvertida. A la segunda todavía resultó ganador por un mayor margen. En teoría, podría ser candidato a la presidencia en mayo porque ha recurrido esa decisión. Ahora bien, el líder de su partido, el CHP, Kemal Kilicdaroglu, de 74 años, no ha tirado la toalla.
La clave de las elecciones podría estar en manos del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), el partido nacionalista kurdo, el segundo mayor de la oposición con más del 10% de los votos. La Fiscalía abrió un procedimiento para ilegalizar la formación bajo la acusación de que está vinculado al PKK, considerado una organización terrorista en Turquía por haber lanzado una insurgencia en las zonas kurdas desde unas cuatro décadas.
De momento, la Corte Constitucional ha congelado sus bienes, y si confirma la ilegalización antes de los comicios, su base electoral podría boicotear los comicios, lo que aumentaría de forma notable las opciones de Erdogan y el AKP de repetir victoria. O bien, su ira con Erdogan, les podría echar en brazos de la oposición. Precisamente, la región sacudida por el terremoto es habitada mayoritariamente por kurdos.
“Es difícil hacer predicciones, sobre todo porque aún falta una información muy importante: quién será el candidato de la coalición opositora, y si puede atraer el decisivo voto kurdo”, reflexiona el analista Cengiz Tomar, que considera que la economía será un asunto clave.
Las elecciones serán seguidas con mucha atención por las potencias internacionales, ya que Turquía se ha convertido en un país clave en la región mediterránea, sobre todo en algunos países como Siria o Libia a causa de la política intervencionista de Erdogan. “Lo que pasa en Turquía no se queda en Turquía. Puede ser una potencia media, pero las grandes potencias se van a ver influenciadas por esta elección”, sostiene Ziya Meral, investigador del británico Royal United Institute. Y es que una victoria de la oposición podría representar un giro notable a la política exterior del país con implicaciones en todo Medio Oriente.
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