¿El brote profundiza o cierra la brecha generacional?
BERLÍN.- El domingo pasado, cuando el Parlamento de Austria anunció severas restricciones a los viajes y desplazamientos, dos jóvenes austríacos que comparten departamento salieron corriendo al supermercado y la farmacia antes de que la normativa entrara en vigor.
Pero no fueron para llenar su alacena y su botiquín. Andreas Bencic y Thomas Christl, ambos de 25 años, se pararon frente a esos dos negocios con carteles escritos a mano, ofreciéndose para ayudar a los ancianos o enfermos a hacerles las compras durante el período de aislamiento.
"Te quedás sentado en tu casa, aburrido, viendo cómo todos se vuelven locos", dijo Bencic, estudiante de Economía y Negocios de la Universidad de Viena. "Nos pareció bueno poder proteger un poco a la generación de nuestros mayores", añadió.
Los primeros días del aislamiento que impuso el coronavirus fueron interpretados desde la óptica de las tensiones intergeneracionales: los jóvenes, al parecer menos vulnerables al virus, seguían de fiesta mientras los viejos quedaban solos en un confinamiento aterrador.
El lunes a la madrugada, 36 horas después de que la ciudad de Berlín dispusiera el cierre de discotecas y lugares nocturnos, un grupo de bulliciosos jóvenes corría por las calles de un barrio residencial después de una noche de fiesta en una casa particular, sin advertir la presencia de los viejos, que empujaban apuradamente sus changuitos para hacer las compras.
Pero el gesto de Bencic y Christl demuestra que las respuestas generacionales ante el nuevo coronavirus son diversas y complejas, también en Europa, donde la enfermedad parece haberse propagado más rápidamente. Mientras que algunos jóvenes vienen ignorando alegremente las advertencias, otros encabezan el llamado a una mayor solidaridad intergeneracional.
En toda Alemania, los niños y jóvenes que integran el movimiento climático Fridays for Future (impulsado por la joven activista sueca Greta Thunberg), una temática que suele ser asociada con las nuevas generaciones, rápidamente decidieron cancelar sus protestas públicas semanales y todos los encuentros programados.
Para Quang Paasch, de 19 años, vocero del grupo en Berlín, es una ironía que los gobiernos y las sociedades hayan respondido tan drásticamente ante la crisis de coronavirus, que afecta desproporcionadamente a los mayores, mientras que siguen negándose a tomar medidas drásticas ante una crisis climática que afecta desproporcionadamente a los más jóvenes.
"Es una especie de conflicto generacional", dijo Passch, y agregó: "La crisis climática es una crisis tanto actual como futura, la coronacrisis es apenas ahora". Pero hasta los jóvenes activistas como Paasch encuentran algo de esperanza en las acciones drásticas tomadas por los gobiernos de Europa, porque permite normalizar el concepto de intervención estatal a gran escala.
"Hace años que los políticos repiten que es imposible actuar, pero ahora comprobamos que se puede", señaló Paasch. De hecho, los líderes de toda Europa de pronto tomaron medidas que parecen salidas del manual de la izquierda más extrema.
En Italia, el gobierno suspendió el pago de las hipotecas para aliviar la crisis de los que están pagando un crédito. En Dinamarca, el gobierno subsidiará el 75% de la plantilla de sueldos de las empresas, para evitar despidos. En Francia, el Estado suspendió el pago de impuestos de las empresas golpeadas y garantizó 300.000 millones de dólares de deuda corporativa. Y en Estados Unidos, el senador republicano por Utah, Mitt Romney, se sumó al reclamo de la izquierda, que pide que todo ciudadano reciba el salario mínimo, tenga trabajo o no.
En el plano del medio ambiente, la crisis también redujo drásticamente la contaminación en China y el norte de Italia. Los datos divulgados por la Agencia Espacial Europea y la NASA muestran que las restricciones de tránsito y de viajes aéreos disminuyeron notablemente la contaminación del aire en Milán, y hasta un 30% en Wuhan, epicentro de la pandemia en China.
Efecto radical
"En lo inmediato, todo será espantoso", advirtió Srecko Horvat, cofundador de un nuevo partido político paneuropeo llamado Movimiento Democracia en Europa 2025. "Pero a largo plazo, tal vez genere un efecto radical, para repensar el funcionamiento de nuestras sociedades, la necesidad de sistemas estatales de salud, la necesidad de ir más despacio".
Parte de ese reordenamiento podría incluir una mayor solidaridad entre las distintas generaciones, dijo con esperanza Horvat, y menciona los gestos de Bencic y Christl, y la gran cantidad de llamadas que recibió desde el inicio de la coronacrisis, de parte de amigos perdidos de los que no sabía nada hacía años. "El término 'distanciamiento social' es equivocado", indicó Horvat. "Habría que hablar más bien de 'distanciamiento físico', porque desde el punto de vista emocional y mental, la gente se está acercando".
En décadas recientes, los intereses económicos de las nuevas y las viejas generaciones han sido divergentes, dijo Leir Milburn, autor de Generation Left, un libro sobre las brechas generacionales en la política de Occidente.
Pero la urgencia que desató la "coronacrisis" tal vez obligue a las distintas generaciones a encontrar una causa común, ya que de pronto forzó a los adultos mayores a revalorizar el trabajo precario y mal pago que hacen los jóvenes en los supermercados, mantenimiento, transporte y delivery de comida.
"Había una desconexión que se está enmendando", afirmó Milburn, politólogo de la Universidad de Leicester, Gran Bretaña. "No bien se desata una crisis, uno advierte hasta qué punto la autonomía de los ricos y de los adultos mayores depende de ese trabajo oculto que nadie ve", agregó.
Traducción de Jaime Arrambide
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