Despegue: el boom del consumo de lujo post-Covid empieza a dar vuelta la economía de EE.UU.
Las empresas de cruceros ya no dan abasto para la demanda de los clientes y el 40% del gasto en consumo proviene del 20% más rico
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WASHINGTON.- El teléfono de la agente de viajes Dottie Williford no para de sonar: sus clientes de primera línea de Raleigh, Carolina del Norte, quieren salir a explorar el mundo ya. Hace un par de noches, se tuvo que quedar hasta la madrugada para lograr reservar dos camarotes de lujo de 20.000 dólares en un crucero a las Bahamas para el mes de julio. Se trata de un barco de lujo que suele hacer la ruta del Mediterráneo, pero que fue llevado de vuelta a las Bahamas porque por ahora los norteamericanos se sienten más seguros navegando cerca de casa. Antes de las 9 de la mañana, ya no quedaban pasajes.
“La gente no suele gastar 20.000 dólares para ir a las Bahamas, pero mis clientes sí”, dice Williford. “Y los primeros que se agotaron fueron los camarotes de las categorías más altas.”
El boom de los viajes de lujo es unas de las señales más claras de un incipiente auge de consumo de los norteamericanos más ricos, que probablemente incline aún más la balanza hacia el lado de los pudientes y termine profundizando las disparidades ya potenciadas por la pandemia.
El tsunami consumista, aunque bienvenido por una economía que todavía se lame las heridas del coronavirus, deja expuesto hasta qué punto la recuperación económica depende de los ricos. Y cuanta más capacidad de ahorro amasen los ricos, más dependerá de su decisión discrecional de gastar que Estados Unidos se recupere o no de cualquier eventual recesión. Y este es un desafío directo al objetivo que se puso el presidente Joe Biden de “reconstruir nuestra economía desde abajo hacia arriba y desde adentro hacia afuera.”
Aunque en los próximos meses el desempleo caiga y aumenten los salarios, los negocios y empresas de todos los sectores de la economía apuntarán cada vez más a conquistar a la clase alta, aseguran los economías y ejecutivos empresarios. Los norteamericanos de mayores ingresos, como los clientes del crucero, probablemente aumenten su participación en el gasto que sostiene el crecimiento económico de Estados Unidos, según datos federales analizados por el diario The Washington Post.
Casi el 40% del gasto total de los consumidores ya proviene del 20% que más gana: hogares con ingresos de al menos 120.000 dólares al año. Por el contrario, el 20% inferior de los hogares representa solo el 9% del gasto de consumo, y la mayor parte se destina a necesidades básicas, como alimentos, vivienda y transporte.
Esta disparidad solo se hará más profunda. Gracias a la suba de la Bolsa, a las ayudas directas del gobierno, y a que los profesionales de oficina mayormente se salvaron de la recesión pandémica, los estadounidenses pudieron ahorrar unos 2,5 billones de dólares más de lo habitual desde que comenzó la pandemia, según el Banco de la Reserva Federal de Nueva York. Además, el 10% más rico de los estadounidenses sumó más de 8 billones de dólares a su patrimonio neto, según la Reserva Federal, debido a la suba de las acciones y del valor de las viviendas de alta gama en 2020.
“A las personas de mayores ingresos se les están acumulando mucho los ahorros. En el futuro van a gastar más, y eso implica que las empresas tendrán más incentivo para dedicarse a atender y prestar servicios al sector pudiente de altos ingresos” dice Raj Chetty, profesor de economía en la Universidad de Harvard y prestigioso investigador del tema de la desigualdad.
El gasto de los consumidores de altos ingresos terminó de recuperarse por completo en marzo y ya está un 11% por encima de los niveles anteriores al Covid, según los datos de Opportunity Insights, un posible anticipo de lo que está por venir. Este año, el gasto total de consumo podría crecer como nunca desde 1946, según economistas encuestados por el Indicador Económico Blue Chip, de la empresa de servicios de datos Wolters Kluwer.
En lo que va del año, los rubros donde se registra un crecimiento más rápido son aquellos donde tradicionalmente predominan los estadounidenses de mayores ingresos. El entretenimiento en vivo tuvo un crecimiento del 60%, los parques temáticos y recreación relacionada crecieron un 54%, los clubes de campo un 45% y los hoteles un 33%, según los datos hasta abril de la Oficina de Análisis Económico.
Si bien siempre se habla de la desigualdad de ingresos y riqueza, lo que realmente marca la línea entre los que tienen y los que no tienen es la desigualdad en el gasto. El gasto de consumo representa casi el 70% de la economía. Lo que determina el nivel de vida de los estadounidenses no es lo que tienen, sino lo que compran.
El predominio del 20% más pudiente ayuda a explicar una tendencia determinante de la recuperación económica de Estados Unidos: el crecimiento del gasto vuelve a funcionar a toda máquina mucho más rápido que el empleo. El año 2021 arrancó bien y se espera que la producción económica en función del PBI se recupere pronto a los niveles anteriores a la pandemia. Sin embargo, falta recuperar 7,6 millones de puestos de trabajo y hay muchos estadounidenses que no tienen para comer.
La enorme influencia del 20% más rico en la economía ya se ve en la proliferación de cruceros de cinco cifras, comercios minoristas de lujo y casas de vacaciones. De hecho, gran parte del sector de servicios está cada vez más enfocado en cortejar el gasto de la clase alta, porque ahí es donde ven la oportunidad de crecimiento.
Los nuevos productos de esta temporada de marcas minoristas como J.Crew y Uniqlo tienen precios mucho más altos que los artículos nuevos de temporadas anteriores, una apuesta a competir en mercado de alta gama.
Ante la demanda de reservas, que supera con creces los niveles previos a la pandemia, el proveedor de cruceros exclusivos Lindblad Expeditions planea lanzar dos barcos recién construidos, el National Geographic Endurance y el National Geographic Resolution, y compró a sus competidoras más pequeñas, como DuVine Cycling + Adventure Co. y la operadora turística Off the Beaten Path, especializada en tours de parques nacionales.
Transformación económica
Mientras se reconstruye, la economía también se transforma.
El proceso de concentración de la riqueza en pocas manos no es nuevo, pero la crisis pandémica podría acelerar una tendencia que se viene gestando desde hace décadas.
El gobierno de Estados Unidos todavía no ha difundido datos detallados del gasto de los consumidores durante el año pasado, pero un buen ejemplo para comparar es la recuperación de la Gran Recesión, que fue menos profunda que la crisis del Covid-19, pero que aún así provocó cambios permanentes en los gastos de consumo.
Cuando los ricos abren sus billeteras, parte de ese dinero se transfiere a la clase trabajadora, al generar empleos de “trabajo de riqueza”. Las empresas que buscan satisfacer al mercado de alta gama necesitan contratar legiones de trabajadores de servicios de salarios más bajos, como manicuristas, entrenadores físicos o cuidadores de animales, y también habrá una pequeña creación de empleo en la construcción y servicios conexos.
Los cuatro rubros de gasto más vulnerables a la pandemia -educación, hotelería, recreación, y aerolíneas y otros medios de transporte- también resultan ser mercados donde predominan las personas de mayores ingresos, según un análisis reciente de la Reserva Federal de Nueva York. Según los economistas autores del análisis, “está previsto que los hogares de altos ingresos impulsen una parte importante de la recuperación” a medida que el gasto se recupera y sobra vuelo gracias a los cientos de miles de millones de dólares que los ricos ahorraron durante la pandemia.
En función de lo que pase en el resto del año, los legisladores estadounidenses profundizarán los viejos patrones de desigualdad o romperán el ciclo por completo.
Los ambiciosos paquetes de estímulo por más de 5 billones de dólares de la era del Covid han demostrado que la intervención del gobierno puede remodelar casi por sí sola la economía de Estados Unidos. Los cheques de ayuda directa a los hogares y la ampliación del seguro de desempleo del expresidente Donald Trump y del actual presidente Biden ayudaron a la clase media a capear la crisis, al tiempo que aumentaron los ingresos de muchos de los que estaban en la parte inferior. Los planes familiares y de infraestructura de Biden podrían profundizar aún más el rol del Estado.
Los sectores que dependen de los gastos de los consumidores de bajos ingresos -como los alimentos, el alquiler, el combustible-, resistieron la recesión, en gran parte porque son necesidades absolutas que se priorizan incluso durante períodos de dificultades económicas. El gasto de los estadounidenses de bajos ingresos casi se recuperó a niveles prepandémicos en agosto del año pasado, durante el verano boreal, en gran parte debido a la ayuda directa del gobierno.
Pero lo que impulsa el ciclo de recuperación económica no es el gasto en necesidades básicas, sino el gasto discrecional. Y cada vez más, eso es sinónimo de artículos de lujos.
The Washington Post
Traducción de Jaime Arrambide
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