El avance de la extrema derecha en Europa hace peligrar el apoyo de los aliados a Ucrania
Con el auge de facciones políticas tradicionalmente euroescépticas y prorrusas y el reflejo de las sanciones económicas a Rusia, que impacta a los precios de los combustibles, en el bolsillo de la gente, la solidaridad con el país invadido podría cambiar
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WASHINGTON.- En su discurso por videollamada ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, la semana pasada, el presidente ucraniano Volodimir Zelensky fue muy claro sobre el desenlace de la guerra: descartó hacerle concesiones al Kremlin, pidió más ayuda militar para que la bandera de Ucrania vuelva a flamear en la integridad de su territorio y reclamó que la comunidad internacional castigue a Rusia por la invasión de su país y por las supuestas atrocidades que sus fuerzas han cometido desde entonces.
“Rusia se verá obligada a poner fin a esta guerra que ella misma empezó”, dijo Zelensky. “Descarto cualquier posibilidad de un acuerdo sobre otra base”.
Finalizada su alocución, el presidente ucraniano recibió una inusual ovación de pie, señal de la solidaridad global con su causa. Más allá de la frustración de Kiev por las ambigüedades de los países del mundo “no alienado”, muchos de los cuales siguen manteniendo relaciones amistosas con Moscú a pesar de la guerra, el gobierno ucraniano tuvo justificadas razones de entusiasmo cuando escuchó a numerosos diplomáticos despacharse duramente contra Moscú en las Naciones Unidas. El recelo hacia Moscú terminó de profundizarse tras la escalada de la semana pasada, cuando el Kremlin dio luz verde a la realización de “referéndums” farsescos e ilegales en las regiones ocupadas de Ucrania y anunció la movilización parcial de unos 300.000 reservistas rusos.
Hasta las potencias más “neutrales” manifestaron a viva voz su rechazo a la campaña bélica de Rusia, ampliamente considerada una violación a la legislación internacional y a los principios de la Carta de la ONU. El canciller chino, Wang Yi, remarcó que “deben respetarse la soberanía y la integridad territorial de todos los países”. Su contraparte de la India, Subrahmanyam Jaishankar, reclamó que “los atroces ataques cometidos a plena luz del día no queden impunes”.
Sin embargo, aunque Rusia siga recibiendo golpes en la escena internacional, Ucrania podría tener razones para temer un cambio de marea en las democracias de Occidente. Hace tiempo que los analistas se preguntan hasta dónde estará dispuesto Occidente a defender a Ucrania, sobre todo por el astronómico aumento del precio de la energía y los viejos resquemores del establishment progresista de Bruselas y Washington. La guerra ha ingresado en su octavo mes y hasta ahora la decisión de ayudar a Ucrania sigue firme. Pero las encuentras revelan una menguante voluntad de algunos votantes europeos por ayudar a Kiev, y más ahora que empiezan a sentir en carne propia los problemas económicos que acarrea la guerra.
Electoralmente, Europa está viviendo un pequeño auge de facciones políticas tradicionalmente euroescépticas y prorrusas. La ultraderecha de Suecia, por ejemplo, se ha convertido en la gran electora de la actual coalición de gobierno. Y ayer los votantes italianos eligieron una coalición de partidos de derecha liderada por el ultraderechista Hermanos de Italia y la carismática Giorgia Meloni.
En los últimos meses, Meloni manifestó retóricamente su apoyo a Ucrania, pero su afinidad con el Kremlin no es secreto para nadie. Matteo Salvini, dirigente del partido xenófobo La Liga, cuestionó la eficacia de las sanciones contra Rusia. Y este mes, el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi salió por televisión a defender a Putin, su viejo compinche en la escena internacional.
Defensa del amigo
“Putin fue empujado por la población rusa, por su partido y por sus ministros a inventar esta operación especial”, dijo Berlusconi. “Se suponía que las tropas iban a entrar a Ucrania, que en una semana llegarían a Kiev, que reemplazarían al gobierno de Zelensky por personas decentes, y luego se irían. Por el contrario, encontraron resistencia, que luego fue alimentada por Occidente con armas de todo tipo”.
Su adversario de centroizquierda, Enrico Letta, le respondió de manera tajante. “Esos comentarios demuestran que en parte de nuestro sistema electoral, en la derecha, aunque no solamente, algunos piensan que hay que parar esta guerra dándole a Putin todo lo que quiere”, dijo Letta. “A mí me parece inaceptable”.
Por supuesto que todas las encuestas posteriores a la invasión del 24 de febrero muestran una caída significativa de la aprobación de Rusia y Putin entre los partidos populistas de derecha de Europa, y sobre todo en Italia. Pero como reveló una reciente encuesta de Pew, estos partidos de derecha siguen siendo mucho más benévolos con el régimen ruso que el resto de la opinión pública de sus respectivos países. Esos sentimientos son la base del controvertido viaje de “exploración” que tenían planeado los políticos del partido ultraderechista Alternativa para Alemania a las áreas controladas por Rusia en Ucrania, y que fue cancelado la semana pasada por la virulenta y masiva reacción negativa que se desató ante la posibilidad de que funcionarios electos alemanes fueran funcionales al aparato del propaganda del Kremlin.
Mientras tanto, la guerra sigue a toda marcha, y tanto los ucranianos como los estrategas occidentales temen que la opinión pública se canse de pagar el costo económico de las sanciones contra Rusia, que hizo aumentar el precio de la energía en toda Europa, y de seguir desembolsando dinero para apoyar al gobierno de Kiev. También existe el riesgo de que finalmente en Occidente cunda la indiferencia. Una reciente encuesta de Pew reveló que a los norteamericanos les preocupa cada vez menos una eventual derrota de Ucrania, y una mayoría significativa cree que ahora la ayuda brindada a Ucrania es suficiente.
No sorprende, dadas las decenas de miles de millones de dólares de apoyo que ya desembolsó la administración Biden. Según la misma encuesta, el electorado republicano es más propenso a pensar que el gobierno está haciendo lo suficiente por Ucrania que a pensar que debería brindar más ayuda.
Descontento
De hecho, el descontento por los costos de la guerra está influyendo en las proyecciones para las elecciones de legislativas de mitad de mandato, y hay un segmento del electorado republicano de base –defendido por el expresidente Donald Trump y fogoneado por Tucker Carlson, presentador de Fox News y notorio defensor del mandatario ruso– que siempre ha mirado con buenos ojos la Rusia de Putin.
“Creo que a esta altura ya le hemos aportado suficiente dinero en Ucrania”, dijo este mes J.D. Vance, el candidato republicano a senador por el estado de Ohio. “Así lo creo realmente.”
Según los analistas, la reciente ronda de financiación para Ucrania aprobada por el Congreso podría ser la última que pasa sin problemas por el Parlamente norteamericano. “Sería demasiado simplista decir qué problema le importa más a la gente en este momento, pero hay un mensaje claro de los votantes a los miembros conservadores del Congreso”, dijo Mackenzie Eaglen, experta en defensa del centroderechista Instituto Americano de la Empresa. “Es un mensaje de abajo hacia arriba, desde las bases hacia Washington, y no al revés”.
Por su lado, los demócratas han adoptado posiciones inusualmente extremas en comparación con sus rivales. “Los ucranianos están haciendo grandes avances y es probable que esos avances se extiendan al año próximo”, dijo Chris Murphy, senador demócrata por Connecticut. “Si los republicanos se alzan con la mayoría en la Cámara Baja y se empieza a correr la voz de que están hartos de financiar a Ucrania, el impacto en la moral de los ucranianos y en su capacidad para librar esta guerra sería potencialmente catastrófico”.
Por Ishaan Tharoor
Traducción de Jaime Arrambide
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