El ataque de Israel a Irán abre una nueva y más peligrosa fase en el conflicto en Medio Oriente
Aunque la posibilidad de que estalle una guerra total nunca pareció tan factible como ahora, la reacción de Teherán logró apaciguar el temor a una escalada imparable
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JERUSALÉN.- La represalia de Israel contra Irán en la madrugada del sábado marcó el inicio de una nueva y aún más peligrosa fase en el conflicto que ambos países mantienen desde hace años, pero los analistas dicen que pareció estar destinado, al menos hasta ahora, a evitar que se desencadene una guerra total.
Tras años de mantener un silencio estratégico sobre sus asesinatos selectivos y actos de sabotaje en territorio iraní, es la primera vez que el gobierno de Israel reconoce haber realizado una operación militar dentro de Irán. También fue uno de los poquísimos ataques lanzados por una fuerza aérea extranjera sobre Irán desde su guerra con Irak, en la década de 1980.
Aunque fue una agresión significativa, Irán no salió de inmediato a fijar un plazo para dar una respuesta militar. El Ministerio de Relaciones Exteriores iraní dijo que si bien Irán está “obligado a defenderse”, es consciente de sus “responsabilidades en relación a la paz y la seguridad regionales”, evitando así el lenguaje rimbombante característico de sus respuestas iniciales a los anteriores ataques israelíes.
Y aunque la posibilidad de que estalle una guerra total nunca pareció tan factible como ahora, esas palabras alcanzaron para apaciguar el temor a una escalada imparable.
“Los años de guerra en las sombras han dado paso a un conflicto abierto, que al menos por ahora no se ha desmadrado”, dice Ellie Geranmayeh, experta iraní del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, un grupo de investigación radicado en Berlín. “Teherán puede digerir estos ataques contra instalaciones militares sin que su respuesta incite a Israel a tomar nuevas medidas”, agrega Geranmayeh.
Tras semanas de presiones de Estados Unidos para acotar el alcance de la represalia en respuesta a la enorme descarga de misiles balísticos lanzados contra Israel a comienzos de este mes, los israelíes evitaron atacar sitios sensibles de enriquecimiento nuclear y de producción petrolera.
En cambio, según informaron funcionarios israelíes, el sábado los aviones de combate de Israel atacaron unas 20 instalaciones militares iraníes, incluidas baterías de defensa aérea, estaciones de radar y sitios de producción de misiles.
El alcance relativamente acotado de los ataques hizo posible que el sábado a la mañana las instituciones iraníes pudieran proyectar una sensación de normalidad. La autoridad de aviación reabrió el espacio aéreo iraní, y las agencias de noticias manejadas por el Estado transmitieron imágenes y videos del regreso a la vida normal, todas señales de que los altos mandos iraníes intentaban restarle importancia al ataque israelí y reducir las expectativas dentro del país de una respuesta iraní de envergadura.
“Es el comienzo de una nueva fase, una fase mucho más peligrosa y delicada”, dice Yoel Guzansky, experto israelí sobre Irán del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional, un grupo de investigación con sede en Tel Aviv. “Pero lo que escuchamos desde Irán es básicamente que ‘aquí no ha pasado nada’.”
Como resultado, agrega Guzansky, “es posible que ambas partes cierren este intercambio de ataques y que no haya una represalia iraní, o si la hay, seguramente sea de menor escala”.
Hacia un conflicto inmanejable
De todos modos, según los analistas, aunque la reciente escalada se vaya apagando, ahora Irán e Israel están más encaminados que antes hacia un conflicto inmanejable.
Israel sigue concentrado en su guerra contra Hezbollah, la fuerza delegada y aliada de Irán en el Líbano, donde las fuerzas israelíes están realizando vastas operaciones aéreas y terrestres. Y además Israel sigue en combate en la Franja de Gaza contra Hamas, otro aliado de Irán. No hay final a la vista para estos conflictos, y cualquiera de ellos podría desatar una escalada mayor entre Israel e Irán, que se muestra cada vez más dispuesto a atacar a Israel en defensa de sus aliados.
Ambos países libraron durante años una guerra encubierta donde cada bando socavaba los intereses del otro y ofrecía apoyo a los rivales del otro, sin asumir casi nunca la responsabilidad de sus propios ataques. Ese conflicto encubierto pasó a ser una confrontación abierta tras el ataque de Hamas contra Israel en octubre del año pasado, que desencadenó un devastador contrataque israelí en Gaza y provocó un enfrentamiento regional entre Israel, Irán y sus fuerzas delegadas.
La guerra en Gaza llevó a los otros aliados de Irán en Medio Oriente, incluido Hezbollah, a atacar a Israel en solidaridad con su aliado palestino. En respuesta, Israel escaló sus ataques contra los intereses iraníes en la región, con intercambios de ataques directos entre ambos países, primero en abril y ahora en octubre.
Si bien su ataque del sábado fue relativamente contenido, algunos analistas temen que Israel esté preparando el terreno para un ataque mayor tras las elecciones presidenciales en Estados Unidos, a principios de noviembre. Esa votación pondrá en marcha una transición de poder durante la cual disminuirá la influencia de Washington y su atención en el conflicto Irán-Israel.
Al dañar el sistema de radares y de defensas aéreas iraníes, Israel facilitó los posibles futuros ataques de sus aviones caza contra Irán, una acción que podría disuadir a Teherán de responder con toda su fuerza, alentar a Israel a intentar más ataques, o ambas cosas.
“En Irán y en la región habrá un suspiro de alivio porque Estados Unidos hasta ahora logró contener a Netanyahu”, dice Geranmayeh. “Pero el temor es que esta moderación sea a la espera de las elecciones en Estados Unidos. La etapa de transición del poder en Washington podría darle a Israel una oportunidad única para renovar los ataques dentro de Irán”.
Tanto desde dentro como desde fuera de su gobierno, Netanyahu enfrenta presiones para asestarle a Irán un golpe más contundente, con el temor de fondo de que Irán esté construyendo una bomba nuclear y siga apoyando a las milicias árabes que quieren la desaparición de Israel.
Antes Netanyahu era considerado un líder reacio al riesgo de extender las guerras en el extranjero. Pero tras su reticencia a llegar a una tregua en Gaza durante el año pasado, sumada a su decisión de este mes de invadir el Líbano, sus críticos dicen que el primer ministro ahora está más dispuesto a una temeraria acción militar en el extranjero para acallar las críticas internas.
Pocas horas después del ataque del sábado, algunos políticos israelíes ya incitaban a Netanyahu a lanzar un golpe más potente contra Irán y decían que las fuerzas militares se habían quedado cortas.
Yair Lapid, líder opositor centrista de Israel, elogió a las fuerzas armadas israelíes por sus ataques, pero dijo que había sido un “error” limitarlos a instalaciones militares.
“Podríamos y deberíamos haberlos hecho pagar un precio mucho más alto”, escribió Lapid en las redes sociales. “Irán está al frente del eje del mal y debe pagar un muy alto costo por su agresión.”
Avigdor Liberman, líder opositor de derecha, dijo que los ataques no impedirán que Irán desarrolle su programa de armas nucleares o financie milicias antiisraelíes en todo Medio Oriente.
“En lugar de hacerles pagar un precio real, una vez más el gobierno israelí parece satisfecho con el show y las relaciones públicas”, escribió Liberman en las redes sociales. “Compran silencio en vez de tomar una decisión clara.”
De todos modos, otros dirigentes israelíes elogiaron al gobierno por su moderación y por evitar hundirse en un inmanejable conflicto de alta intensidad.
Los ataques “afectaron las capacidades defensivas y ofensivas de Irán sin arrastrarnos a un conflicto prolongado, que no se ajusta a los intereses nacionales y de seguridad de Israel”, escribió Yair Golan, exsubjefe del ejército israelí y actual líder de un partido de izquierda.
Los miembros de extrema derecha de la coalición gobernante, que durante el año pasado encarnaron la postura más agresiva sobre Irán, no respondieron de inmediato: como judíos practicantes, los ministros como Itamar Ben-Gvir y Bezalel Smotrich no suelen hacer declaraciones públicas durante el shabat.
Por Patrick Kingsley
Traducción de Jaime Arrambide
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