El ataque de Irán contra Israel, un nuevo y peligroso episodio de dos viejos antagonistas
Una operación de Teherán demasiado exitosa hubiera derivado en una guerra regional; la impecable defensa israelí genera ahora el temor por un envalentonamiento en el gobierno de Netanyahu
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BERLÍN.- Irán acaba de tomar represalias directas contra Israel por el asesinato de dos de sus máximos generales en Damasco, Siria, con un ataque de más de 300 drones y misiles destinado a recuperar su credibilidad y su capacidad de disuasión militar, según funcionarios y analistas.
Y el momento, dicen todos ellos, entraña serios riesgos y deja muchas preguntas sin contestar. ¿El ataque habrá sido suficiente para aplacar la sed de venganza de Irán? ¿O será que sus casi inocuos resultados -casi la totalidad de los drones y misiles iraníes fueron interceptados en vuelo- lo harán sentirse obligado a atacar otra vez? ¿Y para Benjamin Netanyahu, el excelente desempeño de las defensas antiaéreas del país será suficiente respuesta, o elegirá escalar aún más el conflicto con un ataque directo contra el propio Irán?
Según funcionarios y analistas, ahora que ya atacó a Israel como prometió hacerlo, Irán buscará evitar que la guerra se extienda, y en ese sentido destacan que los iraníes sólo apuntaron contra instalaciones militares, en un evidente esfuerzo por evitar bajas civiles. Además, venían anunciando el ataque desde hace tiempo…
“El gobierno de Teherán parece haber llegado a la conclusión de que el ataque contra su sede diplomática en Damasco fue un punto de inflexión estratégico, y que no tomar represalias tenía más desventajas que beneficios”, señala Ali Vaez, director de temas de Irán del International Crisis Group. “Pero ahora que lo hicieron, la guerra que libraba en la sombra desde hace años con Israel amenaza con convertirse en un conflicto muy real y muy perjudicial”, que hasta podría arrastrar a Estados Unidos, dice Vaez.
“Irán ya jugó su carta”, dice Sanam Vakil, director del programa de Medio Oriente y África del Norte del centro de expertos Chatham House. “Decidieron tratar de exponer las debilidades de Israel y sintieron que debían hacerlo, porque ven los últimos seis meses como un esfuerzo sostenido para hacerlos retroceder en toda la región.”
El domingo, Teherán dijo que la operación militar contra Israel había terminado, pero advirtió que podría lanzar otra aún mayor, dependiendo de la respuesta de Israel.
El brigadier general Mohammad Bagheri, máximo oficial militar de Irán, dijo que la “operación cumplió su objetivo por completo” y que “no hay intención de continuarla”. Añadió, sin embargo, que si Israel ataca a Irán en su propio territorio o en otro lugar, “nuestra próxima operación será mucho mayor.”
El gobierno de Irán ha recibido críticas de sus partidarios de línea dura por su postura moderada durante la guerra en Gaza.
Con los ataques de este fin de semana, señala Vakil, “creo que Teherán quiso trazar una línea roja y dejarle claro a Israel que Irán tiene sus límites y que no seguirá tolerando la lenta degradación de su influencia regional.”
Teherán sintió que tenía que responder, por más que su ataque suscitara un amplio apoyo diplomático occidental a Israel y aislara nuevamente a Irán.
Ahora, dice Vakil, ambas partes están en punto muerto y preparadas para una escalada, a sabiendas de que les causaría un daño incuantificable.
Y al mismo tiempo, la vieja ecuación ha cambiado: ahora Israel e Irán se atacan directamente en el territorio del otro, y no a través de las fuerzas delegadas de Irán en terceros países.
El ataque israelí al edificio diplomático de Irán en Damasco, seguido de un ataque iraní directo a Israel, representan un nuevo y peligroso capítulo de la larga y a veces solapada guerra entre Israel e Irán, que ha dicho que quiere borrar a Israel del mapa. A veces llamada “guerra en las sombras”, hasta ahora el conflicto se venía librando principalmente entre Israel y los aliados y fuerzas delegadas de Irán, ya sea en Gaza, el sur del Líbano, Irak, Yemen o Siria.
Ahora los riesgos de una escalada regional han aumentado considerablemente. Desde el inicio de la guerra en Gaza, Irán se ocupó de restringir los ataques de sus aliados contra Israel y de evitar que los israelíes tomaran fuertes represalias ,en particular contra Hezbollah en el sur del Líbano. La presencia de Hezbollah con sus miles de cohetes dirigidos a Israel es un elemento disuasivo importante, que impide que Israel ataque directamente a Irán y especialmente a su programa nuclear y de misiles.
Dado el nuevo aislamiento de Irán tras este ataque, Israel no debería responder, señala Bruno Tertrais, subdirector de la Fundación de Investigaciones Estratégicas, Francia. “Pero ahora, digan lo que digan los comentaristas, ha bajado el umbral para un posible ataque masivo de Israel contra territorio iraní, que siempre ha sido una opción extrema para Israel.”
Netanyahu, que viene advirtiendo sobre la amenaza de Irán desde hace dos décadas y enfrenta fuertes presiones de su coalición de ultraderecha, puede optar por responder con más fuerza, ya sea directamente contra Irán o a Hezbollah. Pero Estados Unidos, que no fue anoticiado previamente del ataque en Damasco, ahora probablemente insista en ser consultado.
Pero el pobre resultado del ataque iraní del sábado a la noche “puede fortalecer la percepción de los israelíes de que Teherán está a la defensiva, de que carece de fuerza de voluntad y capacidad militar, y de que este es el momento para que Israel les inflija a Irán y sus fuerzas delegadas regionales un golpe más duro y a fondo”, señala Julien Barnes-Dacey, director de Medio Oriente y Norte de África del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
El desafío de Israel siempre fue “frustrar el objetivo principal del ataque y al mismo tiempo dejar suficiente espacio para que Irán pudiese decir que había logrado su objetivo”, escribió Nahum Barnea, comentarista del diario israelí Yedioth Ahronoth. El peligro está en los dos extremos, prosigue Barnea: “Una operación iraní demasiado exitosa podría derivar en una guerra regional, y una operación iraní demasiado fallida sería una invitación para que lo siguieran intentando.”
Por Steven Erlanger y Farnaz Fassihi
(Traducción de Jaime Arrambide)
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