El ataque de Hamas: las fuerzas de Israel estaban preparadas para otro tipo de guerra
La concentración de su Ejército en la inteligencia, el poder aéreo y la tecnología lo hizo vulnerable a un asalto terrestre de baja tecnología como el que ejecutó Hamas
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TEL AVIV.- Israel se pasó tres años construyendo una barrera de seguridad con tecnología de última generación a lo largo de la Franja de Gaza, que incluía radares y sensores diseñados para detectar incursiones furtivas de palestinos que quisieran llevar a cabo ataques encubiertos.
El sábado pasado, Hamas usó topadoras y equipos rudimentarios para perforar esa valla de seis metros de alto y hacer pasar a sus combatientes en camionetas o a pie, un ataque frontal desde el sur de Israel que representa la mayor violación de sus fronteras desde la guerra de Yom Kippur, en 1973.
La invasión fue una clara demostración de los límites de la estrategia militar israelí, que en los últimos años giró para enfocarse en las capacidades de ciberguerra, en la recolección de información de inteligencia, y armamento de avanzada, todo apuntado a contrarrestar atentados terroristas. Como resultado, las Fuerzas Armadas de Israel fueron pescadas con la guardia baja por asalto terrestre con tecnología básica.
Ahora, los militares de Israel se preparan para la posibilidad de una operación a gran escala en Gaza, donde dependerán mucho más de la infantería y la artillería convencional, áreas que en los últimos años fueron relegadas, y donde los soldados israelíes podrían verse arrastrados a pelear una guerra de guerrillas, cuadra por cuadra, en un entorno urbano.
Las Fuerzas Armadas de Israel “se han estado preparando para la guerra equivocada”, dice Avi Jager, investigador del Instituto Antiterrorista Internacional, con sede en Israel.
En los últimos tiempos, la atención de los militares estaba concentrada en Cisjordania, donde Israel desplegó fuerzas para sofocar una insurgencia de milicias palestinas. Según los analistas militares, las advertencias de los servicios de inteligencia israelíes sobre una potencial guerra apuntaban sobre todo al norte, por la amenaza de Hezbollah, el aliado de Hamas en el Líbano.
Hasta el ataque del sábado, los funcionarios de Israel estaban convencidos de que una política de impulso a la economía de Gaza haría que los líderes de Hamas -una organización clasificada como terrorista por Estados Unidos, Europa e Israel- tendrían poco interés en lanzar el tipo de ataque transfronterizo que finalmente perpetró.
Al mismo tiempo, y tal como lo demostraron los eventos del fin de semana, Hamas se ha convertido en una organización más sofisticada: para su ataque del sábado, utilizó una combinación de misiles, barcos, drones y combatientes armados que incursionaron hasta ciudades como Ofakim, casi 40 kilómetros dentro del territorio israelí.
“Israel sufrió una sorpresa estratégica, a pesar de toda su sofisticada tecnología, sus armas, su ciberespionaje y su agencia de inteligencia de renombre mundial”, dice Daniel Levy, exnegociador de paz con los palestinos y presidente del Proyecto Estados Unidos/Medio Oriente, que busca resolver el conflicto palestino-israelí. “Los israelíes de pronto descubrieron que su país no puede protegerlos, y es muy difícil recuperarse de eso.”
Un vocero del Ejército israelí dijo que las Fuerzas Armadas están enfocadas en imponerse en el conflicto actual y que cuando terminen los combates hablarían sobre lo que pasó previamente al ataque de Hamas.
Limitaciones y amenazas
Si bien Israel siempre buscó mantenerse a la delantera de sus enemigos en materia tecnológica -se cree que Israel desarrolló armas nucleares ya en la década de 1960-, en las últimas dos décadas el Ejército israelí aceleró el giro hacia avanzados sistemas de inteligencia aérea y de defensa.
Para el Ejército de Israel, la guerra de 2006 con Hezbollah, donde combatió contra guerrilleros en las escarpadas tierras del sur del Líbano, fue una comprobación de las limitaciones de las bombas y la artillería en batallas de contrainsurgencia, lo mismo que le pasó a Estados Unidos en Irak y Afganistán.
Según Jager, a partir de ese momento los líderes de Israel empezaron a creer que la principal amenaza para la seguridad del país ya no era una invasión terrestre como las que habían vivido en guerras previas con naciones árabes, como Egipto y Jordania -con las que firmó tratados de paz-, sino amenazas no convencionales de cohetes y ataques insurgentes por parte de grupos no estatales, como como Hezbollah y Hamas.
Con ese fin, el Ejército invirtió fuertemente en capacidades de inteligencia, cibernéticas y defensivas, para hacer frente a la amenaza de Hezbollah y Hamas y reducir el riesgo que planteaba el creciente arsenal misilístico de Irán. En 2011, Israel desplegó la Cúpula de Hierro, un sistema defensivo que apunta a cohetes de corto alcance, e invirtió en el desarrollo de otros sistemas para frenar misiles de mayor alcance antes de que impacten en su territorio.
Cuando Irán se involucró en la guerra civil siria, los pilotos israelíes llevaron a cabo miles de ataques aéreos sobre Siria, que coartaron los esfuerzos de Teherán por suministrar misiles avanzados a sus aliados de Hezbollah en el Líbano. La unidad de inteligencia de señales israelí, conocida como Unidad 8200, se convirtió en una de las más grandes y conocidas del ejército, y también ayudó a impulsar la economía de Israel, ya que sembró de jóvenes genios de la informática el sector tecnológico.
Aún así, en 2014, Hamas sorprendió al Ejército israelí con ataques desde Gaza a través de una red de túneles excavados bajo el muro. Los dos bandos combatieron durante 50 días, mientras Israel lanzaba operaciones terrestres sobre Gaza para destruir los túneles.
Después de esos hechos, la respuesta del Ejército israelí fue insistir con la tecnología. Comenzó a trabajar en un sistema de detección de túneles llamado “Obstáculo”, y luego dio a conocer el sistema de valla fronteriza. Benny Gantz, por entonces ministro de Defensa de Israel, dijo que la barrera colocaba un “muro de hierro” alrededor de Gaza que protegería a los israelíes de los militantes de Hamas, así como el famoso sistema antimisiles Cúpula de Hierro los protegía de los cohetes.
A partir de 2015, el Ejército israelí empezó a elaborar un plan de renovación que reducía las tropas de combate y la planta de reservistas, apunta Jager, que tiene un libro publicado sobre esa transformación. El número de suboficiales se redujo en un 10%, a 40.000 efectivos, y la duración del servicio militar obligatorio masculino se redujo de 36 a 32 meses.
“Tarde o temprano tenés que decidir si invertir o no en tecnología”, señala Yaakov Amidror, exasesor de seguridad nacional del primer ministro Benjamin Netanyahu. “E invertir en tecnología implica que haya menos fondos para otras áreas”.
Los sucesivos jefes militares desde entonces tomaron la posta del cambio para agilizar el proceso de tecnologización.
“Estamos hablando de un proceso de larga data, a lo largo del cual las fuerzas terrestres de Israel se fueron debilitando”, apunta Kobi Michael, investigador del Instituto de Estudios en Seguridad Nacional de Tel Aviv.
Enemigo sigiloso y potente
A medida que avanzaba el proceso de tecnologización militar israelí, Hamas y Hezbollah, que combatieron durante una década en la guerra civil siria, empezaron a operar cada vez más como enemigos militares convencionales, y ya no como burdos insurgentes. Hamas, que controla la Franja de Gaza desde hace más de una década, construyó un laberinto de bases subterráneas como centro de comando y control para un conflicto futuro, y sus cohetes contra Israel empezaron a ser cada vez más certeros.
El éxito de la Cúpula de Hierro pareció comprobarse en 2021, cuando logró interceptar miles de proyectiles disparados contra Israel. La fuerte respuesta de Israel, con ataques aéreos que destruyeron parte de la infraestructura militar de Hamas, convenció a los funcionarios israelíes de que el grupo islamista estaba cansado de las repetidas rondas de violencia con su enemigo.
Para complicar aún más la situación, antes de los ataques del sábado se había producido un auge de la violencia en Cisjordania, avivada por Hamas. Con respaldo de los líderes de los colonos que viven en Cisjordania, el gobierno de Netanyahu había centrado su atención en los ataques palestinos en ese lugar.
En junio, el ejército israelí amplió la cantidad de batallones desplegados en Cisjordania, llevando esa cifra de 13 a 25 en apenas 18 meses, el equivalente a miles de tropas de infantería adicionales en el lugar. Los comentaristas de la prensa israelí adjudican la lenta respuesta militar ante al ataque de Hamas en la frontera de Gaza al hecho de que había muchas tropas desplegadas en Cisjordania.
Richard Hecht, portavoz militar israelí, dijo a los periodistas que el despliegue de fuerzas entre Gaza y Cisjordania no tienen relación. “También teníamos fuerzas desplegadas cerca de Gaza”, afirmó el funcionario.
En retrospectiva, queda claro que el aumento de la violencia en Cisjordania parece ser una medida calculada para distraer la atención de los planes en Gaza, señala Mark Dubowitz, de la Fundación para la Defensa de las Democracias, un grupo de expertos con sede en Washington.
“Es cierto que el escenario de un golpe sorpresa en la frontera sur, con la invasión de 1000 combatientes de Hamas, no estaba entre las principales hipótesis de conflicto que barajaban las Fuerzas Armadas de Israel”, señala Dubowitz.
Por Rory Jones y Dion Nissenbaum
Traducción de Jaime Arrambide
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