El ataque a Salman Rushdie: de los festejos en la prensa iraní al silencio del régimen y de la India
Mientras los medios locales en Teherán saludaron el apuñalamiento del “apóstata”, el gobierno autocrático no hizo declaraciones; por qué en el país natal del escritor no hubo pronunciamientos oficiales
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PARÍS.- El régimen teocrático de Irán reaccionó este sábado con extrema prudencia al brutal ataque que llevó al borde de la muerte al escritor británico, Salman Rushdie, objeto de una fatwa hace 33 años. El mismo silencio mantuvo el gobierno de la India, tierra natal del autor. Los medios oficiales iraníes, sin embargo, saludaron el ataque al “escritor apóstata”.
“Ataque contra el autor apóstata de Los versos satánicos”, tituló la agencia oficial iraní IRNA, así como el sitio de la televisión de Estado, para hablar del intento de asesinato contra el célebre escritor.
El principal periódico ultraconservador iraní, Kayhan, se atrevió incluso a saludar al individuo que apuñaló a Salman Rushdie.
“¡Bravo a ese hombre valiente y consciente de su deber, que atacó al apóstata y vicioso Salman Rushdie!”, anotó el diario, cuyo dueño es nombrado por el guía supremo, el ayatollah Ali Khamenei. “Besemos la mano de aquel que destrozó el cuello del enemigo de Dios con un cuchillo”, prosigue el texto.
Otro diario estatal, Irán, estimó que “el cuello del diablo” había sido “golpeado con una navaja”.
Esas opiniones, expresadas por los medios iraníes, no dejan ninguna duda sobre la posición del régimen. Si bien ningún especialista esperaba una reacción oficial, no es un secreto que, cuando Teherán pretende hacer conocer su opinión, lo hace a través de dichos canales de comunicación. Y, justamente, acorde con la línea oficial, el conjunto de los medios calificó a Rushdie de “apóstata”, con excepción del Etemad, único periódico reformista.
Todos los medios oficiales recordaron también que la fatwa lanzada en 1989 por el imán Khomeini, fundador de la República Islámica, exigía la muerte del escritor.
En septiembre del año anterior Rushdie había publicado en Inglaterra su cuarto libro, Los versos satánicos. Entre otros hechos inspirados en realidades históricas, el escritor británico de origen indio hace allí una semblanza de Mahoma, fundador del Islam. Juzgado blasfematorio, el opus desató la cólera de todas las poblaciones musulmanas a través del mundo, sabiamente manipuladas por las autoridades religiosas y políticas, en particular en Irán.
El 14 de febrero de 1989, el ayatollah Khomeini, guía de la revolución islámica, condenó a muerte a Rushdie. En una fatwa (decreto religioso), el imán pidió “a todos los musulmanes” ejecutar al autor del libro, a los editores y a “aquellos que conocen su contenido”. Varios traductores del libro resultaron heridos o fueron asesinados, como el japonés Hitoshi Igarashi, víctima en 1991 -ya entonces- de varias puñaladas.
Estos últimos años, el régimen iraní habló mucho menos de esa fatwa que, según afirman los mullah, pesará eternamente sobre el “libro maldito”, aun cuando la condena a muerte de su autor pueda ser anulada. Ese no fue, sin embargo, el caso con Rushdie, sobre cuya cabeza seguía pendiente la sentencia, recompensada con 3,5 millones de dólares para su ejecutor.
En un país sometido a durísimas sanciones estadounidenses que asfixian su economía, donde existe una sorda lucha de poder entre moderados y ultraconservadores -que por el momento van ganando la partida-, solo un consejero del equipo de negociadores nucleares, Mohamed Marandi, afirmó en un tuit que “con seguridad no lloraría por un escritor que insultó al Islam y a los musulmanes”.
El funcionario calificó de “curioso” que, en plenas negociaciones nucleares, este ataque coincida con las recientes acusaciones estadounidenses, según las cuales un miembro de los Guardianes de la Revolución, cuerpo de élite militar responsable de operaciones exteriores, haya querido asesinar a John Bolton, exconsejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos.
En todo caso, nadie duda de que el intento de asesinato del escritor británico complicará todavía más las ya difíciles tratativas nucleares y las relaciones entre Irán y Occidente.
La reacción en la India
Tampoco en la India, país natal de Rushdie y el primero que censuró Los versos satánicos, hubo una reacción oficial al ataque contra Rushdie. Silencio por parte de la mayoría gubernamental y de la oposición, el Partido del Congreso. Este último, que estaba en el poder en aquel momento, fue quien decidió prohibirlo de inmediato. Natwar Singh, entonces ministro de Relaciones Exteriores, defendió este sábado la medida, invocando la necesidad de mantener la ley y el orden.
Según su relato a la agencia Press Trust, cuando el primer ministro Rajiv Gandhi, le pidió su opinión sobre la cuestión, Singh respondió: “Toda mi vida estuve totalmente opuesto a la censura. Pero cuando se trata de la ley y el orden, aun en el caso del libro de un gran escritor como Rushdie, hay que prohibirlo”. Y habría agregado: “Todo el mundo musulmán estallará. India tiene gran cantidad de musulmanes y, además, lo que el libro contiene no es aceptable”.
En efecto, los medios ultraconservadores musulmanes, así como los religiosos, condenaron la obra de Rushdie, a pesar de que casi nadie la había leído. Esa actitud sigue recogiendo adeptos entre los fanáticos y los extraviados, como lo demuestra el brutal ataque de ayer en Nueva York. La influencia de esos mercaderes del horror es tan grande, sobre todo en la gente joven que, cada vez que se producen, estos sangrientos episodios sirven además para despertar nuevas vocaciones asesinas.
Ayer mismo, pocas horas después del ataque a Rushdie, la célebre escritora británica JK Rowlings fue víctima a su vez de una amenaza similar por parte de Meer Asif Aziz, un autodenominado “activista político y social” basado en Karachi, apoyo fanático del ayatollah iraní Ali Khamenei y del presidente ruso, Vladimir Putin.
Cuando la autora de “Harry Potter”, defensora pública de la libertad de expresión, expresó su “horror” por el ataque a Rushdie, Aziz, que había calificado al agresor de Rushdie de “revolucionario combatiente chiita”, respondió rápidamente: “Don’t worry. You are next” (”No te preocupes. Tú eres la próxima”).
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