El atacante de Munich, "obsesionado" con las matanzas masivas
Las autoridades revelaron que el adolescente era un desequilibrado sin conexiones con grupos jihadistas
BERLÍN.- Los ramos de flores se amontonan cerca del escenario de la matanza que paralizó a Munich anteayer. En un cartel escrito a mano se lee: "¿Por qué?" La pregunta que se hace toda Alemania empezó a encontrar respuestas ayer cuando la policía trazó el perfil del atacante: un joven alemán-iraní desequilibrado, fascinado por los asesinatos masivos y sin trasfondo islamista.
Mientras las calles de Munich se esforzaban por recuperar lentamente la normalidad y desprenderse del terror que se apoderó de la ciudad, las autoridades presentaron ayer las primeras conclusiones de la investigación. "Se trata de un típico caso de matanza indiscriminada por parte de un desequilibrado", explicó el fiscal Thomas Steinkraus-Koch sobre Ali David Sonboly, el joven de 18 años que mató a nueve personas en un centro comercial, desató una cacería humana que consternó a todo el país y terminó suicidándose frente a la policía.
El jefe de la policía de Munich, Hubertus Andrä, señaló que los investigadores no encontraron ningún indicio que apunte al grupo Estado Islámico (EI). "El ataque no guarda tampoco ninguna relación con el tema de los refugiados. El atacante nació y creció en Munich", agregó.
El registro de la habitación del joven aportó numerosas pruebas de que estaba "obsesionado" con asesinatos masivos e indiscriminados. Entre ellas, un libro titulado Con la matanza en la cabeza: ¿por qué asesinan los alumnos?.
Los investigadores vieron un "vínculo obvio" con el ataque del ultraderechista Anders Breivik en Noruega.El viernes se cumplían cinco años de esa masacre que dejó 77 muertos.
El atacante de Munich no tenía antecedentes policiales ni había llamado antes la atención de las autoridades. Una vecina lo describió como una buena persona. "Nunca lo vi enojado, ni tener problemas con la policía o con otros vecinos", dijo.
Los motivos que lo llevaron a desatar el infierno en la tercera ciudad más poblada de Alemania aún son un misterio. Todo apunta a que estaba en tratamiento por problemas psiquiátricos de tipo depresivo, detalló el fiscal, aunque aclaró que por ahora es sólo una hipótesis.
El día siguiente a la masacre se conoció otro detalle siniestro: Sonboly creó al parecer un evento falso en Facebook para atraer gente al local en el que iniciaría la matanza.
Los investigadores esperan ahora el testimonio clave de los padres del atacante, pero por el momento ninguno de los dos resistió el interrogatorio. "Ellos también acaban de perder un hijo. Es comprensible que no se encuentren aún en condiciones de declarar", comentó Andrä.
La tercera matanza que sacudió Europa en una semana comenzó por la tarde cuando Sonboly entró en un local de comida rápida y abrió fuego con una pistola de 9 milímetros que había conseguido de forma ilegal.
Luego siguió la matanza en el centro comercial Olympia, repleto de adolescentes a esa hora. Un agente lo interceptó en el estacionamiento del edificio y le disparó, pero el atacante logró escapar. Antes de medianoche se disparó en la cabeza. La policía le encontró 300 cartuchos de bala en la mochila.
La identificación del reguero de cadáveres que dejó a su paso confirmó que la mayoría de las víctimas tenían entre 14 y 20 años. Otras 27 personas resultaron heridas y un centenar tuvieron que recibir asistencia psicológica.
"Escuché tiros y salí corriendo. Había sangre en el suelo, cadáveres", contó ayer una testigo en televisión. Otro recordó: "Había chicos solos y desorientados, padres que perdieron de vista a sus hijos". Una mujer explicó que pasó horas escondida en un local de ropa.
El hecho de que la policía hablara en un primer momento de tres tiradores hizo pensar en un atentado terrorista. Munich quedó virtualmente sitiada y desierta durante horas. Los rumores de tiroteos en diversos barrios se demostraron falsos. "Alguien escucha un grito, corre y se produce un efecto en cadena", explicó Ändra. Un reflejo del pánico que se apoderó de la ciudad.
Las calles tradicionalmente vibrantes de la capital bávara tardaron por eso en recuperarse ayer de la conmoción. Aunque la policía aclaró que no había riesgos para la seguridad, los espectáculos de ocio fueron cancelados en señal de duelo.
Ojos llorosos y gestos consternados rodeaban el lugar de la masacre, a donde muchos locales se acercaron por la tarde para dejar flores y presenciar una ceremonia presidida por el ministro del Interior alemán, Thomas de Maizière.
Medios y autoridades coincidieron en elogiar el trabajo de la policía y la solidaridad de los ciudadanos, muchos de los cuales abrieron sus puertas a desconocidos. Dos luces de esperanza en medio de una de las noches más aterradoras vividas por Alemania en las últimas décadas.
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