El asesino de Lennon
Mark Chapman
1980
De chico, Mark Chapman jugaba a ser Dios. El destino de una civilización de seres invisibles estaba en sus manos. Si el pequeño texano se sentía feliz, ponía música y cantaba, ofreciendo a los hombrecitos imaginarios interminables recitales de los Beatles, su banda preferida. Pero si se enojaba, no dudaba en asesinarlos.
Esta última regla del juego no cambió cuando Mark creció. Casi le cuesta su propia vida -intentó suicidarse en 1977- y acabó con la de John Lennon, un ícono del siglo XX.
Una de las chispas que encendió su ira contra el músico fue la siguiente afirmación de Lennon durante una entrevista: "El cristianismo va a desaparecer. Nosotros [los Beatles] somos hoy más populares que Jesús".
Además, inspirado por la novela "El cazador oculto", de J. D. Salinger, Chapman comenzó a ver a Lennon como un "farsante" que había traicionado los ideales de su juventud. Y, por lo tanto, debía ser eliminado.
El 8 de diciembre de 1980 cumplió su objetivo. Viajó a Nueva York desde Hawaii, donde vivía con su esposa. Esperó durante horas frente a la puerta del edificio donde vivía el músico. Cuando éste apareció, le pidió que le firmara la tapa de un disco. Lennon accedió. Sería su último autógrafo.
"¡Hazlo! ¡Hazlo! ¡Hazlo!" gritaba una voz en su cabeza cuando la víctima regresó, a las 22.50. La policía halló a Lennon con cuatro tiros en la espalda. Y, junto a él, a una persona que meses más tarde confesaría ser el asesino. "Dios me dijo que lo hiciera", afirmó Chapman. Había jugado su último juego.
2005
Casi un cuarto de siglo después de la muerte de Lennon, hay quienes aún están pendientes de la suerte de su asesino, condenado a cadena perpetua. Son los familiares y los miles de fans del músico, muchos de los cuales amenazaron con matar a Chapman si llega a ser liberado de prisión.
"Chapman debe ser ejecutado. Con gusto me desharía de él yo mismo", escribió un finlandés en un sitio web el año pasado, poco antes de que la Justicia negara por tercera vez en cuatro años un pedido de libertad condicional.
Cada vez que Chapman pidió recuperar "una vida normal", la viuda de Lennon, Yoko Ono, apeló al criterio de los jueces advirtiendo que esa decisión no sólo pondría en peligro su vida y la de sus dos hijos, sino también la de cualquier personaje público.
De todos modos, Chapman podría quedar en libertad el año próximo. Como lo hace cada dos años desde que cumplió dos décadas de condena en la prisión de máxima seguridad de Attica, en Buffalo (Nueva York), la Justicia evaluará si está en condiciones de ser excarcelado.
Y Chapman sabe lo que tiene que hacer para lograrlo. Es un preso ejemplar, que pasa gran parte de su tiempo en la biblioteca, limpiando su celda o asesorando en temas legales a otros reclusos. También dice estar arrepentido, sostiene que sus problemas mentales terminaron y afirma que su sueño es viajar por el mundo tocando su propia música.
Chapman incluso llegó a asegurar que su víctima sería capaz de perdonarlo si aún viviera, porque "era un liberal". Un comentario que, por supuesto, no pasó inadvertido para los fans de Lennon. "Si dejan a Mark Chapman salir de la cárcel -advirtió una neoyorquina en un sitio web-, no duraría ni un día. Hay demasiadas personas que lo quieren muerto."
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