El arzobispo de Lima denuncia que retrasar la proclamación del triunfo de Castillo es “amoral”
Luego de una visita al papa Francisco, el prelado se expresó contra la demora en la proclamación del vencedor de las elecciones del 6 de junio
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ROMA.- A más de 10.000 kilómetros de distancia del Perú, el arzobispo de Lima, Carlos Castillo Mattasoglio –un peso pesado del episcopado local, moderado, alineado a Francisco y candidato al birrete cardenalicio-, habla con extremo cuidado. Es consciente de la altísima tensión que se vive en su país, que aún espera que la Justicia electoral proclame el vencedor del ballottage del 6 de junio pasado, en el que su homónimo (que no conoce y tampoco es pariente) el candidato izquierdista, Pedro Castillo, superó por 44.000 votos a la derechista Keiko Fujimori, según el escrutinio final.
En una entrevista con LA NACION, al hablar de la preocupante situación que vive su país, más allá de la diplomacia, fue contundente. “De acuerdo al conteo, está claro que Castillo ya ganó. Hay que esperar la proclamación del Jurado Nacional de Elecciones, pero, por razones de tipo subjetivo algunos están retrasándolo, algo que es evidentemente una cosa amoral”, denunció.
Doctor en Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y durante años profesor principal de la Pontificia Universidad Católica del Perú, de 71 años, Castillo no ocultó que hay muchas similitudes con lo que está pasando en Perú y lo que ocurrió en los Estados Unidos después de las últimas elecciones, cuando Donald Trump y sus partidarios denunciaron un fraude inexistente.
“Es muy parecido a lo que quisieron hacer en Estados Unidos y no lo pudieron hacer porque la democracia se fortaleció, con la demostración de que todo era un engaño, una fake news. Yo creo que en el Perú está haciéndose un retrato similar de las fake news de los Estados Unidos, sólo que se trata de un país más pequeño, más débil”, dijo.
Castillo, que fue designado arzobispo de Lima en enero de 2019, en reemplazo del cardenal conservador Juan Luis Cipriani, del Opus Dei –a quien el Papa le aceptó la renuncia no bien cumplió los 75 años-, subrayó que, así como en Estados Unidos ocurrió con Joe Biden, también se crearon miedos atávicos en torno del candidato izquierdista. “En este momento sin duda hay sectores que no quieren que el señor Castillo pueda gobernar. Pero no es legítimo considerar esto si ganó la elección, porque hay una votación que es límpida, que está bien hecha, como han felicitado organismos e instituciones internacionales (OEA, Estados Unidos, la Unión Europea). Ya quedó demostrado que no hubo fraude”, destacó. Reconoció, por otro lado, que se creó un clima de polarización que conduce a miedos que neutralizan en torno de Castillo, considerado inexperto, comunista, que podría cambiar la Constitución, expropiar, nacionalizar...
“El profesor Castillo es un sindicalista que ha mostrado capacidad de unir gente para conseguir cosas, como todo sindicalista. Desde el punto de vista ideológico, no estoy seguro de la concepción que él tiene sobre el comunismo o el socialismo. Ha usado un partido que es medio socialista, medio comunista y también muy complejo, para poder presentarse a las elecciones. Pero es mucho más de los eslóganes que se han creado contra él. Es una persona mucho menos peligrosa de lo que se dice. Es muy grave satanizar a una persona con eslóganes, como se hizo con Biden”, afirmó. “Pero hay una desesperación y está azuzada por sectores que quieren que la gente mantenga el mito o la idea o el diablo, de un comunismo que no existe, por lo menos no de la forma que se agita”, agregó.
Detrás de estos sectores para él, que tuvo como profesor de Sociología a Gustavo Gutiérrez, uno de los padres de la Teología de la Liberación, “hay un grupo que quiere manipular la realidad porque desprecia lo que puede ocurrir y ha creado toda una situación de miedos”. Un grupo que no comprende la realidad histórica del Perú, país “constituido en base a los intereses extranjeros y a la exportación de sus riquezas mineras, sobre las espaldas y a espaldas de las necesidades reales de su pueblo”.
“En estas elecciones tenemos un problema equivalente. Se pensaba que la globalización había logrado repartir gotas, que suele llamarse ‘chorreo’ o ‘derrame’... El padre Gutiérrez decía que el problema en Perú es que ‘aquí no se respetan las leyes nunca y menos la ley de gravedad: aquí en vez de chorrear para abajo, chorrea para arriba’. Es una frase interesante porque en los últimos 30 años es verdad que ciertos sectores se han beneficiado enormemente, incluso sectores de clase media o pobre urbana han mejorado, eso es cierto, no se puede negar. Pero también es cierto que las poblaciones más alejadas, con economías mucho más pobres, no tienen ayuda, son marginadas y lo sienten”, indicó.
“¿Qué ha pasado con las elecciones actuales? Que estamos ante una nueva emergencia de los sectores populares marginados, que dan un campanazo. Tocan la campana de alerta, muestran que hay problemas. Ya no estamos hablando solamente de dos líneas políticas, sino de dos situaciones: la de quien está acomodado y está situado y está asegurado por el sistema y la situación de quien está marginado, sufre muchísimo por conseguir alguna posibilidad de recursos y está en una crisis humana porque no puede tener acceso a internet, educación, a la integración, al respeto como ciudadano o ciudadana, y ahora la situación ha empeorado con la pandemia”, señaló.
En este marco, el arzobispo de Lima recordó una gran paradoja: en las elecciones de 2016 Keiko Fujimori también perdió por apenas 40.000 votos un ballottage ante Pedro Pablo Kuczynski, pero no se desató la tormenta que hay ahora. “No es comprensible que se rechace la victoria por la misma cantidad de votos de alguien que viene del margen y de origen popular, pero que sí se acepte al que gana con el mismo margen, pero de origen europeo como Kuczynski... No se puede hacer un gran ruido, es una cosa grave, incluso amoral, que en un país donde no se escucha a la mayoría de la población, el signo interpelador que se nos presenta, no se acepte”, dijo.
Finalmente, no ocultó su temor de que si sigue retrasándose la proclamación de Castillo y se llegue al 28 de julio –fecha patria en la que normalmente debería asumir el mandatario electo-, el nuevo presidente del Congreso pueda anular las elecciones. “Hay sectores a los que ya no les parece interesarle quién sea el elegido o la elegida. Lo que les interesa es crear un miedo enorme para dar vuelta al sistema y eso sí es grave. Y la Iglesia en este sentido reafirma la importancia de fortalecer la democracia y que todos los canales sean respetados”, concluyó.
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