El “arma secreta” de Ucrania en la guerra: los civiles que espían a las fuerzas rusas
Los residentes locales ayudaron a identificar a las tropas rusas que ocuparon Kherson, y representan una de las ventajas de Kiev en la guerra
![Soldados rusos vigilan una zona mientras un grupo de periodistas extranjeros visita en Kherson, región de Kherson, sur de Ucrania, 20 de mayo de 2022](https://www.lanacion.com.ar/resizer/v2/soldados-rusos-vigilan-una-zona-mientras-un-grupo-B4TYEE425ZH2THN5VFJB4CP6KQ.jpeg?auth=a4d25799ec2c5de4394d2d60bf2803decfe40ebf0ce153294a3cc766197c59c3&width=420&height=280&quality=70&smart=true)
KHERSON, Ucrania.- Durante la ocupación rusa de la ciudad de Kherson, en el sur de Ucrania, un enorme local de electrónica funcionó como hospital de campaña, cuartel y depósito de comida para las fuerzas rusas.
Una mañana del pasado verano boreal, las fuerzas ucranianas atacaron el local y lo destruyeron por completo. Fue uno de los numerosos ataques que se realizaron ese día en el territorio controlado por los rusos en la región de Kherson.
Antes de la explosión, un pequeño grupo de activistas locales ucranianos había enviado fotografías del lugar y las coordenadas de los rusos a las fuerzas militares ucranianas a través de un canal encriptado de Telegram. Según un funcionario militar que trabajó con esos grupos, esa información ayudó a las fuerzas ucranianas a identificar el sitio.
Para el grupo de resistentes ucranianos con base en Kherson, espiar pasó a ser parte de su rutina diaria y jugó un papel clave a la hora de guiar los ataques de precisión ucranianos que finalmente obligaron a Moscú a abandonar Kherson el mes pasado.
Los ucranianos monitoreaban las calles de la ciudad, veían las imágenes que transmitían cámaras situadas en cruces claves y andaban por los campos en bicicleta fingiendo ocuparse del ganado mientras seguían de reojo a las tropas rusas.
Pero los miembros del canal pronto se convirtieron en un blanco privilegiado para los rusos. El Servicio Federal de Seguridad (FSB) ruso saqueó sus casas y las de sus familiares. Varios de ellos fueron acusados de espionaje y siguen encarcelados en territorios ocupados por los rusos, con la esperanza de quedar en libertad gracias a un intercambio de prisioneros, pese a que los civiles –a diferencia de los miembros de las fuerzas militares– muy pocas veces son intercambiados.
En una entrevista, el director del Consejo de Defensa y Seguridad Nacional de Ucrania, Oleksiy Danilov, dijo que los resistentes como los de Kherson brindarán una gran ayuda en la incesante tarea ucraniana de reconquistar áreas que se encuentran bajo dominio ruso.
“Sucederá lo mismo en Donetsk, en Lugansk y en todas partes”, dijo Danilov, en referencia a las regiones orientales de Ucrania ocupadas por Moscú. “Nuestros hombres y mujeres están por todas partes.”
El grupo de Telegram
El grupo de Telegram de Kherson se creó el día después de la invasión de Ucrania lanzada por Rusia, el 24 de febrero este año. Para principios de marzo, Moscú ya controlaba la ciudad de Kherson, adonde llegaron tanques, camiones y transportes blindados de personal adornados con el símbolo “Z”, a favor de la invasión de Ucrania. El nombre del grupo –Ruzzians Go Home– era una burla de esas inscripciones militares rusas.
El grupo tenía unos 20 miembros, dicen algunos de sus participantes. Cuando Rusia desactivó las conexiones de red ucranianas, el grupo utilizó tarjetas SIM y VPN rusos para evitar ser localizado. Dos de sus miembros eran oficiales de reconocimiento ucranianos que verificaban las imágenes y las coordenadas enviadas al grupo y las reenviaban a los comandantes militares, quienes luego alertaban a los oficiales de Kiev autorizados para ordenar un ataque.
En Chornobaivka, justo saliendo de Kherson, un resistente pasó sus días vigilando las calles aledañas de su departamento. Si veía algo nuevo, hacía zoom con su teléfono celular. “No sabía combatir, pero sabía que al menos podía ayudar de esa manera”, dijo el hombre.
A tres días de comenzada la guerra, Oleksandr, un trabajador de informática y miembro del grupo, recibió imágenes de vehículos militares en las afueras de Kherson, sobre la ruta, cerca del aeropuerto. Oleksandr envió las coordenadas al grupo.
A la mañana siguiente, el comandante de las fuerzas armadas ucranianas, Valery Zaluzhny, posteó un video donde se veía un punto de mira haciendo blanco sobre una fila de vehículos fuera del aeropuerto. Dos segundos más tarde, una explosión los cubrió de humo y fuego. “¡Bienvenidos al infierno!”, escribió el general Zaluzhny.
Andrei, un oficial de reconocimiento de una brigada ucraniana que recabó información para el grupo, dijo que el trabajo de los miembros de la resistencia es “una ayuda enorme”.
“Ven que los tanques rusos se mueven, ven que las tropas van a cenar, saben adónde van de fiesta, dónde lavan su ropa, y comparten esa información con nosotros”, dice un funcionario de seguridad que conoce el trabajo de los resistentes. “Sin ellos, nuestras fuerzas militares no podrían conocer esos detalles.”
Luego de recibir un dato, las fuerzas militares ucranianas solían tardar unos 15 minutos en actuar, o menos tiempo aún si se trataba de un sistema de misiles “Buk” o cualquier otro sistema de defensa aérea, que son los blancos prioritarios. Una foto o un video enviado por los miembros de la resistencia era tratado como una evidencia de una posición rusa si se proporcionaban las coordenadas, señala Andrei, que luego les solicitaba a las fuerzas militares que verificaran la información, a veces por medio de drones.
Viaje a Crimea
Maksym, un mecánico y miembro de la resistencia, hizo tres viajes a Crimea, la península ocupada por los rusos, con un oficial ruso a quien le había arreglado el auto en Kherson. Durante el trayecto, Maksym aprovechó para juntar información valiosa para las fuerzas militares ucranianas.
Para mantener la calma, tomó sedantes durante el camino. “Fue muy tenso”, dijo. Al final del tercer viaje, cuando llegaron a la ciudad de Simferopol, en Crimea, lo invitaron a tomar un trago con otros tres oficiales rusos. Maksym compartió con las fuerzas ucranianas los detalles de la conversación, que ayudaron a confirmar que muchas tropas rusas no vivían en la ciudad de Kherson sino más al sur, en Tarasivka.
“Hablábamos antes de cada viaje, para decirle lo que necesitábamos”, dice Andrei. “Maksym nos ayudó mucho.”
El músico espía
Ihor Kotelevich, un músico que toca en casamientos, dijo que se sumó a un grupo de 10 personas que plantaban explosivos debajo de autos de oficiales rusos en Kherson. “La policía huyó de la ciudad, así que nos hicimos cargo del orden”, dice Kotelevich.
Sus declaraciones no han podido ser verificadas. El funcionario de seguridad entrevistado dijo que en varias oportunidades los miembros de la resistencia realizaron ese tipo de actividades detrás de las líneas del enemigo.
En octubre, el jefe de los servicios de seguridad de Ucrania (SBU), Vasyl Malyuk, dijo que en territorio ocupado por Rusia “explotan cosas acá y allá”, informó la agencia de noticias Interfax. “Por ahora no puedo abrir un mapa y explicarle cómo funciona y quién lo hace, porque eso puede poner en peligro a nuestros patriotas involucrados. Cada cosa a su tiempo.”
Rusia empezó a buscar culpables. El 28 de marzo, agentes del Servicio Federal de Seguridad (FSB) llegaron hasta la casa de un miembro del grupo de Telegram y lo arrestaron. Poco tiempo después, arrestaron a otros dos miembros del grupo.
“Enseguida sospechamos que alguien de nuestro grupo nos estaba delatando”, dice Oleksandr.
Los miembros borraron los historiales de las conversaciones que habían mantenido con los detenidos y agregaron una regla nueva: Cada mañana, cada uno de los miembros tenía que enviar un video desde su casa para probar que no había sido detenido. El que no enviara el video sería eliminado inmediatamente del grupo.
Un miembro fue eliminado después de que lo arrestara el FSB, pero a los pocos días envió un video directamente a algunos miembros del grupo y les pidió que lo reincorporaran al grupo de Telegram.
En el video se lo veía sentado en una mesa, con un vaso de agua, la cara ligeramente hinchada y un cigarrillo prendido en una de sus manos temblorosas. Detrás de la mesa desgastada, había una pared de color beige y una puerta de metal. El hombre dijo que había ido a visitar a su abuela y que se había olvidado el celular en su casa.
“Nos dimos cuenta de que estaba en una especie de sala de detención”, dice Oleksandr. Junto al resto de los miembros, decidieron no reincorporar al hombre al grupo.
Diez días después, miembros del FSB llegaron hasta la casa de los padres de Oleksandr, en Kherson, y la allanaron. Para ese entonces, Oleksandr había obtenido documentos de identidad falsos y estaba viviendo en el departamento de un amigo. Su esposa y su hija se fueron a Francia en abril.
Colaboración norteamericana
Ayudado por el sistema de lanzamisiles múltiple Himars suministrado por Estados Unidos, Ucrania empezó a atacar puentes estratégicos de la ciudad y otros blancos claves que Rusia utilizaba para reabastecer a sus tropas. Poco después, una ofensiva terrestre recuperó una franja de territorio en la parte este de la región de Kherson.
Un miembro del grupo de Telegram era un experto en tecnología que interceptó las comunicaciones de los rusos y las editó para quitarles el ruido blanco. Los audios facilitaron la localización de la artillería rusa y permitieron que las tropas ucranianas se enteraran anticipadamente de los ataques. En algunas de las conversaciones interceptadas, soldados rusos daban coordenadas para ataques de artillería en posiciones ucranianas. “Dispararemos en dos o tres minutos. Tenemos problemas cargando el cañón”, decía un soldado ruso.
En la grabación luego se oyen las voces de pánico de los rusos que quedaron bajo fuego, que se preguntaban cómo habían descubierto sus posiciones. Para septiembre, los rusos se quejaban de la escasez de suministros y de los vehículos que se descomponían por falta de combustible. Algunos intercambiaban acusaciones.
Para mediados de noviembre, Rusia abandonó la ciudad.
Por Matthew Luxmoore
The Wall Street Journal
(Traducción de Ignacio Mackinze)
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