ROMA.- Luego de una batalla contra viento y marea, un argentino, Ricardo Preve, ayudó a encontrar los restos de un submarino italiano que se hundió en el Mar Rojo en 1940, durante la Segunda Guerra Mundial, y, además, logró recuperar el cuerpo de la única víctima de esa tragedia, el marino Carlo Acefalo, olvidado durante más de siete décadas en una isla desierta y traerlo de vuelta a su país.
Se trata de una historia digna de una novela que Preve, cineasta, se animó a contar a través de un documental recientemente terminado, titulado Volviendo a casa.
"Todo empezó en 2014 cuando me encontraba haciendo un videoreportaje sobre tiburones, una de mis pasiones, en el Mar Rojo. Fue entonces cuando, por casualidad, me enteré de la historia de un submarino italiano, llamado Macallé, que se había hundido el 15 de junio de 1940 en ese mismo mar, sin nunca más aparecer", contó a LA NACION Preve, realizador de diversos documentales, entre ellos Chagas, un mal escondido.
Fascinado por esa historia desconocida, y mucho antes de que en la Argentina ocurriera la tragedia del ARA San Juan, el productor y cineasta, de 60 años, con la idea de hacer un nuevo documental, comenzó a investigar a todo campo ese accidente. Y logró acceder a diversos archivos, entre ellos, el de la Armada Italiana.
Al examinar las actas y los testimonios de los 44 sobrevivientes –un número que aparece hoy como otra increíble casualidad con el ARA San Juan y sus 44 tripulantes-, descubrió que había habido solamente una víctima del naufragio del sumergible: el marino Carlo Acefalo, que había sido sepultado por sus compañeros en la isla de Bar Mousa Kebir y nunca más hallado.
Aunque nadie sabe exactamente qué pasó, todo indica que el submarino Macallé naufragó al chocar contra la barrera coralina del Mar Rojo debido a un error de ruta. Este fue provocado por una avería del sistema térmico de la embarcación, cuyo gas venenoso intoxicó a la tripulación, generando terribles descomposturas, alucinaciones y delirios. Pese al desastre, los 44 tripulantes lograron salir del submarino y llegar a nado a una pequeña isla desierta ubicada hoy en aguas sudanesas. Luego de construir un barco y lograr dar el alerta, en otro episodio rocambolesco la tripulación del Macallé después de varios días fue rescatada. Pero Carlo Acefalo ya había muerto, debilitado por el gas venenoso con el que se había intoxicado y la falta de víveres. Y fue enterrado allí mismo, en esa isla desierta perdida en el Mar Rojo donde se quedó por más de 70 años, olvidado por su país, hasta que Preve, conmovido por su historia, fue a buscarlo.
"Acefalo era un marino de 24 años de una pobre familia de campesinos de un pueblito de Piamonte, en el norte de Italia... Si hubiera sido un soldado de una familia rica seguramente no habría quedado allí, solo, en el olvido más total", aseguró el cineasta, que es hijo de italianos que emigraron a la Argentina. "Él fue una de las primeras víctimas italianas de la Segunda Guerra Mundial y me pareció que, en homenaje a los soldados que mueren en las guerras, en homenaje a su memoria y por sus familiares, había que ir a rescatarlo y había que traerlo de regreso a casa", agregó.
Determinado a llevar adelante esta aventura, un desafío que duró más de tres años, Preve reclutó online a un grupo de cuatro buceadores expertos (un belga, dos ingleses y un italiano), que durante meses se entrenaron para la operación. Después de haber leído el diario de un sobreviviente que contaba que "para sobrevivir comíamos gaviotas que compartíamos en partes iguales" y de haber analizado los documentos de una comisión que a fines de 1940 investigó el accidente, localizó la zona del Mar Rojo en la que el Macallé podía hallarse.
Así, mientras lo filmaba todo para su documental, encontró su antena, diversos trozos de acero y se dio luego cuenta de que el resto del submarino ya era inalcanzable, al haber precipitado a una profundidad de más de 400 metros, en pleno abismo. Pero sin perder las esperanzas su equipo sí dio, más tarde, con la que era la precaria tumba de Acefalo, semioculta, pero con una suerte de cruz, en medio de la arena de la isla de Bar Mousa Kebir.
"Ese hallazgo fue uno de los momentos más emocionantes de mi vida", confesó Preve. "Pero recuperar luego sus restos, después de más de setenta años, fue largo y más que complejo, tanto desde el punto de vista legal, como práctico. Entonces también reuní un equipo de expertos, entre los cuales un antropólogo forense, Matteo Borrini, para la exhumación e identificación y recién el 9 de octubre del año pasado logré entregarlo a las autoridades sudanesas", contó.
Un año más tarde, luego de meses de ulteriores y engorrosas tratativas, burocracia, negociaciones extenuantes y la ayuda de la embajada de Italia en Sudán, ayer el Ministerio de Defensa italiano anunció que finalmente han regresado a Italia, en un vuelo militar, los restos de Acefalo. Estos fueron colocados en el monumento de las Fosas Ardeatinas de esta capital, a la espera de ser entregados a su familia en una ceremonia que tendrá lugar a mediados de noviembre en Savona, en el norte de Italia.
"Todavía no lo puedo creer", comentó a LA NACION Preve que, emocionado, contó que Acefalo será sepultado en el cementerio municipal de Castiglione Falletto, el pueblito de Piamonte donde nació, al lado de su mamá, que murió sin poder traer a casa a su hijo muerto por su patria.
"La verdad es que en todos estos años muchas veces, vistas las dificultades, pensé en dejar este proyecto y tirar la toalla. Sobre todo cuando murió mi hija Erika, a los 29 años, en marzo del año pasado, después de una crisis epiléptica... La muerte de un hijo es lo peor que le puede pasar a un padre... Pero la muerte de Erika al final me empujó a seguir adelante: no sólo porque así trataba de pensar en otra cosa y no en ella... También pensé en la madre de Carlo Acefalo, que murió sin poder nunca poner una flor en la tumba de su hijo, algo que yo sí puedo hacer".
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