El apoyo ilimitado a Ucrania y Europa revitaliza el liderazgo global de EE.UU.
El gobierno de Joe Biden ya comprometió más de 32.000 millones de dólares en asistencia militar para Ucrania, y expertos creen que el próximo paso será el envío de aviones caza F-16
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WASHINGTON.– La invasión de Rusia a Ucrania trajo el pasado al presente: Estados Unidos fue al rescate de Europa como no lo hacía desde la Segunda Guerra Mundial y el Plan Marshall. Desde el inicio de la incursión militar ordenada por Vladimir Putin, Washington aprobó más de 100.000 millones de dólares para ayudar a Ucrania, según los cálculos más amplios, un respaldo hercúleo que logró apuntalar la férrea defensa de Kiev a la invasión rusa, revitalizó el liderazgo global de Estados Unidos y sus históricas alianzas occidentales, debilitó a Moscú y, de paso, le envió un claro mensaje a China.
Desde la invasión de Putin, Estados Unidos ya comprometió más de 32.000 millones de dólares en armamento para Ucrania, o en “asistencia de seguridad” –misiles Patriot, Stinger y Javelin; tanques; helicópteros; drones “kamikaze”, artillería, morteros, granadas y municiones de todo tipo; camiones, vehículos blindados, botes, radares; explosivos, generadores, y la lista sigue–, a la que se sumaron miles de millones de dólares para ayuda humanitaria, y para apuntalar lo que queda de la economía ucraniana y el gobierno de Volodimir Zelensky. El siguiente paso en lo que muchos ya ven como una “guerra sin fin” es el envío de aviones de caza F-16, antaño una línea roja que, según todo indica, la Casa Blanca se prepara para cruzar más pronto que tarde. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha descartado dar ese paso ahora, aunque sin desecharlo del todo a futuro. “Ahora no los necesitan”, fue su última respuesta sobre los F-16.
El envío de aviones caza F-16 es cuestión de tiempo, coinciden expertos. La pregunta es cuándo ocurrirá, y no tanto si Occidente los enviará o no. Y es que el envío de tanques que se concretó hace poco –otra línea roja que Estados Unidos y las potencias europeas ya cruzaron– arraigó la noción de que los aliados intercontinentales están dispuestos a hacer todo lo que sea necesario para sostener la defensa de Ucrania, durante el tiempo que haga falta. El gobierno de Biden insiste en que quiere paz, pero a la vez deja en claro que esa paz nunca puede llegar a costa de una rendición de Ucrania.
“Nuestro trabajo es asegurarnos de que Zelensky pueda tener éxito en el campo de batalla para que cuando y si está listo para ir a la mesa de negociaciones pueda hacerlo con el viento en la espalda”, explicó John Kirby, director de Comunicaciones del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, en una conferencia telefónica con periodistas esta semana.
Para Biden, que se apresta a lanzar su campaña para buscar la reelección en 2024, Ucrania es mucho más que una guerra “brutal”, “ilegal”, provocada por Rusia y las ambiciones de Putin: es el epicentro de la batalla global entre la democracia y la autocracia. En la mirada de Estados Unidos, el “inquebrantable” respaldo a Ucrania no solo debilita a Rusia y su capacidad para amenazar a Europa, sino que también sienta un precedente ante una eventual invasión de China a Taiwán, un rincón del mundo que Occidente mira de reojo. Biden dijo también esta semana que no cree que China adopte un papel espejo al de Estados Unidos y le envíe armamento a Rusia, pero, de todos modos, se preocupó por remarcar que su gobierno “respondería” si Pekín decide dar ese paso.
Además del apoyo inquebrantable a Ucrania, Biden y sus principales asesores buscaron reforzar en la víspera del aniversario otro mensaje: la invasión a Ucrania fue un “error estratégico” y un “error histórico” de Putin, y fracasó en lograr todos sus objetivos. Ucrania sigue siendo un país libre y soberano, Rusia quedó aislada, y la OTAN –de la cual el presidente francés, Emmanuel Macron, llegó a decir antes de la pandemia que tenía “muerte cerebral”– aparece ahora fortalecida, unida, con un propósito nítido, y se prepara para recibir dos nuevos miembros, Suecia y Finlandia.
El liderazgo de Estados Unidos, y, en particular, el giro en la política exterior que impuso Biden, que se propuso revitalizar las alianzas históricas de Washington, estresadas al máximo durante la presidencia de Donald Trump, fueron instrumentales para sostener a Kiev. Richard Weitz, director del Centro para el Análisis Militar y Político del Hudson Institute, puso en perspectiva la asistencia militar de Washington al gobierno de Zelensky al indicar que supera “todo el presupuesto de defensa de Alemania”.
“Todo funciona a favor de Ucrania, la guerra aparece como un claro acto de agresión, se ve a los ucranianos como demócratas, mientras que los rusos viven en la autocracia. Y existe el temor de que Rusia ataque a otros países, o que tengamos que lidiar con China atacando a Taiwán, por lo que tenemos que parar esto acá, a diferencia de 2014″, explicó Weitz, haciendo referencia a la invasión a Crimea.
Un año después de la invasión rusa, Weitz cree que la guerra de Ucrania, como antaño los conflictos en Afganistán, Siria o Irak, irá mutando, pero siempre habrá “algún nivel de conflicto”. Max Bergmann, director para Europa, Rusia y Eurasia del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, cree de hecho que el nuevo objetivo de Putin, y el mejor desenlace al que puede aspirar ahora, es una “guerra sin fin”.
“Creo que ese es realmente el objetivo de Putin, hacer de este un conflicto que nunca termine”, dijo Bergmann. “Y él controla el nivel de violencia, y es capaz de mantener el territorio que posee actualmente. Y creo que entonces siente que puede declarar algún tipo de victoria en casa, y también evitar que Ucrania se una a la Unión Europea, que es su objetivo principal. Creo que una guerra sin fin, muy reducida desde donde está ahora, pero una suerte de conflicto congelado perpetuo, que es lo que existió después de 2014, es ahora lo mejor que Putin realmente puede esperar. Y creo que ese es su objetivo más grande ahora”, completó.
Bergmann cree que la respuesta de Estados Unidos y Occidente a la guerra ha sido “tremenda”, y ciertamente efectiva ya que Ucrania sobrevivió a la invasión y está asegurando su supervivencia, y Europa occidental ha logrado capear las consecuencias del conflicto, incluido el brote inflacionario y el “desacoplamiento” energético de Rusia. En la batalla entre democracias y autocracias, Bergmann cree que Ucrania representa hasta ahora una victoria para las primeras. “Creo que realmente ha demostrado la fortaleza de las democracias liberales occidentales y el vacío de las autocracias de hombres fuertes que encarna Rusia”, sentenció.
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