El amigo de Ben Laden y confidente de reyes que debió partir al exilio
BEIRUT.- Jamal Khashoggi llegó a Washington hace un año y dejó atrás una larga lista de malas noticias en el lugar que llamaba su casa. Después de una exitosa carrera como asesor y vocero no oficial de la familia real de Arabia Saudita , el príncipe heredero le prohibió escribir en el reino, incluso en Twitter. Su columna en un diario propiedad de sauditas fue cancelada. Su matrimonio estaba fracasando. A sus familiares les prohibieron viajar, para presionarlo a dejar de criticar a los gobernantes.
Entonces, después de que llegó a Estados Unidos , una ola de arrestos mandó a varios de sus amigos sauditas tras las rejas, y tomó una decisión difícil: era muy peligroso regresar a casa dentro de los próximos meses, quizás en cualquier momento. Así que en Estados Unidos se reinventó como crítico en sus columnas en The Washington Post y creyó que en Occidente había encontrado un lugar seguro.
Pero resultó que la protección de Occidente tiene límites.
Aunque la desaparición ha proyectado una nueva luz más intensa sobre el príncipe Mohammed ben Salman, también ha llamado la atención sobre las simpatías enredadas a lo largo de la carrera de Khashoggi, en la cual equilibró lo que parece haber sido una afinidad privada por la democracia y el islam político con su prolongado servicio a la familia real.
Su atracción al islam político lo ayudó a forjar un vínculo personal con Recep Tayyip Erdogan, que ahora exige que Arabia Saudita explique el destino de su amigo.
La idea del autoexilio en Occidente fue un golpe para Khashoggi, de 60 años, que había trabajado como periodista para convertirse en una de las personalidades más conocidas del reino saudita. Gracias a su carrera estableció muy buenas conexiones y el hombre alto, amistoso y fácil de tratar parecía conocer a todo aquel que tuviera alguna relación con Arabia Saudita.
De acuerdo con entrevistas hechas a decenas de personas que conocían a Khashoggi y su relación con los líderes sauditas, su afición por escribir libremente y que quisiera impulsar una reforma política desde el extranjero lo pusieron en un camino de rivalidad con el príncipe heredero.
Arabia Saudita ha sido gobernada desde hace mucho tiempo conforme al consenso de príncipes veteranos, pero el príncipe heredero desmanteló ese sistema y dejó su propio poder sin revisión. Si se tomó una decisión para silenciar a quien el reino consideraba un traidor, probablemente la tomó él.
Lo que le dio fama a Khashoggi fue conocer a Ben Laden. Khashoggi había pasado un tiempo en Jeddah, la ciudad natal del líder de Al-Qaeda. Ambos provenían de una familia prominente que no pertenecía a la realeza. El abuelo de Khashoggi era un médico que trataba al primer rey de Arabia Saudita. Su tío era Adnan Khashoggi, un famoso vendedor de armas, aunque Jamal no obtuvo beneficio alguno de la fortuna de su tío.
Khashoggi estudió en la Universidad Estatal de Indiana y regresó a Arabia Saudita para trabajar como reportero de un diario en inglés. Varios de sus amigos afirman que Khashoggi también se unió a los Hermanos Musulmanes. Aunque después dejó de asistir a las reuniones de esta agrupación, se mantuvo enterado de la retórica conservadora, islamista y a menudo antioccidente, que podía desplegar o esconder dependiendo de quién buscara hacerse amigo.
Como muchos sauditas en los 80, Khashoggi estuvo a favor de la jihad en contra de los soviéticos en Afganistán, la cual fue apoyada por la CIA. Así que cuando recibió la invitación de verla por sí mismo de parte de otro joven saudita, Ben Laden, aprovechó la oportunidad.
Simpatía
En Afganistán, Khashoggi vistió ropa de la región y le tomaron una foto en la que sostiene un rifle de asalto, lo que ocasionó el disgusto de sus editores. Sin embargo, al parecer no combatió realmente durante su asignación en ese lugar.
"Estuvo ahí como periodista, aunque hay que aceptar su simpatía por la jihad afgana, pero la mayoría de los periodistas árabes pensaban igual, y muchos periodistas occidentales también", dijo Thomas Hegghammer, un investigador noruego. No obstante, el fracaso de la guerra en colocar a Afganistán en una posición sólida persiguió a Khashoggi, así como lo hizo el posterior regreso de Ben Laden al terrorismo.
Los viajes de Khashoggi a Afganistán y su relación con el príncipe Turki al-Faisal, que encabezaba la inteligencia saudita, levantaron sospechas entre algunos de sus amigos de que Khashoggi también espiaba para el gobierno saudita.
Años después, en 2011, cuando mataron a Ben Laden, Khashoggi vivió el duelo de su antiguo conocido y en lo que se había convertido.
"Colapsé en llanto hace un tiempo, con el corazón roto por ti, Abu Abdullah", tuiteó, al usar el apodo de Ben Laden. "Eras hermoso y valiente en aquellos bellos días en Afganistán, antes de que te entregaras al odio y la pasión".
Khashoggi luego ascendió la escalera del mundo mediático del reino, en el que príncipes son propietarios de diarios, el contenido es censurado y los escándalos que involucran a la realeza son sepultados. Fue nombrado editor del periódico saudita Al-Watan en 2003, pero fue despedido menos de dos meses después por un artículo. Regresó al cargo en 2007 y duró un poco más en su segunda gestión.
Viajó con el rey Abdulaziz y se volvió cercano al príncipe Al Waleed ben Talal, el inversionista multimillonario que posteriormente fue arrestado por Mohammed ben Salman. El príncipe Turki, el exjefe de Inteligencia, contrató a Khashoggi como asesor cuando fungió como embajador ante Gran Bretaña y Estados Unidos. Fue durante ese periodo ahí cuando Khashoggi compró el condominio en Virginia en el que vivió después de escapar del reino.
Muchos de los amigos de Khashoggi afirman que a lo largo de su carrera de servicio a la monarquía escondió sus creencias personales en favor de la democracia electoral y el islam político al estilo de los Hermanos Musulmanes.
La tolerancia del reino saudita incluso para las críticas mínimas se desvaneció después de que el rey Salman ben Abdulaziz ascendió al trono en 2015 y dio un tremendo poder a su hijo Mohammed.
El príncipe heredero persiguió a sus críticos con todo su poder, al prohibirles viajar y enviar a algunos a la cárcel. Khashoggi abandonó el reino el año pasado, antes de que varios de sus amigos fueran acorralados y cientos de sauditas prominentes fueran encerrados en el Hotel Ritz-Carlton de Riad por acusaciones de corrupción. Khashoggi comenzó a escribir columnas para The Washington Post, en las que comparó al príncipe heredero con Vladimir Putin, presidente de Rusia. Los amigos de Khashoggi asumieron que tales textos lo llevaron a la lista negra del príncipe.
No obstante, Khashoggi no se detuvo. Desde su mudanza a Washington, representantes del príncipe heredero lo contactaron en repetidas ocasiones para pedirle que bajara el tono de sus críticas y para invitarlo a regresar a casa, les dijo a sus amigos.
Sin embargo, Khashoggi estaba construyendo una nueva vida. Él y una investigadora turca, Hatice Cengiz, habían decidido casarse y establecerse en Estambul.
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