El alcalde que dio a su ciudad el mayor impulso de su historia y murió como un homeless en EE.UU.
Craig Coyner, de Bend, Oregon, falleció luego de una debacle económica y problemas de salud mental, que lo llevaron a un refugio junto a marginados como los que él había rescatado en su mandato
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BEND, Oregon.- Craig Coyner ayudó en la década de 1980 al desarrollo de la pequeña ciudad de Bend, en Oregon, ascendiendo a su cargo más alto e impulsando un formidable cambio que convirtió al pueblo maderero en refugio rural de grandes millonarios del noroeste norteamericano. Pero falleció a los 75 años en un asilo de refugiados, paradójicamente junto a otros homeless, muchas de cuyas vidas había logrado cambiar mientras ocupó cargos de gobierno.
La suya es una historia de éxito y caída, no sin culpa de su parte en su debacle personal económica y hacia el alcohol y las adicciones.
Coyner murió el 14 de febrero pasado. “Es desgarrador”, dijo su hermano menor, Tad Coyner, de 58 años, un ingeniero que vive en Anacortes, Washington. “Es triste que haya terminado así. Aún tenía mucho para dar”.
Su familia fueron colonos, trabajadores de molinos, granjeros y desarrolladores que llegaron al centro de Oregón a fines del siglo XIX. Su padre, abogado, era dueño de un bufete de abogados y del edificio que ahora es el Teatro Tower en el centro de Bend.
Alguna vez una pequeña ciudad de casas de madera, Bend experimentó una transformación sorprendente en las últimas décadas, cuando los recién llegados adinerados de Seattle, Portland o San Francisco descubrieron el lugar como un sitio rural ideal para el descanso. Durante varias generaciones la familia de Coyner impulsó el desarrollo de la zona con edificios que mantenían el encanto rural del lugar. Por ejemplo, está Bend Parkway, la vía central de la ciudad, que él y su familia ayudaron a diseñar. El sendero Coyner, que se extiende por los parques de la ciudad. Las familias pueden bañarse en el río Deschutes en el verano y esquiar en las Cascadas en el invierno, deteniéndose en una variedad de cervecerías artesanales, restaurantes orgánicos, galerías de arte y, un punto de especial orgullo para la ciudad, la última tienda de videos Blockbuster en el planeta.
Coyner, un brillante abogado se desempeñó como concejal de la ciudad de Bend desde 1981 hasta 1992. Fue alcalde durante un año en 1984, siguiendo los pasos de su bisabuelo, quien fue alcalde en 1911.
Previamente, durante más de 30 años había sido una fuerza creativa y obstinada en el juzgado del condado de Deschutes, primero como fiscal y luego como abogado defensor. Era conocido por representar incluso a los criminales más despreciables.
Coyner asistió a la Escuela de Leyes Lewis and Clark. Alrededor de este tiempo, se casó con su primera esposa, Carolyn. Tuvieron dos hijos, pero luego se divorciaron. Se graduó a mediados de la década de 1970 y comenzó a trabajar en el bufete de abogados de su padre. Se convirtió en fiscal de distrito adjunto y concejal de la ciudad.
Sin embargo, pese a su aparente brillante carrera pública, Coyner no era un santo.
Mientras luchaba contra su enfermedad mental y su bipolaridad, amenazó a trabajadores de la salud y a un excolega. Fue condenado por siete delitos menores y un delito grave por disparar un arma dentro de los límites de la ciudad de Bend. Sancionado por el Colegio de Abogados del Estado de Oregón por fallar repetidamente en sus deberes como abogado defensor, su licencia fue suspendida a fines de la década de 2000 y nunca fue restablecida.
Cuando el mercado de la vivienda colapsó, Coyner comenzó a trabajar en los años 2000 en forma gratuita para personas que estaban perdiendo sus casas para ayudarlos a superar el proceso de ejecución hipotecaria. Incluso comenzó a permitir que las personas se quedaran en el patio trasero en su casa frente a Stover Park en Watson Drive.
Finalmente, el propio Coyner experimentó la falta de vivienda como culminación de un proceso que tuvo varios factores agravantes: conflictos familiares, enfermedad mental, abuso de sustancias, la Gran Recesión y la muerte de su segunda esposa en 2008.
El 13 de enero pasado, Coyner ingresó en al asilo de St. Charles Bend con los pies congelados, dijeron los trabajadores de la salud a su familia. No está claro para su familia cómo sucedió, pero al menos uno de sus dedos congelados fue amputado.
Durante su estadía, Coyner sufrió una grave abstinencia de alcohol y tuvo un derrame cerebral.
Vivió los últimos días de su vida en el hospital, casi sin poder moverse ni hablar. Coyner murió el 14 de febrero pasado a los 75 años.
Su muerte tiene a su familia y amigos buscando respuestas en la forma en que vivió. ¿Cómo pudo un hombre, una vez reverenciado en su comunidad, haber caído tan bajo?
“Estoy enojado conmigo mismo por no participar”, dijo su hermana menor, Kristen Coyner, de 48 años, controladora en Mackin’s Auto Body en Vancouver, Washington. “Llevamos una vida muy agradable y cómoda, y yo podría haber ayudado. Mis hermanos viven vidas agradables y cómodas, y podríamos haber ayudado. No sé si alguna vez lo hubiera tomado, pero estoy enojado conmigo mismo y estoy enojado con el sistema”.
Se sabe que muchas personas intentaron ayudar a Coyner en los últimos años de su vida, ya que vivía en estacionamientos, habitaciones de moteles y refugios, dicen los proveedores de servicios y sus seres queridos. Pero él siempre parecía alejarse de quienes buscaban ayudarlo.
“Quiero que la gente recuerde quién era antes de convertirse en lo que fue”, dijo su hija Emick Coyner, de quien se habían se había distanciado. Pero durante las últimas semanas de su vida, ella lo visitó en el hospital. Le apretaba la mano, le frotaba los dedos y le tocaba la cara. Ella lo vio dormir y le dijo que lamentaba que no pudieran hablar más. Que ella lo amaba.
Mike Panadero
The New York Times
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