El acuerdo Rusia-Ucrania por los granos, entre el alivio y el escepticismo de Occidente
El precio de los cereales cayó tras la firma del pacto en Estambul, pero varias potencias occidentales dudan del compromiso ruso
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PARÍS.– Cinco meses después de la invasión rusa a Ucrania, ambos países firmaron este viernes en Estambul un acuerdo de alto impacto para desbloquear las exportaciones de cereales de los puertos ucranianos del Mar Negro que, de ser respetado, evitaría los riesgos de hambruna en el mundo. El complejo convenio, logrado gracias a meses de mediación de la ONU y de Turquía, fue sellado mientras proseguían los violentos bombardeos rusos en el este y el sur del país europeo.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, lo calificó como un “acuerdo sin precedentes”, agradeció a ambos gobiernos y dijo que “ahora debe ser plenamente aplicado”, en una advertencia que se hizo eco de los numerosos escépticos que dudan de que el pacto sea respetado por Moscú.
“Las condiciones están reunidas para su aplicación en los próximos días”, respondió de inmediato el ministro de Defensa ruso, Sergey Shoigu, representante del Kremlin en la firma del tratado.
Durante la ceremonia en el palacio de Dolmabahçe, en el estrecho del Bósforo, en presencia de Guterres y del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, los dos beligerantes firmaron en realidad dos textos diferentes pero idénticos, ya que Ucrania se negó a ratificar un documento con sus invasores rusos.
Erdogan afirmó esperar que el pacto “reforzará la esperanza de poner fin a la guerra” que se libran dos de los más grandes productores de cereales del mundo, y que azota a una de las regiones más fértiles de Europa.
Ucrania y Rusia son, en efecto, dos grandes potencias agrícolas que, juntas, representan 30% de las exportaciones mundiales de trigo. La invasión rusa, el 24 de febrero, no solo provocó un terremoto en los mercados, que disparó el precio de los granos, sino que instaló el temor de una crisis alimentaria para millones de personas. Como consecuencia, los precios mundiales de los alimentos alcanzaron en marzo “los niveles más altos de la historia”, según la ONU. En particular los cereales, que aumentaron 17,1% en relación a febrero. Desde entonces, unas 25 millones de toneladas de granos –trigo y maíz principalmente– se acumularon en los silos de los puertos ucranianos del Mar Negro, donde están bloqueadas por buques rusos y minas colocadas por Kiev, para protegerse de un asalto de Moscú por el mar.
Si bien Ucrania y sus aliados europeos intentaron durante estos meses paliar a esos bloqueos exportando por ruta o por tren, el volumen representó apenas un sexto de las exportaciones que se realizan por vía marítima. Al mismo tiempo, ningún otro país consiguió reemplazar la ausencia de granos provocada por el conflicto. Y frente a los riesgos de hambruna en los países del sur de África, en el Líbano y en Egipto, fuertemente dependientes de los envíos ucranianos, la ONU pidió la apertura de corredores marítimos seguros.
En el acuerdo, Kiev y Moscú se comprometen a respetar la estricta neutralidad del Mar Negro. El acuerdo será válido por cuatro meses, el tiempo necesario para sacar las casi 25 millones de toneladas de cereales almacenadas en los silos ucranianos y en momentos en que se aproxima la próxima cosecha. El texto firmado debería ser prolongado automáticamente, salvo contraorden. Tres o cuatro semanas serán en todo caso necesarias para finalizar los detalles y lanzar la operación. Ucrania estima que sus exportaciones podrían comenzar a partir de tres puertos: Odessa, Pivdenny y Tchornomorsk, aunque espera aumentar su número en el futuro.
Un centro de control y coordinación (CCC) será establecido este fin de semana en Estambul, con representantes de todas las partes y de la ONU. El CCC será responsable de controlar los navíos que viajen hacia y desde los puertos ucranianos, exigencia de Moscú, por temor a que los tanqueros lleven armas hacia Ucrania.
Ambos negociadores se negaron a limpiar el Mar Negro de las minas, instaladas sobre todo por Ucrania para proteger sus costas.
“Desminar habría llevado demasiado tiempo”, justificó Naciones Unidas, y precisó que “pilotos ucranianos” abrirán el paso de los buques cerealeros en aguas territoriales. Turquía se declaró “dispuesta” a ayudar en esa tarea, mientras que Rusia se “comprometió” a no aprovechar la apertura y el desminado eventual de los puertos ucranianos.
Alivio y escepticismo
Recibido con alivio y beneplácito en el mundo, el acuerdo provocó la caída del precio de los cereales en los mercados. A comienzos de la tarde, la cotización del trigo perdió entre 10 y 20 centavos de euro la tonelada para los diversos vencimientos a término Euronext. Una tendencia similar se registró para los contratos en Chicago para el trigo, el maíz, la soja, la cebada y el girasol.
Tras meses de incertidumbre, las capitales occidentales manifestaron su aprobación, pero también su escepticismo. “Estados Unidos se congratula por este avance. Pero la palabra de Rusia nunca es lo bastante seria. Realmente se trata de la voluntad de implementarlo. Estamos extremadamente atentos a esto y controlaremos la situación”, advirtió John Kirby, vocero para la Seguridad Nacional de la Casa Blanca. En la sede de la ONU en Nueva York, un miembro de la delegación estadounidense denunció además a China, “que almacena granos que podrían usarse para las necesidades humanitarias mundiales”.
El mismo escepticismo mostró Kiev. Según el canciller Dmytro Kuleba, su país cuenta con la ONU para que el acuerdo sea respetado. “Es imposible confiar en Rusia”, afirmó.
Una desconfianza compartida por los agricultores ucranianos en el sur del país. Si bien el pacto de Estambul les da “un poco de esperanza, nada permite creer” que Rusia lo cumplirá. “Ya lo demostró año tras año”, dijo a la agencia AFP Mykola Zaveroukha, que espera exportar unas 13.000 toneladas de cereales.
Moscú calificó el acuerdo de “muy importante”, aun cuando se trate “de una parte relativamente modesta de los cereales ucranianos”, dijo el vocero del Kremlin, Dimitri Peskov.
También estimó que era necesario “permitir que los mercados reciban volúmenes suplementarios de cereales y fertilizantes rusos, cuya exportación padece las sanciones occidentales”. Pero ni los granos ni los fertilizantes rusos son objeto de sanciones occidentales. Es muy probable que, debido a la guerra, Moscú tenga en realidad serias dificultades en contratar transportes y compañías de seguro para trasladar sus granos. Según los especialistas, este sería un efecto colateral de todas las otras sanciones adoptadas por Estados Unidos y Europa desde el comienzo de la invasión.
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