El abrasador verano que vive Europa pone el suministro de energía al borde del colapso
Represas vacías, ríos secos, calor extremo y campos afectados por la sequía, generan una combinación alarmante para la población del continente
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ASERAL, Noruega.- En esta región nórdica famosa por su escarpados fiordos y donde el agua es básicamente una forma de vida, Sverre Eikeland descendió por los peñascos que forman las paredes de una de las mayores represas de Noruega, caminó sobre la madera atrapada en los dientes del dique y se paró en terreno seco, que debería estar completamente sumergido.
“Ahí se ve la franja donde termina la vegetación”, dice Eikeland, de 43 años, jefe de operaciones de la empresa hidroeléctrica Agder Energi, y señala un nítida línea 15 metros por encima de la superficie de la represa Skjerkevatn. “Ahí debería estar hoy el nivel del agua.”
La sequía y el calor extremo del actual verano europeo están afectando todos los sectores de la economía del continente, incluso en regiones usualmente frías, un fenómeno agravado por el cambio climático generado por el hombre. Francia sufrió arrasadores incendios forestales, y el valle del Loira está tan bajo que hay sectores del río que pueden cruzarse a pie. En Alemania, hay tramos del Rin que tienen centímetros de profundidad, lo que ha paralizado el comercio y el transporte fluvial. Italia atraviesa la peor sequía desde 1800, y los productores del icónico arroz carnaroli temen perder sus cosechas.
Pero tal vez el impacto más pasmoso de la sequía se vea en el normalmente empapado sur de Noruega, donde este año las ovejas se atascan en lodazales expuestos por la falta de agua y el calado de los ríos ni siquiera alcanza para que los salmones remonten para desovar. Las reservas de energía hidroeléctrica de Noruega -que genera el 90% de la electricidad del país y de sus exportaciones energéticas a países vecinos- se han desplomado a su nivel más bajo en 25 años, una escasez que ha fogoneado no solo los precios, sino también la tensión política.
El calor extremo y la devastadora sequía se sumaron al uso armamentístico que hizo Rusia de sus exportaciones de gas natural en respuesta a las sanciones de la Unión Europea, y dejaron expuestas las vulnerabilidades de la matriz energética en lugares impensados de Europa.
En Francia, el recalentamiento de los ríos amenaza el sistema de enfriamiento de los reactores de las plantas nucleares. En Alemania, el descenso de las aguas del Rin impide el transporte del carbón que el país utiliza para compensar la merma del gas ruso. Y Gran Bretaña vivió el julio más seco en casi 90 años, lo que provocó incendios forestales en los alrededores de Londres y dejó sin luz a miles de hogares del norte del país.
“Es lo que se llama una tormenta perfecta”, dice Steffen Syvertsen, director ejecutivo de Agder Energi, desde las cercanías de Arendal, donde los líderes políticos y empresarios de Noruega se reunieron para debatir si la “crisis energética”, como ahora la llaman los medios locales, no obliga al país a revisar sus contratos de exportación de energía con la Unión Europea y Gran Bretaña, o aumentar los subsidios para aliviar a los consumidores noruegos ante el vertiginoso aumento del precio de la luz, el gas y la nafta.
Al menor flujo de gas natural ruso se suman otros problemas, como el aumento de demanda de energía por la recuperación de la economía tras la pandemia, la pobre incorporación de fuentes de energías renovables a la matriz energética, y la peor sequía en muchos años, que en Noruega han empujado el precio de la electricidad a niveles récord, sobre todo en el densamente poblado sur del país.
La situación de Noruega
Noruega es un país rico en recursos naturales y un importante exportador de gas, y aunque desea integrarse al mercado europeo, también hay presiones internas para que retenga una proporción mayor de la energía que produce. “La mejor manera de resolver esta crisis y alcanzar la seguridad energética es independizarnos lo antes posible del gas ruso”, dice Syvertsen. “Pero no es tarea fácil.”
El martes, durante una visita a Oslo del canciller alemán Olaf Scholz, el primer ministro noruego, Jonas Gahr, le dijo que si bien Noruega cumpliría sus compromisos de suministro de electricidad a la Unión Europea, no podía permitirse aumentar las exportaciones de gas.
Y Alemania necesita justamente más gas. La severa sequía, además de haber secado las vías fluviales cruciales para el transporte del carbón, reavivó el debate sobre volver a invertir en energía nuclear.
En Francia, la sequía más severa de la que se tenga registro también se ha cobrado un precio sobre la producción de energía, ya que las plantas nucleares responsables de más del 70% de la electricidad del país tuvieron que interrumpir la actividad temporalmente para evitar verter todavía más agua caliente a los ríos.
Muchas de las 56 plantas nucleares de Francia ya estaban fuera de servicio por problemas de mantenimiento. Pero el verano extremo calentó tanto el agua de los ríos que se usa para enfriar los reactores, que las estrictas reglas que protegen la vida silvestre obligaron a cortar el vertido de más agua caliente a los cursos de agua.
Este mes, el ente regulador de la energía nuclear en Francia otorgó exenciones para permitir que cinco plantas nucleares sigan descargando temporalmente agua caliente en los ríos, justificando su decisión como una “necesidad de orden público”.
Por Jason Horowitz
The New York Times
(Traducción Jaime Arrambide)
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