Efecto colateral: cómo el atentado del 11 de Septiembre influyó en la elección de Jorge Bergoglio como papa
El arzobispo porteño comenzó a ser “papable” después de su rol clave en un sínodo de 2001, cuando reemplazó como relator al cardenal de Nueva York, que debió volver a su diócesis por el brutal ataque terrorista
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ROMA.- El día que cambió la historia reciente, el 11 de septiembre de 2001, también tuvo un efecto colateral impredecible sobre el futuro de la Iglesia católica. Por esas vueltas insondables de la historia, el brutal atentado terrorista indirectamente influyó en el hecho de que, 12 años después, fuera por primera vez electo al trono de Pedro un papa del fin del mundo: Jorge Bergoglio.
De hecho, fue debido al 11-S que ese desconocido arzobispo de Buenos Aires, que había sido creado cardenal en febrero del 2001 por san Juan Pablo II, comenzó a ser puesto bajo los radares de otros cardenales y considerado un posible “papabile”.
Bergoglio, que entonces tenía 64 años, había viajado a Roma para participar en un sínodo de obispos, es decir, a una reunión de altos prelados cuyo tema era justamente el rol del obispo como “siervo del Evangelio de Jesucristo y esperanza del Mundo”.
Como el resto del mundo el sínodo, del 30 de septiembre al 27 de octubre, recibió un fuerte impacto por los espantosos atentados del 11-S: el entonces arzobispo de Nueva York, el cardenal Edward Egan, que había sido nombrado relator, se vio obligado a volver a su diócesis, terriblemente afectada por ese inimaginable ataque y aún devastada y de luto, tal como recordaron en estos días de aniversario algunos medios católicos estadounidenses como el National Catholic Reporter y el jesuita America Magazine.
Fue así que el cardenal Bergoglio, que había sido designado por Juan Pablo II como relator adjunto, debió reemplazar a Egan. Y en ese rol clave, más que importante en un sínodo, se manejó tan bien que comenzó a ser puesto bajo la lupa de muchos otros cardenales que empezaron a verlo, por su habilidad para obtener consensos, gran espiritualidad y modo de moverse, como un buen candidato para el futuro cónclave. En esos tiempos la salud de san Juan Pablo II ya era muy precaria debido al mal de Parkinson que iba avanzando inexorablemente y el tema del cónclave estaba a la orden del día.
“Aunque Egan había ya dado su presentación inicial, Bergoglio tuvo que hacer todo el resto, con la ayuda de un equipo de teólogos. Su tarea consistía en sintetizar las intervenciones de los participantes, presentarlas de manera de que pudieran ayudar a los padres sinodales en sus grupos de discusión, y luego coordinar la presentación de las resoluciones de esas discusiones”, evocó el vaticanista irlandés, Gerard O’Connell, en su libro “The election of Pope Francis” (La elección del papa Francisco). “Fue su impresionante performance en esta ocasión que, de repente, hizo que el arzobispo argentino fuera visto por muchos cardenales como un sucesor de Juan Pablo II”, agregó. Y recordó que al final de ese sínodo de 2001, a la hora de la usual elección de un consejo de 12 miembros que debía controlar el documento final y preparar la próxima asamblea, Bergoglio fue votado en forma masiva, justamente por su impresionante trabajo como relator. Otra clara señal de cómo había sido apreciado por sus colegas.
“Papable”
No por nada un año más tarde, un artículo en el semanario italiano L’Espresso, escrito por el vaticanista Sandro Magister, por primera vez reveló que el arzobispo de Buenos Aires era mencionado en Roma como “papable”. Y en “pole position” para suceder a Karol Wojtyla. Magister entonces recordó, también, lo bien que había impresionado el cardenal primado en el sínodo de 2001 en el que reemplazó a su colega de Nueva York, Egan.
“Alguien en el Vaticano pensó en llamarlo a dirigir algún importante dicasterio”, escribió entonces Magister, que destacó que Bergoglio rechazó la idea, al implorar: “Por caridad, en la Curia me muero”. Pero desde entonces, no obstante, “la idea de hacerlo volver a Roma como sucesor de Pedro ha comenzado a extenderse con creciente intensidad”, siguió el vaticanista, que subrayó que no sólo los purpurados latinoamericanos se orientaban hacia su persona, sino también europeos.
Como es sabido, finalmente en el cónclave de 2005, posterior a la muerte de Juan Pablo II, Jorge Bergoglio resultó el más votado después de Joseph Ratzinger, que fue electo como Benedicto XVI. Las vueltas de la historia hicieron que el momento del primer papa latinoamericano y jesuita llegara años más tarde, el 13 de marzo de 2013, en el cónclave que tuvo lugar luego de la clamorosa abdicación del papa alemán. Y la gran pregunta es: ¿hubiera sido electo Jorge Bergoglio de no haber ocurrido el 11-S”?
El cardenal Egan, que murió en 2015 y que no participó de ese cónclave por cuestiones de edad, contó en 2013 al diario Catholic New York que había sido “un gran admirador” de Bergoglio, a partir de su “maravillosa, generosa, gentil y muy competente” actuación en el famoso sínodo de 2001, en que lo reemplazó como relator debido al 11-S.
Entonces contó también que, durante las reuniones anteriores al cónclave, en las que sí participó, volvió a invitar a ese tímido cardenal argentino a Nueva York, ciudad que nunca había pisado, a la que prometió ir en el futuro. Y el papa Francisco cumplió: visitó la ciudad que nunca duerme en septiembre de 2015, durante su histórico viaje a Estados Unidos, cuando por supuesto también visitó y rezó por la paz en Ground Zero y el Memorial del 11-S.
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