Efecto Chile: decidida a cambiar Colombia, la protesta gana impulso
Tras 24 días de paro nacional, el buen resultado de la izquierda chilena en los comicios constituyentes aviva las manifestaciones
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CARACAS.- “La situación en Colombia es complicada”. Brian Nichols, futuro subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, resumió de una forma suave la coyuntura que atraviesa Colombia cuando se cumplen 24 días del paro nacional que ha puesto patas arriba el país.
El diplomático a su vez tendió la mano de Estados Unidos al presidente Iván Duque “para hacerle frente a la crisis económica causada por la pandemia, que fue una de las razones del paquete fiscal”. Nichols usó el término “aliado” para referirse al país sudamericano, pese a la polémica levantada antes de las elecciones estadounidenses con el apoyo de parte del aparato del uribismo al expresidente Donald Trump.
Tres semanas y media después, ya cayeron la reforma tributaria y la reforma de la salud y arrastraron en su camino al poderoso ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, y a la canciller Claudia Blum, sustituida por la vicepresidenta Martha Lucía Ramírez, un movimiento político que la elimina como candidata para las presidenciales del año. Es un terremoto que tiene réplicas políticas todos los días.
Precisamente Ramírez debutará con un viaje a Washington, con el objetivo de explicar a sus aliados no sólo qué está sucediendo en su país, sino también los homicidios y abusos cometidos por la fuerza pública. Una de las tareas más arduas será convencer a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
En la capital estadounidense se encontrará con la contundente información publicada este jueves por The Washington Post, que examinó varios videos de cuatro de las muertes de jóvenes, “donde la policía colombiana parece haber cruzado una línea letal”.
“Hemos recibido denuncias creíbles sobre 55 muertes desde que comenzaron las protestas. Hasta ahora, hemos confirmado que 16 (15 manifestantes y un policía) tienen relación con las manifestaciones”, precisó José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch (HRW).
La violencia volvió a sobrevolar la tercera reunión celebrada el jueves entre los miembros del Comité de Paro Nacional (CPN) y los delegados del gobierno, sin grandes avances. Dos nuevas jornadas de protestas ya están convocadas para la semana que viene, miércoles 26 y viernes 28, aunque marchas, bloqueos y disturbios se reproducen en distintos puntos del país. Los negociadores del CPN dejaron claro de nuevo que también quieren la cabeza de Diego Molano, ministro de Defensa.
En paralelo hay movimientos, como el realizado por universidades, en busca de una convergencia nacional. “Cualquiera que se niegue a empezar seriamente una concertación sabe que con su negativa crece el riesgo de violencia y muertes y obedece más a cálculos electorales que a propósitos nacionales”, disparó la alcaldesa capitalina, Claudia López.
Efecto Chile
Los exitosos resultados de la izquierda en las elecciones de Chile apretaron las filas de quienes quieren mantener una postura más ortodoxa al frente de las protestas antigubernamentales, jóvenes sobre todo. “Chile nos muestra el camino. No más incumplimiento de acuerdos, no más burlas, no más conversaciones nacionales inútiles, no más terrorismo de Estado, no más uribismo: se requieren cambios reales en la vida de la gente”, subrayó el senador Iván Cepeda.
Colombia cambió políticamente, aunque muchos no lo quieran ver. El conflicto provocado por la guerrilla apartó a la izquierda del poder durante décadas, pero ahora uno de sus dirigentes más radicales, el senador Gustavo Petro, es el gran favorito para suceder a Duque el año que viene y acabar con la hegemonía de Álvaro Uribe en las urnas. “La sociedad colombiana está ante el mayor desafío del siglo”, sostuvo el líder de Colombia Humana.
“Debemos mirar con atención y aprender lo que ha sucedido en Chile. Es una victoria popular y unitaria”, certificó Rodrigo Londoño, el excomandante Timochenko de la guerrilla de las FARC, quien respalda el Pacto Histórico en torno a Petro.
Si algo tienen las actuales protestas es que han servido para que emergieran demandas sociales contenidas durante décadas. Pero el desbordamiento es tal que nuevos problemas se suman todos los días. A las pérdidas millonarias que se suceden por los bloqueos y el vandalismo, se sumó ayer la reducción de la calificación de país a grado especulativo realizada por S&P Ratings, que de inmediato provocó una venta masiva de bonos y de moneda.
“Colombia dejó acumular varios problemas, cuyo agravamiento se conjugaron en esta coyuntura: un problema social, atenuado por los ingresos de la economía informal e ilegal; un problema financiero, dilatado por la incapacidad de tocar a las grandes fortunas y a los propietarios rurales; un problema político, derivado de la elección de un presidente que no llegó por sus propios méritos y votos; y una crisis de la institución policial, que lleva más de un lustro y que se refleja en la actitud frente a los jóvenes inconformes”, resume para LA NACION el politólogo y decano de Humanidades, Jorge Giraldo.
Hasta ahora iniciativas gubernamentales como la gratuidad de las matrículas universitarias para clases populares y el plan de choque para generar empleo joven, parecen insuficientes. También lo son las negociaciones en distintas mesas, que por ejemplo en Antioquia posibilitaron el regreso a sus municipios de la minga indígena. A este ritmo, todo indica que el estallido social celebrará su primer mes el próximo viernes.
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