Estado Islámico gana fuerza y recrudecen los ataques en Siria e Irak
El movimiento jihadista levanta cabeza en sus diversas filiales de Medio Oriente, África y el centro de Asia y sueña con la reconquista militar y la instauración de regímenes teocráticos
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BAGDAD.– Parecía una fiera encadenada, una amenaza superada, un remanente sin cuidado. Pero el grupo jihadista Estado Islámico (EI) tomó por sorpresa a la comunidad internacional, y resurgió de las cenizas para soñar con reinstalar su reinado del terror en una zona todavía más extensa que la original.
Este fin de semana, la milicia más sanguinaria de las muchas que actúan en nombre del islam desplegó todas sus velas, con ataques tanto en Siria como en Irak, donde unos años atrás tenía bien montado y aceitado su califato extremista.
Los medios de comunicación sirios e iraquíes dieron cuenta de diversos episodios de violencia, desde la zona petrolera iraquí de Kirkuk hasta la zona de Palmira, en el centro de Siria, su antigua zona de influencia y donde quiere reimponer el integrismo islámico con la fuerza de las armas y convicción asesina.
Trece policías murieron en la región de Kirkuk, al norte de Bagdad, y algunos de sus cuerpos fueron decapitados por combatientes jihadistas. Al mismo tiempo, se intensificaron los ataques a centrales eléctricas y sistemas de distribución de electricidad en la zona.
En la cercana zona de Makhmur, se produjeron intensos enfrentamientos entre milicianos chiitas y combatientes de EI, que se declaran sunitas y cultivan una variante religiosa reaccionaria, la única que ven válida y verdadera.
Y en Siria, la fuerza aérea rusa bombardeó intensamente áreas al este de Homs y Hama y al sur de Raqqa contra puestos de EI, que opera en todo el valle del Éufrates y se afirma en Palmira. “Estado Islámico volvió a ser un actor protagónico en las dinámicas del conflicto sirio”, dijo el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos.
Fuera de Medio Oriente, la ONG de derechos humanos Amnistía Internacional alertó del aumento de asesinatos de menores, así como su reclutamiento por grupos como EI y las filiales de Al-Qaeda en la triple frontera de Níger, Malí y Burkina Faso, en el Sahel africano. Se trata de un llamado de atención por el aumento de poder de fuego y de combatientes.
“Toda una generación de la región nigerina de Tillabery está creciendo rodeada de muerte y destrucción. Los grupos armados atacan repetidamente las escuelas y reservas de alimentos, y tratan de reclutar a menores”, señaló Matt Wells, subdirector de Respuesta a las Crisis en Cuestiones Temáticas de Amnistía.
Los observadores destacan que EI empezó a desperezarse y a dejar su estatus de movimiento marginal, al que estaba relegado, para resurgir en contextos donde la población local está sufriendo mucho por el rápido deterioro de las condiciones socioeconómicas y con una ausencia estatal casi absoluta.
Nuevo amanecer
Su carta de presentación en este nuevo amanecer fue el atentado que dejó más de 170 muertos en el aeropuerto de Kabul, a fines de agosto, en medio de la retirada de las fuerzas occidentales de Afganistán tras dos décadas de fracasada intervención armada.
El despertar terrorista también está alimentado por el giro estratégico de la Casa Blanca, que después de su salida de Afganistán reorientará sus capacidades y recursos a la contención de China.
Precisamente Rusia advirtió el domingo, el día del 20 aniversario de los ataques del 11 de Septiembre, que la retirada de Estados Unidos le dio nuevos bríos al accionar de Estado Islámico de Khorasan (EI-K) en Afganistán, donde ahora se desató una lucha entre dos movimientos militaristas que luchan en nombre del islam: los talibanes, de regreso en el poder, y Estado Islámico, que busca dominar ese país desolado y fragmentado.
“La retirada de Estados Unidos de Afganistán solo atiza las actividades de esta organización terrorista que continúa siendo una enorme amenaza para Asia Central, África, Medio Oriente y Europa”, dijo el vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dimitri Medvedev.
Washington no logró “su objetivo principal, vencer el terrorismo en Afganistán”, señaló Medvedev, quien también fue presidente y primer ministro. Y advirtió que “debido a los múltiples errores de la política de Estados Unidos en Medio Oriente, los terroristas continúan activos en ese país”.
La filial de EI en Afganistán, EI-K, comenzó con varios cientos de combatientes talibanes pakistaníes, que se refugiaron al otro lado de la frontera en Afganistán después de ser expulsados de su país por las fuerzas armadas. Otros extremistas de ideas afines se les unieron en Afganistán, hasta talibanes afganos descontentos que veían a su movimiento como excesivamente moderado.
A diferencia de los talibanes, centrados en Afganistán, EI-Khorasan cultiva ambiciones regionales, como unir a los musulmanes del sur y centro de Asia. Según los expertos, la ideología de línea dura limita su atractivo masivo. Pero, al mismo tiempo, los ataques contra fuerzas de Estados Unidos, Pakistán, Rusia y otros países, subidos a las redes sociales, pueden consolidar su base y atraer reclutas que simpaticen con su extremismo implacable.
La activa presencia del grupo jihadista en las redes, subrayan los especialistas, también podría inspirar ataques organizados o de lobos solitarios en toda la región. Y al igual que las otras filiales, como advirtió Rusia, incluso mucho más allá.
Agencias ANSA, AFP y DPA
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