EE.UU. y Rusia acordaron elintercambio de espías detenidos
La Casa Blanca deportará a 10 agentes, a cambio de que el Kremlin libere a otros cuatro
NUEVA YORK.– En el mayor intercambio de espías desde el fin de la Guerra Fría, la Casa Blanca y el Kremlin llegaron ayer a un acuerdo para canjear a diez detenidos que confesaron ser agentes secretos rusos en Estados Unidos a cambio de cuatro agentes que permanecen encarcelados en Rusia.
Esto consta en una carta que el Departamento de Justicia norteamericano envió ayer a la jueza Kimba Wood, encargada del caso de las diez personas que fueron detenidas hace dos semanas en suelo estadounidense, y que ayer se declararon culpables de espiar para Rusia.
El intercambio de espías es el epílogo de la novela de espionaje que se destapó el mes pasado y que devolvió durante 15 días a Estados Unidos y Rusia el clima de la Guerra Fría.
El Departamento de Justicia norteamericano ordenó ayer la "deportación inmediata" de los diez acusados. La fiscalía dijo en Nueva York que las autoridades quieren proceder a la expulsión "en 72 horas".
"La cláusula crucial en el acuerdo entre Estados Unidos y Rusia es que la Federación Rusa ha accedido a liberar a cuatro individuos encarcelados en Rusia por su presunto contacto con agencias de inteligencia occidentales’’, señaló la misiva del Departamento de Justicia, dirigida a la jueza Wood.
En ese sentido, el Kremlin confirmó ayer que el presidente Dimitri Medvedev indultó a cuatro ciudadanos rusos encarcelados por espiar para potencias extranjeras.
El FBI había investigado durante años a los 10 individuos que serán deportados. Algunos de ellos estaban instalados desde hace tres décadas en Estados Unidos y trabajaban para infiltrarse en los círculos políticos para luego enviar información a Moscú. Durante la audiencia, los agentes dejaron caer la máscara de las identidades falsas que en siete casos cubrieron su accionar: los esposos "Richard y Cynthia Murphy" admitieron llamarse, en realidad, Vladimir y Lydia Guryev. "Michael Zottoli" y "Patricia Mills", detenidos en Virginia el 27 de junio, resultaron ser rusos y llamarse, respectivamente, Mikhail Kutsik y Natalia Pereverzeva.
Por su parte, "Donald Heathfield" y "Tracey Foley", detenidos en Massachusetts, donde habían penetrado en el ambiente académico de Harvard y los negocios inmobiliarios, también eran rusos cuyos verdaderos nombres resultaron ser Andrei Bezrukov y Elene Vavilova.
"Juan Lázaro" no era peruano ni había nacido en Uruguay, como afirmaba socialmente desde que se había instalado en los suburbios de Nueva York: se llamaba, en realidad, Mikhail Anatonoljevich Vasenkov y también era agente secreto.
Sólo tres agentes no tenían nombres encubiertos: la peruana Vicky Peláez, y los rusos Mikhail Semenko y Anna Chapman, la sensual pelirroja de 28 años que causó sensación en la prensa norteamericana.
Reportera y columnista del diario hispano de Nueva York La Prensa, Peláez, de 55 años y casada con "Juan Lázaro", había sido periodista en Perú antes de exiliarse en Estados Unidos hace más de 20 años. Tienen un hijo de 17 años.
"Se trata de un caso extraordinario, resultado de años de investigaciones y el arreglo alcanzado hoy constituye una salida exitosa para Estados Unidos y sus intereses", aseguró el secretario de Justicia norteamericano, Eric Holder.
Del lado ruso, Medvedev indultó al espía de la CIA y experto nuclear Igor Sutyagin, a Alexander Zaporozhsky, a Guennadi Vasilenko y a Serguei Skripal.
Previamente, los cuatro sujetos habían remitido una solicitud de gracia al jefe del Kremlin, en la que declaraban su culpabilidad. De esta manera, se superó el último escollo para que los 10 agentes rusos detenidos en Estados Unidos regresaran rápidamente a Rusia.
Esto será posible "por el nuevo espíritu en las relaciones ruso-norteamericanas y el alto nivel de entendimiento mutuo de los presidentes de ambos países", indicó el Kremlin en un comunicado.
Los especialistas consideran el caso de los espías como un vestigio de la antigua burocracia soviética y de los métodos de espionaje de la KGB durante la Guerra Fría, que subsistieron tras la caída de la Unión Soviética. Tanto el Kremlin como el gobierno de Barack Obama han buscado evitar que los arrestos volvieran a enfriar las relaciones entre los antiguos rivales, que habían mejorado tras el deterioro experimentado durante la guerra de Rusia con Georgia en 2008.
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