EE.UU. quiere reconstruir Gaza, pero lo supedita a lo que haga Hamas con su arsenal
La ayuda podría ser de miles de millones de dólares, pero nadie quiere que los islamistas recuperen su capacidad militar
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WASHINGTON.- Ahora que rige un alto el fuego entre Israel y las milicias palestinas, el gobierno de Joe Biden está pensando la forma de ayudar a reconstruir la golpeada franja de Gaza y a su vez presionar con promesas de apoyo financiero para que Hamas no reanude las hostilidades.
Biden había instado al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu a aceptar la tregua desde hace días, pero el alto el fuego recién entró en vigor cuando la violencia ya había obligado a 72.000 palestinos a dejar sus hogares en Gaza, en muchos de los cuales sólo quedan pilas de escombros donde antes se alzaban enormes edificios.
“Creo que tanto palestinos como israelíes merecen vivir seguros y en paz, y gozar en igual medida de la libertad, la prosperidad y la democracia”, dijo Biden este jueves, en breves declaraciones desde la Casa Blanca.
Un alto funcionario del gobierno de Biden dijo que Estados Unidos estaba planeando ponerse al frente de una respuesta internacional que probablemente cueste miles de millones de dólares y que incluirá la restauración del servicio de salud y educación, así como otras medidas de reconstrucción de la Franja.
El funcionario dice que la reconstrucción de Gaza -que muy probablemente será coordinada a través de Naciones Unidas- está al tope de la lista de acuciantes obstáculos diplomáticos entre Israel y la Autoridad Palestina que el gobierno norteamericano tendrá que enfrentar ahora que los combates amainaron.
Se cree que Biden también baraja otras iniciativas. Los diplomáticos norteamericanos que habían relegado al olvido cualquier perspectiva de mediar en un amplio acuerdo de paz entre ambos bandos ahora reconsiderarán la cuestión de los asentamientos israelíes en Cisjordania. El gobierno de Biden también se reenfocará en construir nuevas alianzas entre Israel y los Estados árabes, un proceso que se inició el año pasado mayormente a instancias del expresidente Donald Trump.
La Casa Blanca también está evaluando la forma de fomentar las relaciones y la coordinación entre las facciones políticas palestinas rivales de Gaza y Cisjordania, tal como fue delineado en un análisis coescrito en 2018 por Hady Amr, ahora subsecretario de Estado para asuntos de Israel y de los palestinos del gobierno norteamericano.
La cuestión de los cohetes
La reconstrucción de la Franja de Gaza es parte indispensable de la diplomacia, y no responde exclusivamente al imperativo moral de ayudar a los residentes, como creen algunos funcionarios. Expertos y los analistas ven que también es un elemento de presión frente a Hamas, el grupo armado que gobierna la Franja pero que ha perdido popularidad entre los habitantes de la región por su abordaje autoritario y su mala administración.
“En cierto sentido, hay que obligar a Hamas a decidir entre los cohetes y el bienestar de Gaza”, dice Dennis B. Ross, veterano negociador norteamericano que ha intervenido en las conversaciones de paz en Israel, los palestinos y el Medio Oriente de al menos cuatro presidentes de Estados Unidos.
El mes pasado, antes de que se desatara la actual oleada de hostilidades, el Departamento de Estado comprometió 150 millones de dólares de financiamiento para la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados palestinos en Medio Oriente, que coordina la ayuda humanitaria para más de los 5,7 millones de refugiados palestinos en la regi{on. El gobierno de Trump había suspendido el financiamiento a ese organismo en 2018.
Elizabeth Campbell, directora de la sede del organismo en Washington, dice que previamente el gobierno de Biden ya había comprometido un segundo envío de ayuda, también alrededor de $ 150 millones, para la segunda mitad de este verano.
El miércoles, la agencia emitió un pedido de emergencia de 38 millones de dólares a los donantes, para proporcionar alimentos, primeros auxilios, asistencia de salud mental y otras necesidades a los palestinos en Gaza y Cisjordania.
Campbell dice que Estados Unidos había señalado que contribuiría con fondos adicionales para las necesidades de emergencia, pero que el monto aún no estaba claro.
Un esfuerzo de reconstrucción a más largo plazo podría costar miles de millones de dólares, y los funcionarios de la Casa Blanca pronostican que Hamas lo recibiría con beneplácito, ya que serviría para apuntalar su base de apoyo entre los residentes de la Franja.
Pero Ross advierte que los donantes internacionales probablemente se muestren reticentes si no tienen garantías de que su inversión no se desperdiciará, como ocurriría si en poco tiempo Hamas reanuda las hostilidades y provoca una dura respuesta de Israel.
Hubo advertencias similares en 2018, cuando una guerra de ocho semanas entre Israel y Hamas destruyó más de 170.000 hogares en Gaza y desalojó a más de una cuarta parte de toda la población de la Franja. Cuando finalmente se declaró un alto el fuego, la comunidad internacional creó un sistema de monitoreo llamado “Mecanismo de Reconstrucción de Gaza” para supervisar los esfuerzos de reconstrucción y, lo que es más importante, garantizar que Hamas no importara suministros que pudieran usarse como armas.
Un análisis de la Brookings Institution de 2017 concluyó que el esfuerzo de reconstrucción fracasó en gran medida debido a la posición irreductible de los opositores a Hamas, no solo en Israel, sino también en Egipto, que se opone a los vínculos de los militantes de Hamas con la agrupación de la Hermandad Musulmana.
En resumidas cuentas, la reconstrucción de Gaza fracasó, confinando a los residentes a viviendas temporales en medio del aumento del desempleo y el colapso de la infraestructura de electricidad, agua potable y recolección de basura.
Ross dice que los anteriores esfuerzos de reconstrucción en gran medida fracasaron y que cualquier sistema de vigilancia futuro, posiblemente por parte de las Naciones Unidas, tendría que estar alerta las 24 horas del día y detener la reconstrucción si se determinaba que Hamas estaba almacenando, construyendo o preparando el lanzamiento de cohetes.
“Lo que hay que lograr es una reconstrucción masiva, pero no de cohetes”, dijo Ross. “El proceso debe ser suficientemente vigilado para que funcione como fue previsto, y para frenar todo ante la menor irregularidad.”
Ross aclara que eso no implica necesariamente un desarme completo de Hamas, y que la ayuda humanitaria debe llegar a Gaza de inmediato. Pero el ofrecimiento de ayuda para la reconstrucción debe hacerse públicamente, para que los donantes tengan garantías de las consecuencias que sufrirá Hamas si reanuda su programa de construcción de cohetes. Ross dice que Hamas, al menos al principio, estaría de acuerdo con un arreglo de ese tipo. “En este momento, sus necesidades son tan acuciantes que Hamas va a tener que acompañar”, dice Rodd
Además de los fondos canalizados hacia la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, hace dos meses la administración Biden también comprometió 75 millones de dólares para programas de desarrollo económico y 10 millones para “operaciones de consolidación de la paz en Cisjordania y Gaza”, según se informó en su momento.
Campbell señala que la agencia de la ONU es el canal indicado para que la asistencia estadounidense llegue a los palestinos. “No hay otro organismo con el que Estados Unidos pueda asociarse para iniciar el proceso de reconstrucción en Gaza”, dice Campbell.
La funcionaria de la ONU advierte que supeditar la ayuda para la reconstrucción al compromiso de Hamas de renunciar a los ataques podría “dejar a la población civil como rehén de un proceso político”.
“Frente a la devastación humana y el precio que se está pagando por esta nueva guerra, es imperativo que recibamos todo el financiamiento y el apoyo político que necesitamos”, dice Campbell.
The Washington Post
(Traducción de Jaime Arrambide)
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