La muerte de la jueza Ginsburg altera la campaña en EE.UU. y abre una dura pelea por la Corte
WASHINGTON.- La muerte de la jueza de la Corte Suprema de Justicia, Ruth Bader Ginsburg, desató un verdadero terremoto políticoque alteró la carrera a la Casa Blanca y abrió una durísima pelea entre demócratas y republicanos por el equilibrio ideológico del máximo tribunal, donde el presidente, Donald Trump , puede ahora intentar arraigar una mayoría conservadora por una generación, aun si pierde la elección, y los demócratas logran recuperar el Senado.
Sin perder el tiempo, Trump y el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, dejaron en claro su intención de cubrir la silla de Ginsburg en el tribunal, quebrando una regla que el propio McConnell inventó hace cuatro años: dejar abiertas las vacantes en la Corte Suprema en los años en los que Estados Unidos elige al presidente, hasta tanto los votantes determinen el rumbo del país, y la composición del nuevo Congreso.
"Fuimos puestos en esta posición de poder e importancia para tomar decisiones por las personas que con tanto orgullo nos eligieron, la más importante de las cuales se ha considerado durante mucho tiempo la selección de los jueces de la Corte Suprema de los Estados Unidos. ¡Tenemos esta obligación, sin demora!", tuiteó Trump.
.@GOP We were put in this position of power and importance to make decisions for the people who so proudly elected us, the most important of which has long been considered to be the selection of United States Supreme Court Justices. We have this obligation, without delay!&— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) September 19, 2020
La movida de los republicanos desató furia y premura entre los demócratas, desesperados ante la posibilidad de una Corte conservadora por las próximas décadas. Hace cuatro años, los demócratas perdieron su oportunidad de fortalecer el ala progresista del tribunal cuando McConnell bloqueó el pliego de Merrick Garland, un juez de la Corte de Apelaciones del Distrito de Columbia que había sido elegido por Barack Obama para reemplazar al fallecido Antonin Scalia, ícono del conservadorismo de Estados Unidos, quien murió a principios de 2016.
El candidato presidencial de los demócratas, Joe Biden, exigió postergar la nominación hasta después de las elecciones, en la cual además los demócratas podrían llegar a recuperar el control de Senado, y cubrir la vacante que dejó Ginsburg con otro juez progresista que preserve el equilibrio actual en el máximo tribunal. La Corte tiene nueve jueces, de los cuales cinco son conservadores, cuatro de ellos designados por Trump y George W. Bush. Tras la muerte de Ginsburg, el ala progresista quedó reducida a tres magistrados: Stephen G. Breyer, quien acaba de cumplir 82 años, Sonia Sotomayor y Elena Kagan, ambas nombradas por Obama.
Apenas se supo la muerte de Ginsburg, el nombre de una jueza a la que Trump tiene en mente circuló como una de las posibles candidatas para cubrir la nueva vacante: Amy Coney Barrett, 48 años, una magistrada conservadora de uno de los tribunales de apelaciones del país, devota católica, quien trabajó con Scalia y a quien los demócratas ven como una amenaza al aborto legal, un derecho de las mujeres que la Corte garantizó con el histórico fallo Roe vs. Wade del tribunal en 1973.
La primera y casi instantánea reacción de los demócratas a la muerte de Ginsburg fue escrachar a los republicanos por la hipocresía de quebrar la regla que ellos inventaron durante el último año de Obama en la Casa Blanca, y que les impidió ocupar la vacante que dejó Scalia. Los republicanos recuperaron el control del Senado en las elecciones legislativas de 2014, y lograron retenerlo en las dos elecciones siguientes. Fue el argumento que esgrimió McConnell: los norteamericanos ratificaron en las últimas tres elecciones su control en el Senado, y su poder para decidir la integración de la Corte. Otro argumento: la Corte debe estar completa ante la posibilidad de que deba interceder para dirimir el desenlace de la elección, tal como ocurrió en el año 2000, un escenario más que plausible.
"Un principio básico de la ley, y de la justicia cotidiana, es que aplicamos las reglas con coherencia y no basándonos en lo que es conveniente o ventajoso en el momento. El estado de derecho, la legitimidad de nuestros tribunales, el funcionamiento fundamental de nuestra democracia, todo depende de ese principio básico", retrucó Obama, en un comunicado que difundió el viernes por la noche.
La propia RBG dejó saber a través de un mensaje que le dictó a su nieta que su última voluntad, su más "ferviente deseo", era que su silla fuera cubierta por el presidente electo en los comicios del próximo 3 de noviembre
Pese a los reclamos de los demócratas y al deseo póstumo de Ginsburg, los republicanos dejaron en claro que intentarán capitalizar la oportunidad para arraigar una mayoría conservadora en la Corte, un objetivo que el conservadurismo ha perseguido sin descanso por años. La Corte Suprema tuvo –y tiene– un enorme impacto en la vida diaria de los norteamericanos, al haber zanjado disputas sobre el aborto o el matrimonio igualitario, la supervivencia de Obamacare, la reforma de salud de Obama, derechos de las minorías o de los inmigrantes, el derecho al voto y los límites a la libertad de expresión.
La pelea por el máximo tribunal saltó al centro de la campaña presidencial, y promete movilizar tanto a los republicanos como a los demócratas a la hora de votar. ActBlue, un fondo de los demócratas que recauda dinero para las campañas de sus candidatos al Senado recibió más de US$ 60 millones en menos de 24 horas desde que la muerte de Ginsburg, un récord de donaciones. Para los norteamericanos, el futuro de la Corte es uno de los temas más importantes en esta elección, junto con la economía y la salud, según el Centro Pew.
Ante la determinación de Trump y los republicanos por cubrir la vacante en la Corte, los demócratas evaluaban posibles estrategias para intentar bloquear la votación hasta que jure el nuevo presidente y asuma el nuevo Congreso, el año próximo, en un último intento por impedir que cambie el equilibrio actual en el máximo tribunal. Hubo legisladores que pidieron ampliar la Corte a 11 miembros el año próximo, y el líder demócrata de la Cámara alta, Chuck Schumer, dijo que si los republicanos avanzan con el nombramiento "nada está fuera de discusión".
Los republicanos tienen escasos 45 días hasta la elección presidencial para finiquitar el proceso de nominación. El proceso más veloz de los últimos 30 años fue, precisamente, la confirmación de Ginsburg, que demandó 42 días. Pero el oficialismo podría avanzar de todos modos con el pliego de Trump luego de la elección, antes de la jura del presidente y el nuevo Senado, durante el período que se conoce con el nombre de "pato rengo". Los republicanos tienen una mínima mayoría en el Senado de 53 senadores, contra 47 demócratas.
El escenario que abrió la muerte de Ginsburg puso todas las miradas sobre un puñado de senadores republicanos quienes prometieron o sugirieron abstenerse de cubrir una vacante en la Corte en un año electoral: Mitt Romney; Chuck Grasley; Susan Collins, de Maine, quien va en busca de su reelección y está rezagada en las encuestas, y Lisa Murkowski, de Alaska. Collins y Murkowsky ya dijeron que debe esperarse a la jura presidencial para cubrir la vacante de Ginsburg, y Romney fue el único que quebró la lealtad partidaria durante el juicio político a Trump por el Ucraniagate, al declararlo culpable.
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