EE.UU. vs. China: más allá de una Guerra Fría, un conflicto en todos los frentes
WASHINGTON.– En 1979, Deng Xiaoping se convirtió en el primer líder chino que visitó Estados Unidos tras la apertura diplomática tejida por el gobierno de Richard Nixon. Fue agasajado por Jimmy Carter, y luego viajó a Atlanta y a Houston, donde ese mismo año China abrió su primer consulado en suelo norteamericano. Esta semana, Donald Trump ordenó su cierre. Fue el último eslabón de una escalada de roces, tensiones y disputas que hundió a la relación bilateral en su peor momento desde el histórico deshielo. Ya el año pasado, Henry Kissinger, uno de los arquitectos de la apertura occidental a China, alertó que las potencias estaban "al pie de una nueva Guerra Fría".
Días después del cierre del consulado, el actual secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, declaró que la "estrategia de involucramiento" inaugurada por Kissinger había fracasado y que era hora de dar vuelta la página.
"Es hora de que las naciones libres actúen", dijo Pompeo, en un discurso dedicado a China. "Si el mundo libre no cambia, la China comunista seguramente nos cambiará", alertó.
Con ese discurso, Pompeo redondeó la línea dura que adoptó Washington hacia Pekín con Trump en la Casa Blanca. Pompeo describió a China como una amenaza, una nación "cada vez más autoritaria, cada vez más agresiva", de la que se debe desconfiar. Si el mundo se queda de brazos cruzados, advirtió, "los hijos de nuestros hijos pueden quedar a merced del Partido Comunista Chino".
Un día después del mensaje, Pekín ordenó el cierre del consulado norteamericano en Chengdu, en el sudoeste del país.
"Es ciertamente el caso que las relaciones entre Estados Unidos y China están en el punto más bajo desde 1979", resumió Robert Daly, director del Instituto Kissinger sobre China del Centro Woodrow Wilson, que vivió como diplomático en Pekín, y ha sido intérprete de Carter y Kissinger.
"Esta es una relación contenciosa a largo plazo, una competencia global con altos riesgos, una profunda desconfianza y una creciente alienación mutua", describió Daly.
La lista de peleas se amplió en los últimos años:la guerra comercial de Trump, la puja tecnológica –que va desde las denuncias por robo de tecnología, el avance de Huawei y el desarrollo de la red 5G hasta la nueva carrera espacial a Marte–, el avance de Pekín sobre Hong Kong, y el control del Mar de la China Meridional, donde Pekín tiene disputas de soberanía con otros países. A la lista se sumó este año la pandemia del nuevo coronavirus, surgido en diciembre pasado en Wuhan y al que Trump llama el "virus chino".
Pepe Zhang, director asociado del Atlantic Council, cree que la presión seguirá al menos hasta la elección presidencial de Estados Unidos.
"Cada semana, cada día pasa algo. Es cuestión de tiempo que la presión siga aumentando, yo creo que de acá a noviembre la situación empeorará, no veo mayor probabilidad de que se arreglen en el corto plazo", advierte.
Los reclamos de Estados Unidos a China son añejos, y no cambiaron con la llegada de Trump. Pero el presidente impuso un nuevo estilo de política exterior, más duro e imprevisible, que tensó la relación bilateral y le sumó incertidumbre. Estados Unidos abrió una nueva ofensiva contra China, en la que sobresale la guerra de aranceles. El régimen de Xi Jinping le achaca esa ofensiva a Washington, mientras que Estados Unidos se queja de un mayor autoritarismo de Pekín.
Integración
A diferencia de la Guerra Fría, el problema para el mundo ahora es que Washington y Pekín son dos superpotencias estrechamente integradas, con un lazo económico muy fuerte –China es, de hecho, el principal socio comercial de Estados Unidos–, y China ofrece un desafío mucho más serio que Rusia . Hay nuevos problemas globales, como el cambio climático, que requieren cooperación global. Pero Daly señala que Xi se alejó del camino reformista, y el mundo tiene la sensación de que es más difícil trabajar con Pekín.
"Uno escucha bastante el término desacoplamiento", señala Daly.
Al desacoplamiento económico y financiero, que están en camino, se suma el desacoplamiento del conocimiento y la información. Daly advierte que universidades, centros de estudios y de investigación, los medios de comunicación y las redes sociales también se distancian. "Cuando tenés diferentes sistemas de conocimiento y diferentes sistemas de información, cruzaste la línea", advierte. El resultado es "narrativas, argumentos, hechos" fundamentalmente diferentes que empujan a cada país a su propio relato, un escenario al que Daly, que reniega de hablar de una nueva Guerra Fría, equipara al de la Guerra Fría.
"Todavía no estamos allí, pero parece que con cada semana que pasa nos estamos acercando", indica.
Para Daly, el peor escenario –"altamente probable, altamente lamentable"– es una nueva carrera armamentística, que incluirá el ciberespacio. Un escenario menos dramático requiere un retorno de Xi al proyecto reformista, y que Washington retome una política exterior más previsible, junto a sus aliados, un escenario que los expertos creen se daría con una presidencia demócrata de Joe Biden . En América Latina , uno de los campos de batalla, donde China hizo fuertes inversiones en infraestructura, muchos países, entre ellos, la Argentina , han intentado jugar a dos puntas. Zhang cree será más difícil.
"Es cada vez más difícil, pero es una estrategia que se tiene que hacer. Los países no deberían elegir lados para poder trabajar con todo el mundo. El no trabajar con Estados Unidos o no trabajar con China nos genera complicaciones adicionales", afirma. "Y no estamos en posición de elegir", cierra.
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