EE.UU.: cada vez más violenta, la grieta política atraviesa a militantes y policías
TYLER, Texas.- El objetivo del acto era oponerse al despliegue de agentes federales para reprimir las protestas en ciudades de Estados Unidos, y también para registrar a nuevos votantes demócratas en la localidad de Tyler, corazón conservador del este de Texas.
Pero el acto no había empezado y ya cientos de contramanifestantes conservadores y seguidores del presidente Donald Trump , muchos cargando rifles estilo militar en bandolera, marcharon con prepotencia y a los empujones sobre la plaza del pueblo insultando y gritando obscenidades.
La demócrata Nancy Nichols dice que uno de esos hombres le dio una trompada en el pecho mientras otros tres sujetaban a su marido contra el monumento recordatorio de la Segunda Guerra Mundial en la plaza del pueblo. Otros hombres armados se apostaron en las esquinas, en formación defensiva de tipo militar, rifle en mano.
"Nos gritaban ¡Malditos demócratas! ¡Malditos idiotas!", cuenta Nichols, de 65 años. "Me da bronca que nadie haga nada y que la policía permita que se instale este clima de odio."
El enfrentamiento, en el que resultó herido un alto asesor del candidato a legislador demócrata Hank Gilbert, es parte de una ola de violencia política que barre Estados Unidos desde hace semanas, tras el asesinato de George Floyd en Minneapolis, y que tiene sumidas a muchas comunidades en un peligroso combo de partidismo y portación de armas, y con la elección presidencial en ciernes.
En un aluvión de enfrentamientos que van de Michigan a Indiana y de Illinois a Oregon, se han visto imágenes de personas de ambos lados de la grieta política y cultural que divide a Estados Unidos intercambiando golpes de puño y de palos, o plantándose frente a frente con armas en la mano, por lo general con los policías como meros testigos.
La noche del martes, la violencia dio un giro aún más ominoso, cuando un adolescente de 17 años cuya cuenta de Facebook mostraba su apoyo al movimiento pro-policía "Back the Blue" ("apoyo a los azules"), al parecer asesinó a dos personas durante los disturbios que se produjeron en Kenosha, Wisconsin, después de que un policía baleara a un hombre negro.
"En esta fase de la polarización, hay cada vez más gente que buscar confrontar. Ya no les alcanza con no estar de acuerdo o gritarse: buscan el enfrentamiento", dice Mark Pitcavage, historiador e investigador del Centro sobre Extremismo de la Liga Antidifamación. "Ya no somos solamente una sociedad polarizada: ahora somos una sociedad cada vez más confrontativa".
Parte de esa violencia ha sido vinculada a grupos pro-armas y organizaciones extremistas de ultraderecha, aunque incluso algunos activistas que antes se movían por carriles políticos formales han tomado las armas y salen a buscar el choque cara a cara, en medio de un año de elecciones y profunda grieta política.
El lunes, en la región central de Pensilvania, fue baleado un hombre que marchaba desde Wisconsin hacia Washington D.C. por el aniversario de la Marcha de 1963 sobre Washington. En las últimas semanas también fueron baleados varios manifestantes, en algunos casos fatalmente, en Austin, Portalnd, Louisville y Albuquerque.
El violento accionar de algunos grupos de protesta, incluidos los incendios y el vandalismo de estas semanas en Portland y otras ciudades, han generado un efecto rebote. Esta semana, en restaurantes de Washington, un grupo de personas reprendió a los comensales que se negaban a levantar el puño en solidaridad con el movimiento Black Lives Matter, aunque los encontronazos no pasaron a mayores.
Sin embargo, en otros casos el conflicto llega a las manos, como ocurrió con el conductor que fue golpeado hasta perder el conocimiento tras toparse con una protesta en Portland, Oregon, a principios de este mes. El hombre sobrevivió, con heridas graves.
En algunos lugares, la policía quedó a la defensiva de los activistas, políticos y líderes religiosos de izquierda que los acusaban de no protegerlos y de complicidad con los conservadores.
Desinformación rampante
Algunas autoridades policiales dicen que es difícil seguirle el ritmo a la creciente polarización del país, y aseguran que es fogoneada por la rampante desinformación que circula en las redes sociales y que está pensada para alimentar las tensiones.
"Parece que como país ya dejamos la fase de debate y discusión, para pasar a la etapa del enfrentamiento, la desconfianza y el descreimiento", dice Lance Arnold, jefe de policía de Weatherford, Texas. "Nosotros no somos así… Es como si estuviéramos viviendo en un tiempo y un lugar diferentes".
Pocas de las muertes vinculadas a las protestas recientes han sido causadas por los manifestantes.
La serie de disturbios en el noreste de Texas comenzó el 25 de julio en Weatherford, al este de Dallas-Fort Worth, cuando contramanifestantes fuertemente armados, incluidos miembros de varios grupos de extrema derecha con sede en Texas, se enfrentaron con manifestantes que buscaban la remoción de una estatua confederada del predio del Palacio de Justicia del Condado de Parker.
Al día siguiente, estallaron peleas en el evento de campaña de Gilbert en la localidad de Tyler, a unas 100 millas al este de Dallas. Una semana después, la policía debió intervenir para disolver una reunión de cientos de automovilistas, muchos de ellos con banderas de Trump y la Confederación, que convergieron en una histórica iglesia negra en Dallas que exhibe un gigantesco letrero de Black Lives Matter.
En los tres eventos, participantes de todos los bandos manifestaron su preocupación por el caos y se quedaron con la sensación de que en Estados Unidos la democracia tambalea peligrosamente, mellando también su confianza en que la ley o la buena voluntad de los vecinos pueden prevenir enfrentamientos aún peores en las próximas semanas.
"No es una lucha de políticos, es una lucha de la gente", dice Martin Holsome, miembro del concejo municipal de Rusk, Texas, y alineado con varios grupos armados de Texas. "Lo que hemos visto en los últimos seis meses a un año nos ha condicionado para lo que va a suceder, y uno puede condicionarse para estar preparado o puede condicionarse para someterse".
El clima político hostil representa un enorme desafío para los departamentos de policía locales, especialmente en pueblos pequeños que no están acostumbrados a lidiar con grandes protestas de personas de opiniones políticas opuestas. Los agentes de la ley son acusados de no proteger a los manifestantes por la justicia social y la lucha contra la brutalidad.
The Washington Post
(Traducción de Jaime Arrambide)
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